Vivo absolutamente en mi imaginación, dice James Ellroy
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Ellroy está en Barcelona para recibir el premio Pepe Carvalho de novela negra.
Conocido por su célebre cuarteto de Los Ángeles, que incluye novelas como "La Dalia Negra", "L.A. Confidential" o "Jazz blanco", James Ellroy asegura que escribe "para contar historias" y confiesa: "vivo absolutamente en mi imaginación”.
Ellroy está en Barcelona para recibir el premio Pepe Carvalho de novela negra y, en una entrevista con Efe, revela que nunca se ha preguntado por qué escribe pero, tras un momento de reflexión, proclama: "Quería poder contar historias y vivo absolutamente en mi imaginación”.
Ellroy, genio inseparable de sus gafas quevedescas y sus camisas hawaianas, afirma que nunca se preparó para ser escritor, aunque su "voluntad" y su "intuición" le decían que "podía hacerlo", y describe gráficamente esa situación: "He ido a esta presa como un tigre, como un perro, como un rotweiller”.
Preguntado sobre si se considera "el mejor escritor de Estados Unidos", Ellroy responde: "pocos lo pensarán porque se me ha encasillado en la novela negra”.
En ese punto, sale el Ellroy más irreverente: "¿qué más da lo que la gente piense?. Lo importante es lo duro que trabajes, lo que intentas, porque yo escribo para mí, para Dios, para los pocos amigos que aún tengo y para Helen, mi ex mujer", con la que ahora ha vuelto a convivir en Denver (Colorado).
Ellroy acepta de muy mal grado preguntas sobre la actualidad política. "Quiero vivir y recrear la historia, quiero vivir la vida de los años 40 y 50 y principios de los 60, quiero volver al tiempo previo a mi vida", señala el autor, interesado en aquella vida tal como la percibió cuando era niño o joven.
Hay además una preocupación estilística, ya que le gusta "vivir en el lenguaje del pasado, sin estar constreñido por la actitud actual del lenguaje”.
Sólo así se explica que Ellroy quiera habitar en la Segunda Guerra Mundial, en los grandes conflictos que marcaron la historia del mundo en el siglo XX: "El mundo de hoy no me interesa para nada”.
Durante la entrevista, Ellroy lanza pequeños ladridos, imitando a un perro, un buen termómetro de su estado de ánimo, como cuando gruñe ante la posibilidad de recibir algún día el Nobel: "No se puede controlar lo que la gente piensa o lo que los críticos digan, y hoy voy a recibir el premio del BCNegra, que no es el Nobel, pero si crees que escribes para recibir premios y que te bese el rey de Suecia, estás equivocado”.
Asegura que no le importan los autores actuales, ni tampoco los de sus lecturas de juventud, como Mickey Spillane, de cuyo detective, Mike Hammer, apunta que le gusta que se dedique a matar comunistas, pero "son obras bastante tontas de principios de los 50"; y no corren mejor suerte Chandler o Ross Macdonald.
"Tenía 11 años cuando leí esas novelas, no han tenido influencia en mí. Lo importante es romper con todo lo que lees", proclama Ellroy, que hoy se dedica a "releer biografías o historias militares antiguas, o historias de crímenes reales de antaño”.
Después de abrir el segundo cuarteto de Los Ángeles con "Perfidia", Ellroy ya ha acabado la segunda entrega ("This Storm"), para cuya promoción tiene pensado volver a España el próximo año, en la que "se demostrará que el auténtico protagonista y héroe de la primera, William H. Parker, es el más grande policía de todo el siglo XX”.
En esta segunda novela, adelanta Ellroy, la acción empieza en la nochevieja de 1941 y transcurre hasta la primavera de 1942 entre Los Ángeles y la mexicana Baja California.
"El argumento nos lleva a los inicios de la II Guerra Mundial, con elementos quintacolumnistas, la guerra en Europa, la lucha en México con el presidente Plutarco Calles y Lázaro Cárdenas como protagonistas, los comunistas y el fascista Salvador Abascal", resume el autor de "El gran desierto”.
Descontento con las adaptaciones al cine de sus novelas, de las que salva "L.A. Confidential", comenta que "lo bueno es que te aportan más lectores, y eso significa dinero gratis”.
De sus lectores, "mayoritariamente hombres", dice que están dispuestos a "someterse a una experiencia obsesiva de lectura", porque sus libros "exigen concentración, pensar, son demasiado apasionados".