Historia de terror de Saltillo: encontrar estacionamiento en la zona del Tec, Ateneo y la UAdeC

Saltillo
/ 30 octubre 2024

La frustrante búsqueda de estacionamiento en la Universidad Autónoma de Coahuila pone a prueba la paciencia de los estudiantes

Eres un estudiante que apenas va a tiempo para su clase en el campus central de la Universidad Autónoma de Coahuila, ubicada en la colonia República. El reloj avanza rápidamente y tu corazón late más fuerte con cada minuto que pasa; sabes que encontrar un lugar de estacionamiento en esta zona es una verdadera pesadilla, pero mantienes la esperanza de que hoy, por alguna razón mágica, todo sea diferente.

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Entre semana, encontrar estacionamiento en la zona universitaria de la ciudad es un verdadero reto, pues hay aproximadamente 10 mil alumnos entre la UAdeC y el Instituto Tecnológico de Saltillo, sin contar al personal de las escuelas, los comensales de los restaurantes aledaños, trabajadores de empresas y negocios cercanos, y quienes por alguna razón llegan al lugar.

Llegas al estacionamiento de la universidad y, como temías, te informan que está lleno. La frustración se apodera de ti mientras miras a tu alrededor; la esperanza de un lugar disponible se desvanece. Ante ello, y sin tiempo que perder, decides buscar en las calles aledañas.

Con cada cuadra que recorres, tu ansiedad crece, pues los lugares donde podrías aparcar tu auto son en su mayoría cocheras de la colonia y lugares marcados como exclusivos. Te imaginas las miradas de los vecinos si decides arriesgarte a dejar el coche mal estacionado, o tu auto arriba de una grúa, por lo que decides seguir dando vueltas en la zona.

Finalmente, después de lo que parece una eternidad de búsqueda, encuentras un espacio a cinco cuadras de la universidad. Lo dejas allí y te das cuenta de que tardaste más en aparcar que en recorrer el trayecto desde tu casa, pero, aun con esperanza, comienzas a caminar rápidamente hacia el aula. En el camino, sientes que tus pasos no son lo suficientemente rápidos y gotas de sudor comienzan a correr por tu frente. El tiempo sigue corriendo.

Al final del pasillo, vislumbras tu salón de clases y apresuras tus pasos hacia allá, pero justo cuando pretendes entrar, la puerta se cierra acompañada de la frase de tu profesor: “Lo siento, llegas tarde”.

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