Águila de Oro: el barrio de los tejedores en Saltillo

Coahuila
/ 7 octubre 2021
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Entre hilos, telares y puntadas, este barrio ha tejido su historia como cuna del sarape en la ciudad. ¿Por qué los antiguos artesanos eligieron instalarse en el Águila de Oro?

En este barrio céntrico, la historia se teje, no se escribe. El pasado de la colonia Águila de Oro, se guarda con nudos y encumbra la cultura del sarape.

Los límites del Águila de Oro abarcan desde la calle de Abasolo al oriente y hasta Guerrero al poniente. Al norte hasta la calle De La Fuente y al sur donde topa la loma del Parque Mirador.

Si queremos adentrarnos en este barrio es obligatorio recorrer su calle principal, Simón Bolívar, vialidad que cruza de oriente a poniente y serpentea la meseta del Mirador.

En los siglos XIX y XX esta calle sirvió como camino a Zacatecas. Por ella transitaban carretas cargadas de leña o mercancía provenientes de zonas rurales con destino al centro de la ciudad.

Al ser vía de paso, esta calle fue ideal para la instalación de varios talleres textiles a finales del siglo XIX. Así este barrio comenzó a elaborar la artesanía más representativa de la ciudad: el sarape. Aunque también elaboraban frazadas y cobijas de lana de borrego y algodón.

La presencia de tejedores en la calle Bolívar fue tal, que por las veredas rodaban las pelusas de lana que se escapaban de los talleres, así lo refiere un artículo publicado por los arquitectos Juan Flores Ríos, Arturo Ruiz Juárez y Martín López.

Los artesanos exploraron diseños de animales, figuras y variedad de colores. Aunque el auténtico sarape saltillense se caracteriza por el diamante al centro y los matizados en ocho tonos, tal como lo mandó la herencia tlaxcalteca.

La cultura del tejido en el barrio Águila de Oro no se ha deshilachado. Hoy la formación de tejedores continúa gracias a la Escuela del Sarape “La Favorita”, ubicada en la antigua fábrica de sarapes y cobijas que desde 1920 hasta 2008 fue una de las más prestigiosas de Saltillo.

Actualmente, al pasear por el Águila de Oro es inevitable que los colores exploten a la vista y que se sienta como si un sarape se echara sobre los hombros.

Las antiguas edificaciones de adobe y techos de madera gritan las historias anudadas en sus entrañas.

A un costado de la Escuela del Sarape está el mural dedicado a un tejedor con más de 60 años de experiencia. De su corazón se desprende un hilo que conforma una costura de sarapes largos y coloridos.

Como este mural hay otros 40 que narran la historia del barrio. En 2017 el Colectivo Tomate, radicado en Puebla, llegó a Saltillo con el objetivo de reavivar el pasado y la cultura del Águila de Oro, un barrio que debe su nombre a una tienda.

El origen del nombre

Cuando te dicen que a un barrio le dicen Águila de Oro es imposible no pensar, que al visitarlo, a la vuelta de cada esquina puedas encontrar la escultura de un águila real con sus alas doradas extendidas a punto de echar vuelo.

Pero la imaginación miente y se deja llevar. Aquí no hay un águila, mucho menos de oro. El águila más cercana a este barrio es la ubicada en la entrada del Museo de las Aves, a unos cinco minutos caminando desde la calle Bolívar, aunque aquel águila nada tiene que ver con el barrio.

En realidad, el nombre se debe a una tienda de abarrotes que se llamó Águila de Oro y que fue famosa en el lugar, en la esquina de las calles Matamoros y Bolívar. Perteneció a Don Luis Flores, personaje que tenía una participación constante en el desarrollo del barrio, aunque no específicamente a lo que la industria textil se refiere .

No se tiene la fecha exacta, pero historiadores consideran que la tienda pudo haber estado a inicios del siglo XX, quizá entre 1920 y 1930. Hoy, en esa misma intersección existe una abarrotería, aunque su nombre es “La Paz”.

Pero antes de ser el Águila de Oro, el nombre original de este barrio textil fue: Guanajuato. Esto porque en 1835, cuando la zona comenzó a poblarse, una de sus vialidades principales se llamaba Calle Real de Guanajuato.

Por eso decimos también que este es uno de los barrios más antiguos del Saltillo moderno. Y como no podía ser de otra manera, tiene misterios, historias inexplicables, leyendas.

Como la del Rey Dormido, un hombre que vivía en este barrio durante la intervención estadounidense en Saltillo (1846-1848). El protagonista es un hombre llamado Simón Casimiro Flores de Melona, que asesinó a varios soldados norteamericanos.

Simón hacía amistad con los extranjeros, los invitaba a algún prostíbulo cercano y una vez ebrios los llevaba al arroyo de Guanajuato para matarlos. Las versiones indican que a Simón lo capturaron y luego huyó.

Otra historia a voces es la del cura que se aparece después de la medianoche. Se dice que en la madrugada viajaba en carruaje para visitar la casa de una mujer que vivía en la calle Bolívar. Una noche de tormenta, camino al barrio, los caballos desbocaron a un barranco y el cura murió con la cabeza cercenada. Desde entonces su alma pena y asusta a quien pase cerca del lugar de su fin.

En otra manifestación, una mujer vestida de negro que recorre la calle de Bolívar, porta una bolsa y sale entre las casas con paso firme. Si la mujer flota o se desvanece cual neblina, nadie lo sabe.

Pero más allá de estos personajes de leyenda, hay otros con un arraigo muy marcado tanto con el barrio como con la ciudad, y no han sido tejedores. Francisco “Carretas” Pérez, nació en 1928 y durante su niñez vivió en la calle Bolívar, más tarde se convirtió en coach del equipo de beisbol Saraperos de Saltillo en 1970. Pero a él le vamos a dedicar su propio espacio.

Ya sea para ir a ver los sarapes, escuchar leyendas o ver murales, el barrio Águila de Oro mantiene una invitación constante para recorrer sus calles.

*Con información de Carlos Recio, Pablo Cuéllar, Juan Flores Ríos, Arturo Ruiz Juárez, Martín López, Archivo Municipal de Saltillo.

EL DATO

El sarape es producto de la creatividad de los tlaxcaltecas que fueron traídos para colonizar el norte del país.

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