Mujer saltillense, con más de seis décadas de montar a caballo
A los cinco años de edad, María Irma Eloísa Echevarría Jiménez recibió de regalo un caballo y desde entonces este deporte es su pasión
A los pocos años de edad, María Irma Eloísa Echevarría Jiménez disfrutó los primeros trotes a caballo sentada en el regazo de su padre. A los 5 años recibió como regalo su primer caballo, al que llamó “Plátano” por su color; desde entonces, han pasado 61 años, sigue cabalgando, y así seguirá mientras la salud se lo permita.
Sus padres fueron el ingeniero Javier Echevarría Villagrana y la señora Irma Jiménez de Echevarría, quienes vivían en Torreón. Por 1955-1956 su padre llegó a Saltillo por motivos de trabajo y de inmediato entró en contacto con la Asociación de Charros de Saltillo; ella nació en esta capital en 1956.
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“Somos dos hermanas y cuatro hermanos, solo yo me dediqué a esto, a mis hermanos les encanta la charrería y me acompañan. Me acuerdo que papá me traía en el caballo, en sus piernas, en la montura, desde entonces no me he bajado del caballo, siempre han habido en mi familia uno o dos”, relata.
Era un caballo maduro, porque era muy tranquilo, de 15 ó 16 años y convivió con él hasta el segundo o tercer año de Primaria, cuando murió de un cólico. De inmediato su padre le compró otro, “El Prieto”, que murió después de largos años de cabalgar juntos.
Luego cabalgó junto a “Juguete”, “El Cupido”, regalo de su esposo Arnulfo Garza Tijerina. Le siguió “El Lebrel”, “El Ausente”, “El Pecas”, “El Gavilán”, que murió el año pasado, y su marido le acaba de regalar una yegua, “La Bonita”.
Recuerda que en los años 60 se formó la primera escaramuza de la Asociación de Charros de Saltillo, integrada por un grupo jovencitas hijas de charros de la asociación, no completaban el equipo y como ella montaba con su papá, la invitaron a unirse.
“Era una niña, tendría 8 ó 9 años cuando formé parte de la escaramuza y desde entonces estoy en ella, ha sido mi único grupo. Antes se llamaba Charras de Saltillo, pero después de un viaje a Cuba y otros a Italia y España, el señor Macario González nos puso la Escaramuza Internacional de Saltillo”, recuerda.
“Hemos ganado campeonatos nacionales, un tercer lugar, hemos estado en muchos campeonatos nacionales en la tabla de 18 escaramuzas, en muchos hemos estado a finales de la tabla, una vez no pasamos al nacional, pero esto es así, no andamos en moto, andamos en seres vivos, eso es lo emocionante de una escaramuza, que no sabemos qué va a pasar en cada actuación”, agrega.
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Las integrantes de la Escaramuza Internacional de Saltillo compiten para mejorar ellas mismas como grupo y la calificación de cada campeonato anterior. En toda una vida dedicada a ser mujer charra, ha tenido varios accidentes al ejecutar las suertes. El más peligroso fue cuando el caballo se paró sobre las patas traseras, azotó y cayó sobre ella, quien resultó con lesiones en el esternón y estuvo indispuesta cerca de un mes. “¿Cuándo he dejado de montar?, cuando he tenido a mis hijos”, afirma.
Javier, Eloísa, Diego e Isabel, quien es la Reina de la Asociación de Charros de Saltillo, apoyan a su madre en este deporte, en el que cada integrante del grupo se prepara físicamente. Caminan, trotan, van al gimnasio y practican yoga para mantenerse en forma, por ejemplo.
“Nuestra actuación dura máximo 7-8 minutos, para esa actuación practicamos 2 ó 3 veces a la semana, de 2 a 2 horas y media cada vez que practicamos. Unas personas dicen que quien hace el ejercicio es el caballo, no, nosotros también tenemos que estar en condición para estar en sintonía con nuestro caballo y dar una buena dirección en la rienda”, explica.
Ser parte de una escaramuza le ha dejado enseñanzas, por ejemplo, el respetar este deporte y desde que se convirtió en Patrimonio de la Humanidad, eso les acarrea mayor responsabilidad y orgullo a la vez por portar el atuendo indicado y por cuidar que los caballos estén perfectamente ataviados con los arreos autorizados.
“Nos vestimos por reglamento, no podemos usar cualquier tela, ni cualquier adorno, eso es una parte muy importante de respetar nuestro deporte, nuestras compañeras y el trabajo en equipo. Si alguien quiere sobresalir o demostrar que monta mejor que las demás, se acabó el trabajo en equipo, tenemos puntos malos, infracciones y ya no se cumplió con el objetivo”, advierte.
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Echevarría Jiménez, quien fue homenajeada en el XXXIX Gran Torneo Nacional Charro de Aniversario del Lienzo Charro “Profesor Enrique González, que se llevó a cabo en esta ciudad, competencia que lleva su nombre, aclaró que no tiene pensado dejar de montar.
“Todavía lo puedo hacer, no me siento mal, necesito montar, mi cuerpo necesita ese ejercicio. Voy a seguir montando mientras pueda hacerlo, ahorita no me pienso bajar del caballo”, dice.
“Si me siento mal anímica o físicamente, vengo a montar y me siento muy bien”, dice, al asegurar que realmente hay una liga de afecto y una conexión con el animal. Por ejemplo, si sueltan un poco la rienda, el caballo sabe qué ejercicio sigue. “Es impresionante, a mí se me puede olvidar dónde dar vuelta, pero el caballo sabe lo que tiene que hacer”, concluyó.
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