“Tengo la suficiente capacidad para desempeñarme”, el soldador de 77 años que sigue fiel a su labor en Saltillo
José Luis Carranza Martel tiene más de seis décadas trabajando de soldador, ahora en su taller ubicado en la calle General Eulalio Gutiérrez 1291
Las chispas saltan sobre la mesa de trabajo. Con la mano derecha, José Luis sostiene una pinza que muerde un electrodo, una varita mágica con la punta luminosa a punto de lanzar un hechizo sobre la pieza de aluminio. Con la izquierda, agarra una placa de vidrio oscuro para protegerse los ojos. Cuando acaba el fogonazo, el metal reposa, cicatrizado, transformado, regresado a la vida de herramienta útil.
Este es el trabajo que José Luis Carranza Martel, de 77 años, ha realizado en más de 6 décadas. Con sus manos, ingenio y utensilios restaura el cuerpo metálico de innumerables piezas en su taller ubicado en la calle General Eulalio Gutiérrez número 1291, entre La Llave y Lafragua. Hace 10 años que abrió este local de fachada blanca de ladrillo, portón del mismo color y letras negras, delgadas, en mayúsculas: “TALLER. SOLDADURA DE ALUMINIO. CEL 8441182173”.
Don Luis nació en San Luis Potosí y llegó a Saltillo cuando tenía 15 años, en compañía de su familia. Aquí aprendió el oficio de la soldadura en pequeños talleres del centro. Después se independizó para trabajar por su cuenta y en más de 60 años no ha requerido ayudantes.
De sus cuatro hijos, solo el varón heredó sus conocimientos.
“Llega un cliente y nunca le digo ‘no se puede hacer’, tengo la suficiente capacidad para desempeñarme y que el cliente se vaya contento con mi trabajo”, expresa.
“Yo lo difícil, lo hago fácil”, dice como un mago que no revela su secreto pero señala una dedicación inquebrantable, como la vez que reparó y llevó un globo de batidora mecánica y le dieron trabajo en la desaparecida tienda Gigante, y después los panaderos lo recomendaron en otros establecimientos.
Aunque las chispas saltan y la luz aparece y desaparece, no hay ningún truco bajo la manga: “Nunca me tocó una chamba difícil como para darme por vencido o decirle a un gerente o cliente que no puedo hacer eso, sería una vergüenza”, dice rodeado de herramientas y estructuras metálicas en su taller que abre de lunes a viernes de 08:00 a 18:00 horas, y los sábados de 08:00 a 17:00 horas.
SALTILLO, COAH.- Las chispas saltan sobre la mesa de trabajo que, por un instante, como en un acto de magia, desaparece por la abundancia de luz. Con la mano derecha, José Luis sostiene una pinza que muerde un electrodo, una varita mágica con la punta luminosa a punto de lanzar un hechizo sobre la pieza de aluminio. Con la izquierda, agarra una placa de vidrio oscuro para protegerse los ojos. Cuando acaba el fogonazo, el metal reposa, cicatrizado, transformado, regresado a la vida de herramienta útil.
Este es el trabajo que José Luis Carranza Martel, de 77 años, ha realizado en más de seis décadas. Con sus manos, ingenio y utensilios restaura el cuerpo metálico de innumerables piezas en su taller ubicado en la calle General Eulalio Gutiérrez número 1291, entre La Llave y Lafragua. Hace 10 años que abrió este local de fachada blanca de ladrillo, portón del mismo color y letras negras, delgadas, en mayúsculas: “TALLER. SOLDADURA DE ALUMINIO. CEL 8441182173”.
Don Luis nació en San Luis Potosí y llegó a Saltillo cuando tenía 15 años, en compañía de su familia. Aquí aprendió el oficio de la soldadura en pequeños talleres del Centro. Después se independizó para trabajar por su cuenta y en más de 60 años no ha requerido ayudantes. La calidad de su trabajo es su carta de presentación, dice con una sonrisa oculta por el cubrebocas, pero evidente en los ojos que han visto de cerca la magia del fuego.
“Llega un cliente y nunca le digo ‘no se puede hacer’, tengo la suficiente capacidad para desempeñarme y que el cliente se vaya contento con mi trabajo”, expresa y explica que esas varitas son electrodos de 6013 para los trabajos más comunes de soldadura, como herrería en puertas, escaleras, rejas, entre otros, y aclara que también realiza trabajos de soldadura especial, con electrodos 7018, que son su fuerte, como aluminio monoblock, en campanas, equipos de panadería, piezas mecánicas.
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“Yo lo difícil, lo hago fácil”, dice como un mago que no revela su secreto, pero señala una dedicación inquebrantable, como la vez que reparó y llevó un globo de batidora mecánica y le dieron trabajo en la desaparecida tienda Gigante, y después los panaderos lo recomendaron en otros establecimientos en los que reparó y dio mantenimiento a maquinaria.
En Saltillo, don Luis Carranza procreó cuatro hijos, María Elena, de 52 años, Luis Alberto, de 50 años y quien heredó los conocimientos y técnicas de su padre y ahora “es más competente que yo”; Norma Leticia, de 45 años; y Olga Lidia, de 42 años.
Aunque las chispas saltan y la luz aparece y desaparece, no hay ningún truco bajo la manga: “Nunca me tocó una chamba difícil como para darme por vencido o decirle a un gerente o cliente que no puedo hacer eso, sería una vergüenza”, dice rodeado de herramientas y estructuras metálicas en su taller que abre de lunes a viernes de 8:00 a 18:00 horas, y los sábados de 8:00 a 17:00 horas.