Fernanda intentó quitarse la vida en Saltillo y le dijeron: ‘no es una verdadera emergencia’
El suicidio es un problema en Coahuila que en 2021 presentó una tasa de 13.1 muertes por cada 100 mil jóvenes de entre 15 y 29 años. Esta es la historia de una chica a la que el Estado, el sistema de salud y las políticas públicas le fallaron
En octubre de 2022, Fernanda Alvarado intentó quitarse la vida. Al contar su historia, se frota las muñecas con inquietud, pero narra con valentía lo que otros contarían entre murmullos porque las ganas de morir la sumergieron tanto en el silencio que solo le quedó atreverse a levantar la voz.
Fer tiene 19 años y vive en Saltillo, Coahuila, una ciudad donde ha dejado de sorprender cuando en los periódicos se lee: “Imparable ola de suicidios; en menos de 5 horas, tres personas se quitan la vida” o “Cada semana, 12 personas intentan quitarse la vida; más de uno lo logra”.
“Yo me encuentro en un punto muy liberal en este momento. Porque siento que es muy difícil para (los) chavos sobrellevar esto. Quiero platicarlo para que los demás piensen y para que sepan que esto está pasando”, dijo con tal fuerza que las personas en las mesas a su alrededor pasaron de comensales a audiencia en vivo de la entrevista.
Fer forma parte de una generación considerada disruptiva, –la generación Z tiene actualmente entre 10 y 25 años–. Según un informe de Pew Research en 2020, siete de cada diez miembros de la generación Z dicen que el gobierno debería hacer más para resolver problemas.
Mientras la sociedad se cuestiona: ¿qué está causando la ola de consciencia sobre salud mental a la que empuja la Generación Z?, su excesivo compartir de todo lo que les aflige indica que la pregunta correcta es otra. ¿Cómo falla el Estado en incluir la salud mental como extensión del derecho a la salud?
De acuerdo con cifras reportadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 2021 hubo 8 mil 351 fallecimientos por lesiones autoinfligidas en México. Esto representa una tasa de 6.5 por cada 100 mil habitantes. El suicidio es la cuarta causa de muerte entre personas de 15 a 29 años, según las últimas estimaciones de la OMS.
La generación Z es más abierta a reconocer problemas de salud mental y más propensa (37 por ciento), junto con los millennials (35 por ciento), a reportar que han recibido tratamiento o terapia de un profesional, en comparación con el 26 por ciento de la generación X y el 22 por ciento de los baby boomers, según la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés).
La responsabilidad del Estado
El Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales establece que toda persona tiene derecho a la salud, entendida como el disfrute del más alto nivel de bienestar físico, mental y social, e indica que la salud es un bien público (artículo 10).
Marca a los Estados como responsables de regular y fiscalizar la prestación de los servicios de salud para lograr una efectiva protección de los derechos a la vida y la integridad personal.
El suicidio no es una epidemia, porque no abarca solo a cierta población y no es contagioso. Pero sí es una conducta imitativa. Así lo planteó Rocío Martínez, especialista en tanatología, instructora certificada en suicidología y fundadora del grupo basado en Saltillo ‘Abraza tu Vida’ que brinda apoyo a personas luchando con ideación suicida, sobrevivientes de intención suicida y acompañamiento a familiares de personas que fallecen por suicidio.
“Está mal visto por la iglesia, culturalmente, socialmente y hasta en el área de la salud, hablamos de un problema. Esto nos hace esconder las cifras que hay de intentos de suicidio”, explicó Martínez.
Si te interesa este tema, tal vez quieras leer la investigación de nuestro Semanario: Sin presupuesto para la desesperanza: aumentan suicidios en jóvenes.
El hermano menor de Martínez falleció por suicidio en enero de 2021. Desde antes ella ya había recibido entrenamiento en suicidología, pero narró que en ese momento no podía darse cuenta “porque no había indicios”.
“Es como un rompecabezas y probablemente tú tienes la parte que lleva al trabajo y la otra persona la parte de la casa. Todas esas cositas se van enganchando ya cuando las personas mueren. Es cuando comenzamos a opinar de las actitudes que vemos día a día y armamos ese rompecabezas”, explicó.
Existen precedentes sobre cómo los Estados miembros de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (20 reconocen la competencia del organismo) son responsables por el bienestar psicológico de sus poblaciones. Y la Corte ha dejado clara la relación entre el derecho a la integridad personal y el derecho a la salud.
En las conclusiones de la Sentencia del 1 de septiembre de 2015, en el Caso González Lluy y otros Vs. Ecuador, la violación de derechos por la que se responsabilizó al Estado se centra en la integridad psíquica y moral.
Más fácil decirlo que hacerlo. La experiencia de Fernanda exhibe las omisiones en el sistema de salud mexicano que, para ella, pudieron significar la diferencia entre la vida y la muerte, pero que fueron fatales para las 293 personas que fallecieron por suicidio en su mismo estado (Coahuila) tan solo en el 2021.
Informar para romper el estigma
“No sé ni cómo manejé, pero al llegar a mi casa me dolía el pecho. No escuchaba nada, nada más escuchaba lo que estaba dentro de mi cabeza: ‘por eso no apruebas las materias’, ‘por eso tus papás no te quieren’. Se me venían comentarios de mi niñez bien negativos. Sentía como si me aplanaran el pecho”, narró Fer sobre el día que intentó quitarse la vida.
Acababa de tener una confrontación muy hostil con su exnovio en el estacionamiento de la universidad donde estudia psicología. Al llegar a su casa tuvo un ataque de ansiedad como de una media hora, durante el cual su abuela no tuvo acceso, por falta de conocimiento, a solicitar auxilio.
Tomó un trozo de vidrio de una botella que quebró y con la intención de “hacer un raspón para que se saliera el dolor”, se cortó la muñeca. Su abuela la encontró en su cuarto llena de sangre y llamó a su papá para apresurarse al hospital.
La ambulancia nunca contestó.
Recuerda haberse desmayado al menos tres veces en el trayecto. Su papá y su hermana de 2 años intentaron parar a una patrulla que se encontraron en el camino, pero les dijeron que no podían hacer nada en un caso así.
Parte del diplomado “Prevención para Suicidio y Acompañamiento Abraza Tu Vida” que imparte Martínez abordando enseñanzas de la OMS, explica como cualquier persona con el conocimiento previo puede dar primeros auxilios psicológicos. Sin embargo, falta capacitar a personal que usualmente son primeros respondientes, como paramédicos y los oficiales que ignoraron a Fer en medio de su emergencia.
La falta de información y los prejuicios, en parte, hacen que el tema del suicidio no sea abordado con la urgencia necesaria. Por ejemplo, ¿sabías que los niños también intentan quitarse la vida? En este reportaje puedes leer más al respecto.
El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ha señalado que todos los servicios, artículos e instalaciones de salud deben cumplir con requisitos esenciales como: Disponibilidad, que incluye personal médico y profesional capacitado y Acceso a la Información, que comprende solicitar, recibir y difundir información relacionada con la salud.
“La Línea de Ayuda nunca contesta. Lo intenté muchas veces y nunca contestó, siempre te lo platican en la televisión, pero yo llamé antes, después y no. Suena, pero no contestan”, declaró Fernanda sobre el teléfono que el gobierno difunde como apoyo en emergencias de este tipo.
Heridas que no se ven
Aun al llegar al hospital, los padres de Fer no recibieron indicaciones claras sobre cómo buscar un tratamiento efectivo para la salud mental de su hija.
Frases como “por qué si estás muy bonita” se ofrecieron en el hospital por parte de los enfermeros a manera de consuelo. “Como si eso fuera de ayuda”, pensó Fer decepcionada por la ignorancia que alcanza incluso a profesionales de la salud sobre lo que pasa en la mente de una persona que intenta quitarse la vida.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos fue aprobada en Costa Rica en 1969. México ratificó esto -también conocido como Pacto de San José- en 1981 y desde ese momento se hizo parte del orden jurídico mexicano.
“En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte”, se lee en el Diario Oficial de la Federación.
La herida en la muñeca de Fer fue atendida y vendada, pero para sanar el daño psicológico, la siguiente ruta fue lo máximo que se ofreció:
Se les indicó buscar ayuda en la Clínica 2 IMSS que les quedó a casi 30 minutos de traslado, ahí debía ver a un psiquiatra y recibir medicamentos.
Esperó desde las 14:30 hasta las 19:00 horas para ser atendida.
“Traía el papelito que decía urgencia. Fue mucho tiempo, ya se me había pasado el efecto del medicamento para el dolor, mi mano estaba hinchada y desde entonces perdí sensibilidad en mis dedos pulgar, índice y anular”, explicó.
Las excusas oscilaban entre la saturación de pacientes y que “no era una verdadera emergencia”.
“Entré con el psiquiatra y me preguntó por qué venía, le expliqué que tuve una crisis y después de platicar como media hora me dijo ‘por lo que escucho y lo que veo en tus gestos, tienes una depresión muy fuerte y ansiedad’ y me recetó antidepresivos”, recordó.
En julio de 2012, la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos enfatizó la calidad de los establecimientos, bienes y servicios de salud, lo cual requiere la presencia de personal médico capacitado, así como de condiciones sanitarias adecuadas. Las instalaciones saturadas incumplen con este requisito.
“(Cuando) encuentras a alguien que intentó acabar con su vida. Lo que hacemos es marcar al 911. Si la persona ya no tiene signos vitales, pues la dejan ahí para que se la lleve el Ministerio Público. Pero si intentó acabar con su vida, llega el paramédico y si revisa y no encuentra daño físico, se retira.
“Estamos de acuerdo que una persona que intentó acabar con su vida no solo tiene un daño físico, también tiene un daño emocional y eso no lo miden”, señaló Martínez sobre lo que sucede comúnmente.
La lucha debe ser por prevenir
“Ya había tenido pensamientos así antes, pero nunca lo había hecho”. Fer recordó ataques de pánico y crisis de ansiedad desde que tenía 10 años.
Una de esas memorias es de cuando preparó un show para el cumpleaños de su mamá. Pero hubo un cambio de planes y comenzó a sentir que le zumbaban los oídos. Se escondió debajo de la cama, sola, hasta quedarse dormida mientras sentía que se asfixiaba.
“La ruta suicida se maneja como espectro”, explicó Martínez, “Porque hay ideación suicida, pensamiento suicida, conducta suicida, acto suicida y la consumación del hecho”.
Entre los 0 y los 8 años, denominado por expertos como el período de “desarrollo de la primera infancia” se acude a las escuelas para impartir charlas sobre sexualidad, prevención del acoso, nutrición y hasta acercamiento temprano a la ciencia, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas (STEAM).
Todo ello indudablemente aporta, pero ¿cuándo ocurre el acercamiento a la inteligencia psicoemocional?, o simplemente ¿quién te explica que algún día no vas a estar bien y eso no está mal y no es el final?
Tras la implementación del Programa Estatal de Salud, el 9 de abril de 2019 nació la Ley de Prevención del Suicidio. Pero las cifras de muertes intencionadas no ceden. Ese mismo año el INEGI reportó 261 casos.
“Todos somos potencialmente suicidas, porque no sabemos en qué momento se pueda presentar una crisis y nosotros no sepamos resolverla de la mejor manera”, apuntó Martínez.
Rechazar la muerte tiene su precio
Tras la consulta con el psiquiatra del IMSS, a Fer le dijeron que tenía depresión y ansiedad. Le recetaron medicamentos “no tan fuertes porque estaba empezando”.
“Estuve como dos días dormida porque mi cuerpo no lo estaba aceptando. Eso pasó el martes y hasta el jueves regresé a la escuela”, contó.
Sin indicaciones sobre cómo navegar los primeros días, Fer se reincorporó a clases donde, a pesar de que sus maestros son psicólogos formando psicólogos, se le presionó por sus calificaciones y se desmayó en el baño de la escuela.
De acuerdo con Martínez, uno de los errores más graves que se cometen en Saltillo es que no se canaliza adecuadamente a las personas en las primeras 72 horas tras un intento de suicidio.
“Amigas mías me han dicho que ya no quieren (vivir) y he encontrado amigas mías en el baño todas sangradas de los brazos”, admitió Fer. “Se va a escuchar muy feo, pero yo no quiero ser una más del montón, por eso siempre decía que yo estaba bien, pero llegó un punto donde la piedrita cayó y el vaso ya estaba demasiado lleno y se quebró el vaso”.
Como esfuerzo para recolectar normalidad en su vida, Fer comenzó a asistir a clases de yoga que le cuestan 300 pesos al mes, porque la instructora es su amiga y le hace descuento; las pastillas para dormir le cuestan 1200 pesos si es patente y 700 cuando compra el genérico; en el seguro le proporcionaron la sertralina que vale alrededor de 500 pesos; también le recetaron Clonazepam, pero no lo toma porque se siente que la “desgasta mucho y hacía dormir mucho”.
Actualmente, Fer es tratada por psicólogos pagados de su propio bolsillo. No logró agendar cita con un psiquiatra, pues le advirtieron de un tiempo de espera de hasta 4 o 5 meses.
Una solución llama a la puerta; el Estado no contesta
El panorama de la atención a la salud mental en México apunta a una crisis. Los factores de riesgo aumentaron con el confinamiento por la pandemia de Covid-19, pero históricamente repuntan también en temporadas de crisis económica.
En una ciudad con altos índices de fallecimientos por suicidio, Martínez señaló que cada familiar o persona cercana a un caso, se convierte en una persona en riesgo de imitar el comportamiento suicida.
Las escuelas, dijo, son un buen punto de partida para abrir un espacio para escuchar a las personas, y dónde aprender a gestionar los obstáculos que conllevan a crisis psicológicas y emocionales.
El grupo ‘Abraza tu Vida’ tiene un taller ya puesto en práctica para trabajar con niños en primarias y secundarias, pero se les han cerrado puertas a causa de la estigmatización que hay en el tema del suicidio.
“Nosotros ofrecimos un proyecto a Cruz Roja. Un consultorio 24/7 con una trabajadora social, con una psicóloga y lo manejamos con la Facultad de Trabajo Social y la de Psicología para que no generará costo alguno porque nos prestaban a los chicos para que hicieran ahí su servicio social”, detalló Martínez. “Se nos rechazó”, añadió.
Desde la sentencia de 4 de julio de 2006 en el Caso Ximenes López Vs. Brasil, la Corte IDH considera que los Estados tienen el deber de regular y fiscalizar toda la asistencia de salud prestada a las personas bajo su jurisdicción, independientemente de si la entidad que presta los servicios es de carácter público o privado. Sin embargo, en México no hay una ruta clara que asegure en su totalidad uno de los derechos fundamentales: el derecho a la salud que incluya la salud mental.
Esta historia fue entregada como reportaje final para el Diploma en Derechos Humanos para Periodistas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, una iniciativa respaldada por la UNESCO para América Latina y el Caribe. Las anécdotas relatadas y las cifras presentadas se recopilaron a finales de 2022.