La serie que padres y adolescentes deben ver
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La nueva y cruda serie de Selena Gomez toca temas extremadamente delicados (suicidio, violación o ‘bullying’) señalando a los que miran para otro lado
MADRID.- No es una serie sobre el bullying, el suicidio, el machismo, las violaciones o las redes sociales. Es sobre cómo los adolescentes del siglo XXI se enfrentan a todos esos problemas y cómo los adultos son incapaces de verlo. Hablamos de “13 reasons why” (“Por trece razones”), producida por la cantante y actriz Selena Gomez y que ya se puede ver en Netflix.
Gomez no actúa: ejerce de ideóloga e impulsora del proyecto. La ficción, basada en la novela homónima de Jane Asher, cuenta la historia de Hannah Baker, una adolescente que se suicida. Antes de hacerlo, graba horas de cintas (de casete) en las que explica sus 13 razones -asociadas a 13 personas- para morir y se encarga, a través de un macabro juego, de que esos responsables las escuchen.
Hasta ahí, “Por 13 razones” podría pasar como una simple serie de adolescentes avalada por la que fue una estrella de Disney y que, además, es la persona con más seguidores en Instagram del planeta, Selena Gomez. Sin embargo, este drama de 13 capítulos, protagonizado por la casi desconocida Katherine Langford y Dylan Minnette que tras varios papeles secundarios (era por ejemplo el hijo de Jack Shephard en “Perdidos”) da el salto al de protagonista, dista mucho de poder considerarse simple.
Es precisamente eso con lo que juega la serie: la delgada línea que separa esas cosas de adolescentes de un problema real y cómo los adultos, sus padres y profesores, tienden a trivializar esas señales de que algo va mal. No en vano, la productora de la serie, Selena Gomez, tenía uno de esos problemas reales: hace menos de un mes confesaba que era “una adicta a Instagram” y que se sentía “una mierda” cada vez que entraba en esta red social.
Hay dos universos en la serie: los padres, que muchas veces no tienen ni idea de qué pasa realmente en la vida de sus hijos; y los hijos, que no son capaces de confiar en profesores o padres y que se enfrentan a problemas amplificados por la era digital. Ambos conviven en la serie como líneas paralelas que solo se tocan cuando ya todo está hecho y es inevitable.
Estos son algunas de las cuestiones que trata (con los menos spoilers posibles), en las que se reconocerán los adolescentes y de las que, inevitablemente, aprenderán los padres. Y solo por ello, merece la pena verla.
Las violaciones: el eterno ‘no vuelvas sola a casa’ no vale
Una de cada cinco universitarias estadounidenses fueron víctimas de agresiones sexuales en el último año en alguno de los 27 campus universitarios del país, según un estudio de la Asociación Americana de Universidades. Y más de la mitad de ellas ni siquiera lo denunció. En 2014, un informe de la Casa Blanca advertía de cómo los violadores aprovechaban el estado de embriaguez de sus víctimas interpretando que si bebían con ellos es porque tenían un interés sexual y que “un 63% de los responsables de este tipo de delito han confesado que han violado a una media de seis mujeres en su vida”.
Dos capítulos de la serie tratan, con advertencia inicial al espectador por las imágenes explícitas, esta problemática desde la perspectiva de la víctima, su soledad y las dificultades para contarlo e identificarse como víctima, sin culpas. También se centra en la impunidad con la que actúa el agresor, sin pasar de puntillas por el hecho de que pertenece a una familia adinerada, lo que recuerda a la polémica surgida en EE.UU cuando un estudiante de la universidad de Stanford fue condenado a solo seis meses por violar a una mujer inconsciente en una fiesta y solo cumplió tres.
El intolerable ‘ranking’ de ellos: qué chica tiene mejores labios, cuál pechos más bonitos
Hannah es una chica de 16 años y vive en una sociedad que normaliza cosas como los ránkings machistas en los que distintos chicos eligen cuáles de sus compañeras tienen mejores labios, mejores pechos o mejor trasero. Es más, no solo lo normaliza sino que en muchos casos considera que ellas deberían sentirse halagadas. En un momento de la serie, la madre de Hannah descubre horrorizada cómo en los baños de las estudiantes hay pintadas, insultando y con claras alusiones sexuales, refiriéndose a alumnas. La serie deja claro que muchas de las problemáticas a las que se enfrenta la menor le suceden por ser una chica y se enfrenta constantemente a la tendencia de compañeros y adultos que lo ven como una exageración.
La incomunicación: el abismo que separa adultos y jóvenes
No se trata de pequeños problemas de comunicación, de un diario de secretos guardados debajo de un colchón o de películas porno en una recóndita carpeta del ordenador. Ni siquiera de mentiras sobre la hora de llegada o, incluso, sobre qué sustancia se ha tomado en una fiesta. Se trata de ese desconocimiento que tantos padres tienen sobre cómo se comportan realmente sus hijos y cómo prácticamente ninguno está dispuesto a reconocerlo, a plantearse siquiera que quizás su descendencia no sea como cree.
¿Cuántos padres de niños que acosan a otros menores lo saben? ¿Y cuántos lo negarían casi ciegamente si un responsable del instituto se lo dijera? La serie compone varios tipos de padres -los que dudan, los que rechazan absolutamente abrir los ojos o los que justifican a sus hijos- ofreciendo así un espejo, no solo a los adolescentes que pueden reconocerse en varios personajes, sino también a los padres. Y muchas veces ese reflejo no gusta.
El bullying no es solo insultar o agredir
Una parte de la trama de “13 reasons why” tiene que ver con la búsqueda de respuestas de los padres de Hannah. Quieren saber por qué su hija se ha suicidado. Creen que ella sufría bullying en el colegio, que alguien la insultaba o la agredía de forma reiterada. Se enfrentan a esa problemática como una generación que creció sin redes sociales, móviles con cámara o grupos de whatsApp y a los que les cuesta comprender que cualquier cosa una foto, un rumor, una conversación- puede compartirse en segundos a todo el instituto y, sea o no verdad, y tener consecuencias que son absolutamente reales.
No olvidemos que vivimos en tiempos de la posverdad, un término empleado para referirse a grandes acontecimientos como el Brexit o la victoria de Trump pero que, según el diccionario de Oxford, que la escogió palabra del año, “denota circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública, que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”. Quizás suene mundano relacionándolo con una serie de adolescentes, pero la pregunta subyace durante cada uno de los capítulos de la serie. ¿Mentir sobre alguien es bullying?
Las consecuencias de nuestros actos: y si no hubiera…
La premisa de la serie es que esas 13 razones correspondientes a 13 personas de su entorno son las responsables de que la protagonista se suicidara. Y es probable que algunas de ellas, especialmente en los capítulos iniciales, suenen nimios. Que una amistad entre tres personas se rompa porque dos de ellos se conviertan en pareja es algo desgraciadamente habitual y no solo entre adolescentes. Sin embargo, la propia fórmula narrativa de la serie apunta que sin esas acciones aparentemente insignificantes no se habrían producido las más graves.
Una conclusión que se basa en lo hipotético, pero que se asienta en una premisa más cierta y más prosaica y que se podría resumir en la habitual metáfora de las gotas que van llenando el vaso. Sin la suma de todas, el vaso no rebosa. Por ello, la perspectiva de que esa acción que nadie catalogaría como algo grave sí puede serlo deja un poso incómodo en el espectador.
El suicidio: siempre hay opciones
El suicidio es la temática principal, la que sobrevuela por toda la historia y la que más puede aterrar a cualquier padre, especialmente porque ninguno, durante 13 capítulos, es capaz de preverlo. Los adultos de la serie miran pero no son capaces de ver. Existen, sin duda, todas esas razones que llevaron a la protagonista a tomar la decisión de suicidarse y los protagonistas de cada una de las cintas que graba Hannah sufrirán las consecuencias de sus acciones, muchas veces de manera autoimpuesta. Pero también pone el foco en ella y, de manera lo suficientemente sutil para percibirse sin resultar violento, deja claro que tenía otras opciones.
EL DATO
> Antes de suicidarse, la adolescente Hannah graba horas de cintas (de casete) en las que explica sus 13 razones asociadas a 13 personas- para morir. A través de un macabro juego consigue que esos responsables las escuchen