Damián no es un jugador más
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Si por algo destaca Damián Álvarez es por disponer de un bien tan escaso en estos tiempos como la gambeta.
Es de esos jugadores que no se complica y de los que resuelve la complejidad de una jugada con el arma de la simplicidad.
Se dirá que siempre “hace la misma” –su manual está repleto de enganches y centros-, pero no necesariamente significa que caiga en la previsibilidad. Al contrario, no es más determinante aquel jugador que tenga la herramienta, sino el que la sabe usar.
Y Damián sabe que lo suyo es destartalar defensas con un juego profundo y actúa en consecuencia. No ocupa hacer más en este Tigres que hoy posee un caudal importante de receptores. Su gravitación está en los detalles, no en la opulencia técnica y estética.
A los 36 años, Álvarez tiene las mismas energías de un canterano. La diferencia no lo hace la edad, sino la experiencia, la capacidad para procesar la acción siguiente y su cristalina interpretación del juego.
Definitivamente, no hay punto de comparación con Jürgen Damm, pero, paradójicamente, Damián es el reemplazo “natural” del veracruzano. Al menos, en el criterio de Ferretti, y aunque ello implique automatizar un movimiento más por aquello de los perfiles: Javier Aquino pasa a jugar de Damm, y Álvarez de Aquino.
No se sabe si por capricho o por estrategia, pero Ferretti no considera a Álvarez de titular. Su aporte es lo suficientemente rentable ingresando de cambio, pero al mismo tiempo es un desperdicio sostener tanto tiempo en campo al velocista Damm.
Damm no logra demostrar que sus atributos son los que le garantizan la titularidad. Su aceleración no tiene tanto freno y su desequilibrio suele volverse torpe. No es regular y su presencia, por momentos, es fantasmal. Es duro para gatillar a portería y, pese a los beneficios de su frescura, tiene más pase que soluciones en la línea final.
Si el tema de la edad es una de las justificaciones, Álvarez estaría siendo rehén de los prejuicios. Puede que pese sobre sus espaldas el estigma que de alguna manera condena los “jugadores viejos”, pero muchas veces se anteponen ciertos mitos o sospechas a la conducta como profesional.
Si un futbolista está en la banca es porque está en condiciones de jugar. No se sabe tampoco si Damián está para 90 minutos porque ni siquiera ha sido exigido en ese contexto. Lo que sí es una verdad, es que sus intervenciones le dan a Tigres otra dinámica y comunicación ofensiva, potenciada por el otro costado con Aquino, pero que no lo ofrece Damm.
Tigres se ha instalado en otra Final gracias a su talento individual y a un rocoso sistema. Tiene la suficiente capacidad para manejarse en aguas turbulentas y la plena confianza que en cualquier momento alguno de sus resortes ofensivos pueden “matar”.
A Toluca lo limpió del camino con su poder del gol y el colmillo de actores preponderantes, entre ellos, el de Álvarez, el mismo Aquino, Dueñas, Pizarro y el francés Gignac.
Toluca ha pecado de ingenuo en la serie Semifinal con esa mezquina propuesta resultadista. Ignoró el factor de quiebre de Tigres, ese que se estimula y resuelve tan rápido como cuando olfatea cierto miedo adversario.
Tigres desgasta a sus rivales si lo dejan empujar y Cardozo ha caído infantilmente en la trampa.
A Tigres se le presenta una nueva oportunidad para canjear productividad por título. Ha tenido dos intentos fallidos en el último año. Ya debe haber aprendido estas lecciones y también que Damián, con todo y sus calendarios, no puede considerarse un jugador más en estas instancias.