La auténtica ‘suerte’: Atráela con una mente positiva
COMPARTIR
TEMAS
Son los pensamientos y la conducta de las personas las que generan la buena o mala fortuna
Existe un cuento chino que dice: “un hombre vivía con su padre en la frontera norte de china. Cierto día su caballo se escapó y se marchó al territorio de los nómadas que vivían al otro lado de la frontera. Sus vecinos acudieron a decirle cuánto lo lamentaban. -¿Cómo saben que esto no es buena suerte?- dijo el padre. Algunos meses más tarde, el caballo regresó acompañado de un semental nómada. Los amigos del hombre se reunieron para admirar el semental y para felicitar al dueño del caballo. -¿Por qué piensan que esto no es una desgracia?- preguntó el padre. El hijo se aficionó al semental nómada. Días más tarde, intentando montarlo, se rompió una pierna. Todos fueron a consolarlo. -¿Cómo saben que esto es necesariamente una cosa mala?- volvió a preguntar el padre. Un mes más tarde, los nómadas invadieron China y todos los hombres sanos tuvieron que ir a la guerra. Nueve de cada diez soldados murieron. El hijo no tuvo que ir a la batalla porque tenía la pierna quebrada”.
Para pensar
La gran mayoría de las personas, de tiempo en tiempo, hemos usado alguna de las siguientes expresiones: “tengo una buena racha” o lo contrario “he tenido muy mala suerte”. De hecho, hay gente que cree que es la buena o la mala fortuna la que rige algunos aspectos de sus vidas.
¿Será verdad que la felicidad depende de la suerte? ¿Será cierto que las personas exitosas lo son porque existe algún tipo de predestinación? ¿Acaso hay personas que nacen con la buena estrella, mientras que otras están destinadas a maldecir sus días debido a que la diosa de la fortuna no las acoge?
Creo que en esta forma de pensar subyacen supersticiones o creencias mágicas, inclusive religiosas, que hacen que verdaderamente se crea que, tener suerte o no, es como un algo que se adquiere al nacer y, por tanto, salir adelante en la vida depende más del destino que del esfuerzo emprendido.
Cuestión de enfoque
El Richard Wiseman es un científico inglés fuera de serie que se ha dedicado, entre otras cosas, a investigar la dinámica de la suerte y su fuerza de transformar la vida de las personas, tal vez él ha realizado el primer estudio científico que enseña a atraer y aprovechar la buena fortuna y así lo expresa en su libro “El Factor Suerte”.
Aunque existan personas que estén totalmente convencidas de que la mala o buena suerte se deben al destino y, por tanto, no hay nada que hacer al respecto, Wiseman ha evidenciado que no existe nada sobrenatural que afecte positiva o negativamente a las personas; es decir, que nadie nace con suerte, sino que son los pensamientos y la conducta de las personas la que genera la buena o mala fortuna.
Según Wiseman las personas que se consideran afortunadas suelen tener pensamientos, actitudes y comportamientos positivos, acordes con la buena fortuna; mientras aquellas que se consideran desafortunadas tienden a tener pensamientos y comportamientos opuestos: negativos y pesimistas. Con obvias consecuencias.
El investigador ha identificado cuatro principios que describen a las personas “afortunadas”:
Caminar observando
El primero tiene que ver con el hecho que las personas con “suerte” ven lo positivo en todas las cosas, saben optimizar las oportunidades, identificarlas, crearlas y actuar en consecuencia. La investigación descubrió que las personas con suerte crean su propia buena suerte inclusive ante los infortunios de la vida.
Tal es el caso de las personas que, ante una enfermedad o impedimento físico, en lugar de lamerse las heridas deciden luchar y crear los espacios necesarios para alcanzar sus sueños. Aunque suene contradictorio son los seres humanos que consideran a ese golpe desbastador como el motor que los motivó para emprender algo grande.
La gente con suerte casualmente son generosas, tienen un inmenso capital social mediante redes y contactos que, a su vez, fomentan oportunidades; ellos mismos, por decirlo de alguna manera, “puentean su suerte”. Son las que dicen “mira que suerte tengo, entre más practico, mejor le pego a la pelota”.
Estas personas son “alivianadas”, tranquilas, abiertas a la vida, dispuestas a experimentar nuevos caminos y vivencias. En el extremo opuesto están aquellas que se consideran desafortunadas y -casualmente- tienden a ser cerradas, criticonas y envidiosas.
Apostar a la intuición
La gente con “suerte” está convencida que la mala fortuna de hoy puede ser la buena de mañana, en este sentido el científico comenta:
“las personas sin suerte tienden a tomar decisiones poco acertadas: confían en quienes no deben y se equivocan a la hora de elegir sus salidas profesionales. Por el contrario, las personas que tienen suerte tienen una curiosa habilidad para depositar su confianza en gente honesta y para tomar decisiones provechosas y eficaces. Estas diferencias dependen de la distinta forma en la que unos y otros utilizan su intuición para tomar decisiones importantes.
Los primeros no suelen confiar en su instinto, intuición o corazonadas. No es que carezcan de todo ello, sino que no lo “fomentan”, no escuchan a su voz interior cuando les dice algo. La gente con suerte es, de nuevo, el polo opuesto. La escucha y la utiliza como un timbre de alarma, como una buena razón para pararse a reflexionar. Al hacerlo, recoge los beneficios de una vida con suerte llena de decisiones acertadas”.
Estas personas toman decisiones con muy poca información, porque le apuestan a su voz interior, y en caso de no acertar no lo toman como fracaso, sino como aprendizaje. Tal es el caso de la creadora de “Harry Potter”, Joanne Rowling, quien sin empleo y viviendo de seguridad social le apostó a su intuición. Lo demás es historia.
Pensar bien
El tercer principio refiere que las personas con suerte, piensan tenerla, crean sus propias profecías de autorrealización, son positivas ante sus expectativas. No se dedican a pensar en lo malo que le ha sucedido en el pasado. Por otro lado, las que se consideran desafortunadas están seguras que el futuro será un apocalipsis, viven pensando en un futuro negro y además que no hay nada por hacer para cambiar esa realidad futura.
Según el autor esta manera de pensar “ejerce una influencia considerable en el pensamiento y en el comportamiento de las personas: determina su afán de lucha para conseguir lo que desean, hasta qué punto van a persistir ante los fracasos o cuál va a ser su actitud ante los demás y la respuesta de éstos (…) Ni la gente con suerte logra sus objetivos por casualidad, ni la que no la tiene está destinada a conseguir nada en la vida. Al contrario, sus planteamientos son responsables en buena parte de sus éxitos y fracasos.”
Las personas afortunadas son las que toman las medidas para evitar males futuros, así pueden convertir “la mala suerte” en algo positivo. No permiten que los inconvenientes los doblegue, así que se mueven con mucha rapidez para tomar el control cuando las cosas se van por un mal camino. Así, los problemas los afrontan con imaginación y creatividad.
La verdadera suerte
Hay gente que dice “existe una gran probabilidad de que si las cosas hubieran ido de otra manera no hubiera encontrado la felicidad, aunque en un principio no lo vi así”, y es cierto, la suerte tiene que ver con la capacidad de ver lo positivo en lo negativo, de leer a la adversidad ente líneas, de ver los infortunios como retos, de aprender a distinguir que el mundo esta repleto de innumerables oportunidades vestidas de adversidades, de abrirse de lleno a eso que la vida ofrece haciendo esfuerzos deliberados por entender de un modo distinto las situaciones comunes y ordinarias.
Cierta es la sentencia de Séneca “no es feliz quien no piensa que lo es”; parafraseándolo yo diría: no tiene suerte el que ignora que por el solo hecho de existir ya es un verdadero suertudo… Vivir, creo, es la mejor de las suertes. ¡Es la auténtica suerte!
Programa Emprendedor
Tec de Monterrey Campus Saltillo
cgutierrez@itesm.mx