Tras haber llegado a Coahuila hace 170 años, tribu Mascogos se ve amenazada por la sequía
Con raíces que se remontan al siglo XVIII, esta comunidad afrodescendiente, ubicada en el ejido de El Nacimiento, en Múzquiz, lucha por preservar su cultura y tradiciones, al tiempo que lidia con la sequía, así como con la falta de apoyo y reconocimiento de las autoridades
En algún momento de la historia, los procesos de migración que hoy se observan por los senderos de Coahuila también ocurrían a la inversa.
Hace casi dos siglos, cuando la esclavitud era una realidad frente a los ojos del mundo, el Río Bravo se convirtió en un símbolo de libertad para una comunidad afrodescendiente que resistía en los Estados Unidos. Esta comunidad, conocida como los “Negros Mascogos”, reside en un ejido de Múzquiz, al norte de Coahuila, y actualmente enfrenta amenazas tras 170 años de preservar su historia, debido a la sequía y al saqueo del Río Sabinas.
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Los orígenes de la comunidad que prevalece en “El Nacimiento”, ubicado exactamente a 32 kilómetros de Múzquiz, datan del siglo XVIII con su llegada al suelo americano. Los ancestros de los actuales habitantes fueron traídos desde la costa arrocera de África para trabajar como esclavos en los campos de los Estados Unidos.
Tras varios años de fuga hacia Florida, estos grupos afrodescendientes comenzaron a mezclarse con los indígenas seminoles, cuando ese territorio aún formaba parte de la Nueva España.
La antropóloga saltillense Karla Rivera, quien se ha documentado en la historia y el desarrollo de los Mascogos en Coahuila, explica que el andar de la tribu hacia México empezó con sus planes desde 1830, pero atravesó múltiples complejidades, carencias y racismo.
“Fue en Oklahoma donde descubrieron a México y que había abolido la esclavitud. Comenzaron el viaje, utilizando las rutas clandestinas conocidas como el ‘tren subterráneo’. Desde Oklahoma, tuvieron que atravesar Texas, donde la esclavitud todavía era latente e incluso había cazadores de esclavos”, comenta Karla.
El 12 de julio de 1850, este grupo de 300 personas logró cruzar el Río Bravo. A su llegada, vivieron una experiencia similar a la de los tlaxcaltecas al llegar a Saltillo; pues al principio, los gobernantes intentaron utilizarlos para ahuyentar a otras tribus de la región.
“Al Río Bravo le llamaban el ‘Río de la Libertad’. En su imaginario pensaban que, como se había abolido la esclavitud, ya iban a ser libres, pero no fue así. El norte era un lugar muy inhóspito y existía el temor de que otra vez nos quitaran territorio, por lo que los gobernantes dijeron: pueden entrar, pero quédense vigilando a los apaches”, recuerda Karla.
Aunque en ese tiempo se identificaban como “negros seminoles” o “Black Seminoles”, como se les conoce en Estados Unidos, la defensa de su lengua, el “Muscogee”, fue la que les otorgó el nombre de Negros Mascogos.
“Esta lengua es un criollo de base inglesa, que mezcla lenguas africanas e inglés, similar a lo que ocurre en países como Jamaica y Belice. Del Muscogee, se derivó el término Mascogo. Aunque en México su nombre es diferente al de Estados Unidos, ambos se refieren a la misma comunidad”, aclara la antropóloga.
Laura Herrera, una de las miembros más activas de la comunidad, que ahora cuenta con 273 personas consideradas como Negros Mascogo, relata que la vida en El Nacimiento es mayormente autosostenible y basada en una economía local; siembran y cosechan frutas de temporada, y anteriormente mantenían ganado y otros animales.
Sin embargo, las condiciones actuales y la falta de oportunidades han provocado una migración casi forzada de algunos miembros de la comunidad, poniéndolos en peligro.
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“La sequía de los últimos dos años ha obligado a muchos a emigrar. Mantener 10 vacas, por ejemplo, requiere mucho trabajo y dinero. Los hombres venden lo que tienen y se mudan a otros pueblos o a Estados Unidos porque no pueden mantener el ganado. Esta es una de las razones por las que la gente ha tenido que migrar”, explica Laura.
Raúl Torralba, otro miembro de la comunidad con ascendencia seminole, recientemente fue nombrado regidor de representación étnica en Múzquiz, pero es conocido por su defensa del Río Sabinas, que ha sido saqueado para extraer rocas, afectando el flujo del agua y el ecosistema.
“Se han hecho denuncias para que nadie saque cascajo del río. Ha venido gente externa a la comunidad y hemos hecho denuncias, pero siempre nos dicen que a ellos no les corresponde”, dice Torralba.
“Esas piedras son para hacer grava, y las piedras que sacan generan que el agua no se quede y vaya a desembocar a otro lado, y también sirve para la vida de los peces y las plantas. Sin cascajo no crecen las plantas y sin plantas no hay refugio para los peces”, indica.
Al respecto de la defensa del río, Laura agrega que tanto para esto como para la preservación de los árboles, los procesos de defensa se vuelven tan burocráticos que pareciera que las autoridades apuestan a que las problemáticas se ignoren.
“Queremos que se nos escuche cuando decimos que se está talando y maltratando el río. Deseamos que nos tomen en serio y que no sean tan burocráticos. No importa que no seamos ricos, pero somos millonarios en cultura”, dice Laura.
Uno de los riesgos de la migración de la comunidad es la pérdida de aspectos culturales, incluidos los cantos tradicionales que relatan experiencias de despedida en la esclavitud y que se cantan tanto en funerales como en año nuevo, así como en el Juneteenth Day que celebra la abolición de la esclavitud. Hoy, por ejemplo, El Nacimiento solo tiene tres hablantes de afroseminol y tres recordantes.
Laura Herrera sugiere que el turismo podría ayudar en la preservación de su cultura, aunque los programas de fomento no han tenido seguimiento y, a menudo, los visitantes tienen una idea errónea sobre el día a día de la cultura Mascogo.
A este proceso, la antropóloga Karla Rivera le llama “exoticidad” de los pueblos étnicos, que es una lupa desde donde tanto extranjeros como mexicanos pretenden observar a los pueblos con riqueza cultural.
“Alguna vez una chica nos comentó que le dijeron que si era la negra de los hot cakes. Nos han dicho ‘Quiero ver negros, quiero platicar y tomarme una foto, ¿dónde están?’. Esperan encontrarnos no sé de qué manera”, indica Laura.
“También una vez, una chica nos comentó que, trabajando en el restaurante, una persona se molestó porque no estaba vestida con los vestidos que habían visto en internet”, agrega Karla.
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Cuando se realiza una búsqueda en Google con el término “Negros Mascogo”, se arrojan un sinfín de fotografías, principalmente de mujeres vestidas con ropa de lunares blancos sobre prendas rojas y verdes. Pero esta vestimenta nunca ha sido la típica del lugar, y en realidad fue parte de una idea gubernamental reciente. Incluso, los jóvenes mascogo de ahora lucen trajes vaqueros norteños sobre sus rasgos y su piel de afrodescendientes.
“Un gobernante, hace tiempo, tuvo la idea de regalar telas y nosotros hicimos vestidos con ellas, pero esto no es representativo de nuestra tradición. Ahora hemos aprendido a decir no a quienes desean que nos vistamos de cierta manera para satisfacer sus expectativas”, concluye Laura.
“Hoy hemos aprendido a decir que no, porque incluso ha habido gente que viene a grabarnos y nos pide que nos los pongamos. En lo personal, sí me los puse en algún tiempo en lo que aprendí a decir no. Y no soy la únicas”, recuerda Laura.
El 9 de agosto se celebra el Día Internacional de los Pueblos Indígenas; sin embargo, la comunidad Mascogo no se considera indígena, sino parte de la unión afromexicana, y sus representantes esperan que la aplicación de acciones afirmativas que les otorgaron un lugar en el cabildo de Múzquiz produzca cambios positivos, aunque hasta ahora han observado simulación en las respuestas a sus solicitudes.
“Yo espero que nos apoyen cuando gestionemos ante la nueva administración. Yo no sé mucho de política, pero es lo que esperamos”, expresa Raúl.
“Hemos tenido hoteles, artesanías, otros proyectos que no trascendieron y que teníamos que mover con nuestros recursos. Alguna vez nos ganamos siete palapas rústicas y nunca las trajeron. Han sido detalles así. Ha habido mucha simulación y esperamos que en esta nueva administración sea diferente”, indica Laura.
A lo largo de los últimos años, los Mascogos se han encargado de recordar a las autoridades de Múzquiz que una de las riquezas que le dio el valor agregado al municipio para ser colocado como Pueblo Mágico fue que en este lugar habitan dos tribus con una riqueza cultural incalculable.
“Hoy queremos ser visibles. Eso ayudaría a preservar y aprovechar. Con esa gotita de sangre que nos corre de nuestros antepasados, con eso tenemos. Somos negros por la lucha que nuestros antepasados tuvieron para llegar hasta México”, indica Laura.
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