Refugiados en Saltillo, la lucha por empezar de cero
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El viaje que han emprendido fue forzado. Dejaron su país de origen empujados por la violencia —del crimen y del gobierno—, pero no descartan regresar
No es fácil empezar desde cero, pero una persona refugiada lo podría contar con los ojos bien abiertos y la boca a palabras llenas.
En 2014, Saltillo recibió a la primera persona refugiada. Sandra huía de la violencia que sufría en su hogar; una situación no menos grave en comparación con las historias de las personas que hoy llegan de Centroamérica y Venezuela, pero sí un precedente para lo que años después de aquella fecha Saltillo observa y escucha entre sus calles.
La diversidad en las tonalidades de piel y los acentos, fue en incremento.
Norma Ovalle tiene 33 años y aún recuerda cómo era la vida que llevaba como administrativa en un periódico venezolano en el distrito de Carabobo. No olvida a sus perros, y a los que cuidaba en una organización que integraba después de rescatarlos.
“Es duro. Es duro despedirte de tu casa sin saber a dónde iba a llegar. Esa parte mía, de ayudar a los animales y todas las demás cosas se quedaron estancadas ahí. Amaba mi trabajo, me encantaba el área del periódico”, recuerda.
En el inicio del gobierno de Nicolás Maduro, la situación cambió para el periódico. La compra de papel que se hacía a Canadá, a falta de la producción venezolana, se volvió más difícil.
El inventario de papel en el diario en Carabobo tenía un estimado de vida de unos dos años; las secciones disminuyeron, después el tamaño estándar al tabloide, y por fin un día, después de una serie de manifestaciones en la ciudad junto con sus compañeros, la empresa les dijo: no hay más trabajo.
“Solamente se quedarían con periodistas y personal obrero para hacer la venta de reciclaje y mantenimiento, solo por un tiempo, ya después ellos también se irían.
“Eso me ayudó a decidir. No iba a tener trabajo, los campos laborales se habían cerrado, la situación económica era malísima; no había comida, no había medicinas”, dicen las memorias de Norma.
CAMINAR CON ESPERANZA
La migración que han emprendido, ha tomado múltiples formas: en caravana, en solitario, en grupos pequeños, en familias, en parejas: Norma viajó con un grupo que se dispersó entre Ecuador, Colombia y dos venezolanos más que llegaron con ella a México.
“Era, móntate en un autobús, pásate a otro, en ese ‘inter-in’ el poco dinero que puedas traer se te va. Hice una travesía bastante larga y cansada”, cuenta.
Acostumbrarse a usar las palabras con cuidado para no ser malentendida, fue uno de los tantos retos, Norma recuerda que quería ser bien recibida y adaptarse pues iba a comenzar desde cero.
La regularización migratoria en México presentó sus opciones. La primera era para residencia temporal, cuyo precio aproximado es de 5 mil dólares y eso teniendo una oferta de trabajo; sin embargo, la situación de vulneración de los derechos humanos que asegura se vive en su país le dio otra vía: solicitar un trámite ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados
“Es una situación muy fuerte y regresar no está en mis planes inmediatamente. voy a ver cómo me va y si no, me regreso; fue: voy a ir y no regreso, el tema de arreglar mis papeles no era negociable”, expresa.
Huir de la violencia
Saúl Nahoto, cuenta una historia similar en su situación de regularización migratoria, ambos corrían riesgo, pero las complejidades que atraviesa Latinoamérica son diversas.
Fue el 15 de enero cuando Saúl se reunió en San Pedro Sula, en Honduras, con la Caravana Migrante que llegó a Piedras Negras el pasado 4 de febrero.
Ser un joven de 21 años, miembro de la comunidad Lésbico-Gay-Bisexual-Transexual-Travesti-Transgénero complica la situación en un país asediado por las pandillas de la Mara.
“Al igual que otros, cada día, los de la comunidad LGBT sufrimos violencia, pero también discriminación y falta de oportunidades”, recuerda Nahoto.
“Es duro dejar a la familia y viajar a otros rumbos; en el camino se sufre sed, hambre, cansancio”, dice sobre su recorrido con la Caravana.
Fue en un cartel en Saltillo que Saúl se enteró sobre la existencia de ACNUR, la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados que desde 1950 ha acompañado a la población refugiada por acuerdo de la Asamblea General de Naciones Unidas, y también se encarga de vigilar el no retorno involuntario de esta población.
Después de dejar a la Caravana en Saltillo y viajar a Monterrey durmiendo una noche afuera de su terminal y sin dinero, decidió regresar al punto donde vio el cartel celeste para recomenzar.
Trabajo y esperanza a un par de guerreros
Tanto Saúl como Norma, ya están incorporados en la vida laboral de Saltillo, a tres mil kilómetros de Honduras y a 15 horas de Venezuela, ambos dicen que la idea de regresar no es próxima; su vida no está segura en ninguno de esos dos países.
Norma asegura que las personas migrantes o refugiados no vienen a México a quitarle el trabajo a nadie, Norma lo subraya.
“Nosotros venimos con la plena idea de luchar para ayudar a nuestros familiares. Lo que está aquí, lo que hoy gano es para mandar para allá, para la gente que depende de mí. No todos somos malos, no todo lo hacemos mal; hay sus excepciones como en todo el mundo y en todos lados”, y agrega el ánimo de que las personas, independientemente de la nacionalidad y que estén en su situación tengan paciencia, fuerza y resistencia.
Por su parte, Saúl agrega: “Le digo a las personas que siempre confíen en Dios, él es el único que está con nosotros y que si es necesario llorar que lloren, porque eso nos ayuda a desahogar las tristezas que se viven en este camino”.
DISCRIMINACIÓN EN REDES
Alberto Xicoténcatl, dice que aunque aparentemente la discriminación se eleva en las redes sociales, hoy por hoy la sociedad se mantiene tranquila cuando no ve a grandes grupos; sin embargo, la erradicación debería ser empleada por el Gobierno.
Por último, el activista dice que aunque estos son un sustento importante, no es necesario ubicarse en lo establecido en los acuerdos internacionales para la defensa de los derechos de las personas refugiadas o migrantes, pues la Constitución Mexicana es clara, y señala que cualquier persona que se encuentre en el territorio mexicano gozará de los mismos derechos, salvo los que estén contemplados en leyes secundarias.
“Cuando una persona pisa México está sujeta a esta ley, a la Constitución Mexicana; no ve si eres chino, japonés, hondureño. Entonces el Estado Mexicano tiene la obligación de promover, proteger y garantizar los derechos humanos de la población que está dentro del territorio,” dijo.
Señaló que es un hecho que la ayuda de alimentación, vivienda, la seguridad y la protección para las personas refugiadas es un acto legal y de respuesta a lo que se establece en las normas.
Refugiado y migrante: las profundas diferencias
Alberto Xicoténcatl, director de la Casa del Migrante de Saltillo, dice que a diferencia de la población migrante, la población refugiada se caracteriza por abandonar su país debido a causas distintas a la generación de dinero, y su objetivo principal es huir, y no necesariamente llegar a Estados Unidos.
El activista agrega, que si se pusieran en una balanza estas características, al menos el 90 por ciento de la población migrante, que ha aumentado a 150 personas por día en la Casa del migrante, podría sería refugiada.
De acuerdo con Xicoténcatl, debido a que la delegación del INAMI, que funciona como oficialía de partes sobre el proceso está en Saltillo, es que los solicitantes de refugio han querido quedarse en Saltillo, y a su vez, prefieren tener la compañía legal y de acceso a derecho de la Casa del Migrante y de ACNUR.
En sus datos abiertos, la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación dice que en 2018, 17 mil 116 personas extranjeras solicitaron refugio en México, de las cuales tres mil 911 han declarado sus causas de huida.
VIOLENCIA LO QUE LO SACA
El 55 por ciento manifestó que su salida fue por violencia generalizada; el 10 por ciento por conflictos internos, y otro 10 por ciento por violencia masiva a derechos humanos; el resto de otros once conceptos de conflictos político, religiosos, ideológicos, de identidad u orientación sexual.
Desde febrero, cuando se inauguró la Casa del Refugiado, resultado de un esfuerzo entre ACNUR, la Casa del Migrante y el municipio de Saltillo, han llegado hasta sus instalaciones a iniciar un proceso entre 25 y 35. Por una parte, la Casa del Migrante les da asesoría y ayuda humanitaria, y ACNUR las acompaña con la meta de una semana para integrarlas al campo laboral que oferta Saltillo.
Alguna vez, Sebastián Salgado, fotógrafo de migración en 40 países le contó a Eduardo Galeano “que toda esa inmensa desventura humana cabe en apenas un segundo”; se sorprendía de que el retrato de dicha desventura que resulta en migración lograra ser capturada en un segundo por la luz de su lente.
PEÑA NIETO Y OBRADOR; CARAS DEL MISMO MAL
La organización que dirige Alberto Xicoténcatl no nota los cambios en las actividades dentro de las instituciones como el Instituto Nacional de Migración o la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados con el cambio de Enrique Peña Nieto a Andrés Manuel López Obrador como titulares ejecutivos de estas instancias.
Persisten los presupuestos bajos e incluso recortados en ambas instituciones, e incluso a otras organizaciones que surgen como refugios migrantes ubicados en las fronteras.
“Se mantienen las mismas malas prácticas, y pasa con el Instituto Nacional de Migración”, Alberto dice, que además de que en ventanilla se les trata tan mal a los defensores como a los solicitantes, el personal se ha visto rebasado en los criterios legales para desarrollar las regulaciones migratorias.
NÚMEROS
-En sus datos abiertos, la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación dice que en 2018, 17 mil 116 personas extranjeras solicitaron refugio en México, de las cuales tres mil 911 han declarado sus causas de huida.
-En Saltillo, la Casa del Migrante pasó de acompañar 250 solicitudes en 2017 a 350 solicitudes de refugio en 2018.
-De las solicitudes, menos del 20 por ciento han sido respondidas correctamente, a las personas provenientes de países como Honduras, Venezuela, Nicaragua y El Salvador.