La cuarentena y sus efectos
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Cuán poderosa puede ser la sugestión.
Bien dicen que todo está en la mente.
En estos días de encierro he sabido, por boca de algunos amigos, de casos de gente que en resguardo ha entrado en pánico.
Que ha manifestado insomnio.
Ataques de ansiedad.
Estrés.
Histeria.
Y hasta llanto.
Yo mismo he sentido, o creído sentir, en estos días una comezón insoportable por todo el cuerpo.
Y una sensación irresistible de tocarme la cara.
Como nunca.
Contraviniendo las medidas sanitarias por el COVID-19.
A veces, quién sabe por qué, he llegado a experimentar miedo o pánico.
Seguramente al futuro.
En cambio, otra gente, los que tal vez no creen en el COVID, siguen en la calle, como si nada.
A veces pienso si no será un mecanismo de defensa.
Una fuga de la realidad.
Hace días platicaba yo con un anciano de esos que todos los días paran en la Plaza Acuña y le preguntaba si no pensaba encerrarse.
Que no, dijo.
Prefería estar en la plaza con sus amigos, que estar en su casa viendo en la tele puras malas noticias sobre el coronavirus.
Y yo nomás me quedé
pensando.
Ya me imagino qué estarán craneando los directores de cine y documentalistas en su encierro de cuatro paredes.
O los escritores.
Los pintores de pincel.
Una de esas clásicas cintas o novelas de suspenso.
La hija y la madre que viven aisladas en un
departamento.
Resguardadas por el coronavirus.
Y todo va normal hasta que la madre, viendo en las redes sociales que el mundo se desquicia, se desborda, se desploma, por la pandemia, entra en una ansiedad e histeria insufribles.
Y entonces la hija que ya no soporta más, la mata.
A unos días de que todo vuelva a la normalidad.
Cómo ve mi guión
surrealista.
Ni se crea.
Seguro es otro de mis
delirios.
Ya estoy divagando.
Lo que sí sé es que esta pandemia como la Revolución Mexicana, el holocausto, la narcoguerra y otros fenómenos con cariz social, va a dar lugar a toda suerte de productos en la industria cultural.
Va a ver que no tardará en aparecer la película, la novela, la serie, el corto, la pintura sobre el COVID-19.
Bueno eso digo yo.
No me haga mucho caso…
Divagaciones domésticas demenciales por la terrible pandemia.