Miguel Ángel Vitela, el taxista que hoy lucha por sobrevivir en las calles de Saltillo
Miguel Ángel Vitela Orozco, un ex taxista de 67 años, se encuentra en la calle tras el rechazo de su familia y problemas en un asilo. Su historia resalta la dura realidad de muchos adultos mayores en México, expuestos al abandono y la discriminación
A sus 67 años, Miguel Ángel Vitela Orozco, conocido entre sus amigos y colegas como “Pinpon”, enfrenta una realidad que nunca imaginó. Después de una vida dedicada al volante, transportando historias y personas en su taxi por las calles de Saltillo, la vejez lo encontró sin el apoyo de su familia y sin un techo donde guarecerse.
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Hoy, Miguel Ángel duerme en las calles, específicamente en un OXXO de Fundadores, al lado de la gasolinera de Juan Navarro, intentando subsistir y con la esperanza de encontrar una segunda oportunidad.
Aunque los abuelos son figuras clave en las familias mexicanas, muchos adultos mayores en el país sufren abandono y maltrato.
El maltrato a los adultos mayores en México es tan grave que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) aboga por su bienestar, al igual que por otros grupos marginados como la comunidad LGBT+ y las personas víctimas de racismo.
Los adultos mayores tienen derechos fundamentales como acceso a salud, alimentación, transporte y vivienda, necesarios para una sociedad que defiende los derechos humanos. Sin embargo, la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2022 revela que 4 de cada 10 personas mayores han visto negados sus derechos en los últimos cinco años. Además, 4 de cada 10 enfrentaron discriminación al buscar trabajo, lo que causó problemas económicos, y 7 de cada 10 mujeres mayores fueron discriminadas por su edad.
Miguel Ángel fue taxista durante toda su vida, un oficio que le permitió llevar el pan a la mesa y criar a sus hijos. Sin embargo, cuando la edad comenzó a pesarle, sus hijos decidieron enviarlo al asilo de ancianos Casa del Buen Samaritano, operado por Cáritas de Saltillo A.C. Aunque nunca sufrió maltrato en el asilo, Miguel Ángel relata que la comida era insuficiente para un hombre de su edad. “Una comida al día consistía en menos de un plato de lentejas, dos tortillas y un vaso de agua”, recuerda.
Desesperado por la escasez de alimentos, Miguel Ángel comenzó a hurtar comida de la cocina del asilo, una acción que, según dice, lo llevó a que le informaran que sería “dado de baja” del lugar. Sin otra opción y al no ser aceptado de nuevo en casa de sus hijos, Pinpon se vio obligado a buscar refugio en las calles. Desde entonces, sobrevive como puede, durmiendo en las frías banquetas y dependiendo de la generosidad de los extraños para conseguir algo que comer.
“Si alguien me da una oportunidad de volver a ser taxista, puedo levantarme solo”, afirma con convicción. Miguel Ángel no pierde la esperanza de volver a trabajar, de recuperar su dignidad y su independencia. Pero mientras tanto, necesita ayuda. Ropa limpia, alimentos o cualquier gesto de solidaridad pueden hacer una gran diferencia en su vida.
La situación de Miguel Ángel no es única; refleja la difícil realidad que enfrentan muchos adultos mayores en nuestro país, quienes tras haber trabajado toda su vida, se encuentran desamparados en su vejez. Su historia es un recordatorio de la importancia de la empatía y la solidaridad en nuestra comunidad.
Si usted desea ayudar a Miguel Ángel Vitela Orozco, puede comunicarse con él al número 844-537-3118.
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