Evolución ciudadana
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La Revolución fue un intento violento y armado de suprimir lo inauténtico, lo falsificado, lo que es opresión, lo que es injusticia y lo que es egoísmo. Fue un coraje contra todo lo que es inhumano y no permite el bien para todos, sin exclusiones ni marginaciones.
Hubo muertes, traiciones, divisiones y oposiciones. Mucha impulsividad y logros parciales y efímeros. Al paso de los años, los más vulnerables lo siguen siendo, el acceso a los bienes básicos sigue bloqueado para la mayoría.
Se sabe que en los procesos históricos se puede vivir una evolución o una involución. Los ensayos de legislación y de elección han generado una larga lista de enmiendas, correcciones y rectificaciones. Ha habido lentitudes, estancamientos y retrocesos en lo preceptuado y en lo practicado. Se mejora una ley que después no se conoce, no se interpreta, y no se practica y su infracción no se sanciona o
se hace con insuficiencia.
Se vive la extrema riqueza y la extrema pobreza por estructuras viciadas y actitudes corruptas. El derecho a la vida se lesiona con preceptos distorsionados y con complicidades que generan acrecentamiento de violencia.
La ciudadanía ha evolucionado al ir tomando conciencia de su tarea de dar el mandato por su participación en el sufragio.
Ha crecido su capacidad de protesta y de denuncia, aunque faltan cauces para llegar al diálogo y al acuerdo para mejorías legislativas.
Superando una presencia sólo electorera, el ciudadano de hoy ve la necesidad de enucleación para un constante discernimiento y análisis de realidad para lograr una opinión pública lúcida y sensata. Más allá de consultas, encuestas, sondeos, referendos y plebiscitos, los ciudadanos abren caminos para una democracia participativa más amplia y más auténtica.
Se despierta la capacidad crítica para no comulgar con ruedas de molino y superar adicción al dedo con atole. Se va transitando del puro desahogo de palabra gruesa a la provechosa lluvia de ideas que privilegia la integración y la complementación en lo diferente y en lo opinable.
Ya no son los obsoletos caminos de carabina y cartuchera los que serán recorridos en una historia olvidadiza y recalcitrante. La comunidad ciudadana despliega una inteligencia ungida de sentido común y de buena memoria para usar el recto juicio y el poder de la palabra, y así encontrar soluciones civilizadas en cualquier problemática coyuntural.
El 20 de noviembre recuerda la sangre, observa la incongruencia, recoge la nobleza del empuje insurrecto y renueva el propósito de acabar con lo inauténtico y lo falso que sigue asomando la cabeza. La evolución de la ciudadanía, por encima de Revolución o involución, se aferra al dinamismo de la esperanza con el esfuerzo unánime y con rumbos de avance y elevación humana para todos...