El Saltillo antiguo y sus curiosos avisos clasificados
Entre ventas de esclavos, búsquedas de deudores, reclamos al Ayuntamiento y enamoramientos “embrujados”, los antiguos avisos clasificados de la Villa de Santiago del Saltillo nos permiten conocer a quienes habitaron estas tierras a través de su cotidianidad
Como parte de su labor de rescate a la memoria de Saltillo, el Archivo Municipal periódicamente publica fragmentos de avisos clasificados o anuncios públicos que circularon en distintas épocas.
Además de servir como un acercamiento al día a día de los antiguos pobladores, estas breves pero a la vez reveladores publicaciones, nos permiten saber cómo pensaban, actuaban y se regían los habitantes saltillenses desde el siglo XVI.
En tiempos en los que los derechos humanos no eran lo más importante que digamos, como ocurrió en 1730, era común encontrarse con ventas de esclavos, tanto hombres como mujeres. Tal como lo anunció Lorenzo de Loza, un minero de Zacatecas radicado en Saltillo, cuando el 14 de noviembre del año referido escribió: “Vendo una mulata esclava llamada Manuela Gertrudis. La venta es por 300 pesos. Búsqueme”.
También era visto como algo normal que se dieran a conocer hechos, que cualquiera pensaría que se trataban de chismes o de exhibiciones. Pero no fue así para Francisco Xavier de Isla, quien el 23 de septiembre informó: “he hipotecado a Francisco Fernández de Rumayor una de sus minas, esto para garantizar el pago de lo que me debe”.
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LOS RELOJEROS
Otro caso muy particular fue la renuncia del relojero de Saltillo por inconformidad con el pago. El 21 de mayo de 1851, Juan N. Valdés Ramos se dirigió al alcalde de la Villa de Santiago de Saltillo diciéndole: “Ahí le mando las llaves del reloj público. Ya no podré seguir trabajando porque mi salario como relojero municipal fue bajado a cuatro pesos. Ahí nos vemos”.
Por otro lado, 60 años después de que Juan N. Publicó ese aviso, el 29 de junio de 1911 un personaje célebre de la ciudad dio a conocer su aceptación para tal responsabilidad. “Informo a los vecinos que he aceptado el nombramiento como encargado del reloj público. Atte. Alejandro Carmona. Posdata: también tomo fotos.
Así es, se trató del mismo Alejandro Carmona que gracias a su cámara y a su colección de más de 300 imágenes, nos permite conocer ahora al Saltillo del siglo XX. El mismo fotógrafo que se autorretrató en las alturas de la Catedral de Santiago.
DESAPARECIDOS
Otra temática frecuente en los avisos que llegaban a todo el pueblo, era el intento por localizar gente. La mayoría, huyendo por deberle algo a alguien.
El 30 de septiembre de 1686 fue el turno de Mateo Saucedo, quien aunque no especificó, dijo que habría una buena recompensa: “¡A todos! Solicito me ayuden a dar con el paradero del sastre Joseph de la Cruz, quien huyó de esta villa con mi caballo prestado”.
Por su parte, la propia Presidencia Municipal alertó sobre la búsqueda de Jesús del Bosque, el lechero, el 26 de octubre de 1889. La razón: “por adulterar el producto que vende”.
CONFLICTOS Y PERMISOS
En tanto, un problema muy personal fue el de Andrés Doroteo en contra de Blas Cantero, a quien incluso amenazó el 22 de abril de 1789: “Estoy buscando a Blas Cantero para que pague por haber maltratado a mi pequeño hijo cuando él trabajaba como su pastor. Ya lo verá”. Como dijimos, los derechos humanos no eran la prioridad en ese entonces. Ni por tratarse de niños.
Los permisos y hasta disculpas también formaban parte de las publicaciones. Como el sombrerero de nombre Lorenzo Casanova, al que no sabemos exactamente qué debía, pero sí que quería salir de la prisión.
Texto del 13 de diciembre de 1760: “Alcalde: sé que le debo a Juan Antonio de Zepeda, pero ya he estado varios días en la cárcel. ¿Me deja salir? Si me da la libertad, pagaré”.
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Por su parte Pedro Molineras, pidió que se le dejara brindar entretenimiento en el entonces pueblo llamado Leona Vicario (hoy Saltillo). “Cabildo: les pido que me dejen realizar una función pública de maroma, con ejercicios de acrobacia, trucos y chascarrillos”, ¿habrá rendido frutos aquel permiso pedido el 20 de septiembre de 1830?
Alguien a quien quizá le dio más angustia que gusto publicar su anuncio fue a Juan Manuel Ramírez, de oficio herrero, quien el 13 de noviembre de 1745 dio a conocer su destino: “¡Vecinos! Declaro que María Gertrudis Mansilla, en su lecho de muerte, pidió que me hiciera cargo de sus cinco hijos. Agradeceré cualquier ayuda”.
Y si de enamoramientos extraños hablamos, lo que reportó Jesús Escobedo el 11 de febrero de 1868, diciendo que su hijo Marcelino estaba “embrujado” y que solo hablaba de casarse con Ysabel Flores.
Según don Jesus, una yerba llamada “toloache” podría ser la causa y la culpa. Sobre el caso, se supo que el juez investigó, encontrando que Marcelino estaba fuera de sí, por lo que procedieron a dar con la yerbera. ¿Habrán podido “desembrujar” a Marcelino?
*Con información del Archivo Municipal de Saltillo.
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