El poder de la innovación: Cómo una compañía cambió la dinámica de la OPEP

Dinero
/ 8 agosto 2016

En 1988 Mitchell Energy, una de las compañías de Oil& Gas más grandes de Houston, andaba en malos pasos: estaba perdiendo dinero, despidiendo empleados, encarando demandas y endeudándose sustancialmente. Era fácil pensar que en poco tiempo se declararía en bancarrota. No obstante su director general, George Mitchell, estaba convencido de que debía haber una forma de aprovechar las vastas reservas energéticas de formaciones de shale (lutitas), en la cuenca geológica texana denominada “Barnett Shale”. 

Durante ese transcurso (y sin importar enormes pérdidas económicas) la compañía permitió que uno de sus jóvenes ingenieros, Nicholas Steinsberger, experimentara el “fracking” con agua en algunos pozos. 

La revolución del ‘fracking’ ha traído una nueva potencia llamada Estados Unidos que le ha demostrado a la OPEP, que en caso de disminuyan su producción, estará dispuesto a absorber esa cuota de mercado

La técnica no era nueva, pero hacerla con agua en formaciones deshaley en un pozo vertical sí, contrario a todo lo que se había enseñado en ese entonces. Después de varios intentos, finalmente se encontró la combinación correcta para que el gas brotara a una tasa de producción70% mayor que los mejores pozos en el área. La técnica de “fracking” había funcionado y no solo había salvado a la compañía, sino que la llevó a la prosperidad. A tal grado que para el 2001, Mitchell aseguró una fortuna personal de 2 mil millones de dólares al vender su compañía a otro productor energético. 

Como bien sabemos, las repercusiones del descubrimiento de esta nueva técnica fueron más allá de Mitchell Energy ya que muchas otras empresas empezaron a utilizar la técnica en diferentes regiones de los Estados Unidos. Fue así como la producción de hidrocarburos en dicho país pasó de un crecimiento negativo, a un incremento de 1.25 millones de barriles por día para el 2014. La bola de nieve de Mitchell Energy se había convertido en una avalancha.

Si a esto le agregamos la contribución (a menor escala) de otros países en inyectar mayor producción y una desaceleración al crecimiento global (encabezada por China), para finales del 2014 la sobre oferta superaba a la demanda sustancialmente y los precios empezaban a desplomarse. 

El mundo petrolero no supo ni qué le pegó y dada la larga duración de los proyectos petroleros, cualquier desarrollo aprobado previo al desplome, se tuvo que continuar operando para cubrir mínimo sus gastos corrientes (en otras palabras, se consideraron los desarrollos como costos hundidos). Conforme esta nueva producción llegaba al mercado, el precio del barril se continuaba tambaleando, pasando de un promedio de cuatro años entre 100 y 110 dólares para mediados del 2014, a un suelo de 28 dólares para el inicio del 2016. 

Ahora ¿Cuál era la anterior práctica para contrarrestar estos movimientos bruscos en el precio del barril? 

Es aquí donde llegamos a Arabia Saudita y La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). La historia nos dicta que cuando existía un declive tan pronunciado, era cuando ellos reducían su producción y así equilibraban los precios del petróleo. Por ejemplo, en 1986,  Arabia Saudita disminuyó su producción de 10.3 millones en 1980 a 3.6 millones de barriles por día para 1985. A su vez, durante la crisis financiera del 2008, la OPEP reaccionó a un declive en la demanda mundial mediante un recorte temporal de su producción. Sin embargo, en ambos casos se mantuvo el precio del barril.

En este caso las cosas han cambiado ya que la revolución del “fracking” ha traído una nueva potencia llamada Estados Unidos que le ha demostrado a la OPEP, que a) en caso de disminuyan su producción, estará dispuesto a absorber esa cuota de mercado y b) inclusive si los precios se desploman, es capaz recortar 40% sus costos con tal de seguir produciendo  (reflejando un comportamiento elástico).

¿Qué procede en este caso?

Para todos aquellos familiarizados con la Teoría de Juegos (GameTheory), el Centro de Estudios Energéticos de Oxford modeló las opciones en base a un juego de estrategia con dos jugadores: Arabia Saudita y el resto de la OPEP. Las reglas son simples, cada quien deberá tomar una decisión simultanea de qué hacer con respecto a su producción: recortarla o mantenerla. El resultado del juego dependerá de la combinación de decisiones de ambos jugadores, expresado en el segundo gráfico de las recompensas.

El nuevo juego de Arabia Saudita y la OPEP

En este caso “0” es el mejor resultado posible. De ahí en fuera las combinaciones empiezan a brindar resultados negativos para las distintas partidas. Por ejemplo, si Arabia Saudita no recorta su producción pero los otros miembros de la OPEP, si lo hacen, el resultado será que el precio del petróleo subirá momentáneamente dada la reducción en la oferta. Esto abrirá las puertas a los sucesores de Mitchell Energy en EU quienes utilizarán los precios para elevar su producción, regresando el mercado al equilibrio anterior. El único cambio es que ahora se sustituyó la producción de un jugador por otro. En otras palabras, el resultado sería un perdedor (la contraparte de la OPEP) y un empate (Arabia Saudita). Esto es lo que los economistas en Oxford resumen como (0,-A) en el resultado de este escenario.

Ahora, si analizamos los cuatro diferentes escenarios, es evidente que existe una estrategia que brinda la mayor recompensa independientemente de lo que haga el otro jugador (una estrategia dominante) para ambos jugadores: es no recortar la producción. Un cambio de 180  grados en la dinámica de la OPEP.  Es por eso que la revista “The Economist”, escribió: “pocos empresarios han hecho tanto para cambiar al mundo como George Mitchell”. Un comentario que nos sirve para plantear la moraleja de esta historia: la innovación es esencial para cambiar al mundo. Si México como potencia energética pretende ser un jugador de primer nivel, todos los que participamos en esta industria debemos incorporarla (Gobierno, Pemex, IP, academia, etcetera), sin importar que estemos pasando por un mal momento económico. 

@merlinken

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