Coahuila: ejidos van a terminar desapareciendo, señalan habitantes
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Doña Altagracia vive en una de las únicas casas habitadas en el ejido La Campana. La segunda casa habitada en La Campana es la de su hijo, Javier.
En todo el ejido se pudieron contabilizar unas veinte casas y palapas que cada fin de semana son visitadas por familias que radican en Monterrey, Saltillo o Ramos.
En ese ejido se perforó un pozo de agua durante la segunda administración municipal de Erasmo López de 1984 a 1987, sin embargo, no estaba habilitado para el bombeo de agua hasta dos años después.
Doña Altagracia mencionó que el agua que se logra extraer de ese pozo está azufrosa: lo sabe por cómo huele el líquido.
“Mi hijo me trae agua de San Miguel, me trae garrafones de agua porque la de allá es dulce y la de aquí está azufrosa, esa yo no me la tomo, aunque a veces si la usamos para cocinar, declara la mujer de unos 80 años.
“¡Los ejidos van a terminar desapareciendo!”, gritó Javier, su hijo y explicó que como ya no hay sembradíos ni sustento para el ganado, los alimenta con nopales: “de esos si hay muchos”, dice.