Coronavirus, entre el parpadeo y la eternidad en medio de la pandemia
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¡Vaya primer trimestre! Para efectos prácticos, solemos dividir los años en segmentos de tres meses. El recorrido a través del calendario necesita uno que otro checkpoint que nos permita analizar el curso de los acontecimientos y así ir evaluando resultados, midiendo tendencias o seguir proyectando objetivos; para ello, el arco de tres meses resulta muy propicio, pues está en un punto medio entre el parpadeo y la eternidad: un mes se va volando y un semestre parece que no termina nunca. Pero este primer trimestre del año, este catastrófico inicio de 2020, no tiene parangón. Inútil sería intentar clasificarlo y desde ahora ya se va presintiendo lo titánico que será el esfuerzo de elaborar, cuando llegue diciembre, la clásica lista de “hechos que marcaron este año” e intentar resumirlos y explicarlos.
Cuando cerraba 2019, mirábamos en retrospectiva y nos topábamos un calvero desastroso: récord de homicidios dolosos, incremento exponencial de feminicidios, nulo crecimiento económico, incertidumbre y crisis en el sector salud. Y al voltear de nuevo hacia el frente, no bien dejaron de sonar las campanadas que instauraron el 2020 y la inercia de todo aquello continuó, acentuada por el agravamiento del desabasto de medicinas que ha dejado en vilo a millones de personas o de nuevos hechos violentos que cimbraron otra vez a una ya de por sí alarmada sociedad, sobre todo los casos de Ingrid o de Fátima, que contribuyeron a soltar el caudal de indignación que desembocó en la marcha feminista y el paro de mujeres del 8 y 9 de marzo. Lo que parecían ser los hitos del año, se vieron rápidamente opacados por algo que muy difícilmente hubiéramos imaginado: una pandemia que ha puesto de cabeza al mundo entero.
Hoy todo es coronavirus, hoy rara vez se escucha otro término que no sea “COVID-19”, hoy la gran mayoría de los espacios informativos y los trends en redes sociales los acapara la enfermedad y sus infinitos temas asociados. Tan omnipresente ha sido el asunto que hasta un nombre como el del director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que hace unos meses parecía impronunciable, ahora se lee y se menciona con la fluidez de quien recita las vocales. Es imprescindible hablar del coronavirus, es además un deber ético, no se puede (hablando de nombres impronunciables) actuar como el absurdo dictador de Turkmenistán, Gurbanguly Berdimuhamedow, quien para sacarse el problema de encima decidió simplemente prohibir el uso de la palabra “coronavirus” en su país. Claro, se trata de un personaje que controla la prensa y que es proclive a tomar decisiones ridículas de las que, por supuesto, no nos vamos a ocupar. Lo cierto es que evadir el tema del COVID-19 es tan peligroso e indeseable como obviar lo que está detrás: aquellas realidades, lastres y problemas que siguen aquí, en este trastocado día a día, pero que la preocupación por el COVID-19 ha difuminado de la agenda.
A reserva de incluir las cifras de marzo, enero y febrero acumularon 5 mil 751 víctimas de homicidio, es decir: 95 por día. Ese promedio es apenas menor al de 2019; el número total representa una baja del 1.6 por ciento. No obstante, el feminicidio tuvo un pernicioso incremento del 24.3 por ciento en este inicio de año, al registrarse 74 en enero y 92 en febrero.
Toda esta inercia violenta también alcanza, lamentablemente, a la población infantil. En este mismo espacio revisamos en su momento los datos ofrecidos por la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), en el sentido de que el año pasado, el promedio de desapariciones de menores y adolescentes fue de 4 por día, y los asesinatos promediaron 3.6 diarios. Sobra decir que el 97 por ciento de los delitos quedan impunes y la cifra, además, representó un incremento de 13.5 por ciento con relación a los datos de 2018.
Que no se nos olvide que la violencia sigue siendo, por desgracia, cotidiana en este País. Cuando la densa neblina del coronavirus se disipe, nos toparemos con un calvero posiblemente más desolado que el que veíamos al voltear la cabeza al cierre de 2019. La crisis económica inherente a la emergencia sanitaria agravará muchos problemas, pero así nos encuentra este checkpoint: tratando de mirar entre los resquicios de la esperanza. Ya veremos cómo transcurre el próximo trimestre, el que nos situará justo en el punto medio del año... de este año aciago que para algunos se ha sentido como un parpadeo, para otros como una eternidad.