Escuela Industrial Femenil de Saltillo y los primeros pasos hacia la igualdad educativa para las mujeres en la capital de Coahuila

Entre los años 20’s y 70’s, la Escuela Industrial Femenil fue un lugar clave para muchas mujeres de Saltillo que encontraron la oportunidad de ir más allá de los roles tradicionales. Para nuestras abuelas y mamás, fue el primer paso para empezar a ser más independientes y pensar en un futuro diferente. Era más que aprender oficios, era un espacio donde podían imaginarse haciendo algo más.

Historias de Saltillo
/ 21 febrero 2025
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Antes de que las mujeres pudiéramos ser ingenieras, doctoras, licenciadas, juezas o llegar a la presidencia del país, nuestro destino parecía predeterminado por las fuerzas de una sociedad que nos confinaba al ámbito doméstico.

En la mayoría de las familias, las abuelas, madres o tías de la tercera edad recuerdan cómo no pudieron estudiar más allá de la primaria y estaban encargadas de las tareas del hogar, moler granos, amasar, guisar y mantener limpia la casa. Aun a mediados del siglo pasado, la educación femenina era considerada innecesaria.

Con el paso de los años, nacieron instituciones que les permitieron dar los primeros pasos hacia la independencia y el empoderamiento. En este contexto, en Saltillo surgió la Escuela Industrial Femenil, una institución que, desde su fundación, representó un símbolo de avance para las mujeres en la sociedad saltillense y mexicana.

En los primeros años del siglo XX, las primeras escuelas de artes y oficios ofrecían una apertura hacia nuevas posibilidades, la educación femenina y los empleos se centraban principalmente en la cocina, la costura, la crianza y enseñanza a los niños y el mantenimiento del hogar.

Fue en este contexto que nació la Escuela Industrial Femenil de Saltillo, una institución que surgió en 1928 y logró consolidarse como un referente formal de la educación para mujeres.

$!Entre los años 20’s y 70’s, la Escuela Industrial Femenil fue un lugar clave para muchas mujeres de Saltillo que encontraron la oportunidad de ir más allá de los roles tradicionales.

Según los registros de la Secretaría de Educación del Estado, en sus primeros años, la escuela ocupaba un local en el Asilo de Ancianos, con tan solo 13 estudiantes que se formaron en campos como la cocina, pastelería, conservación de alimentos y manualidades.

Carlos Recio, historiador saltillense, destaca que el término “industrial” en el nombre de la institución reflejaba su propósito de “industrializar” las labores domésticas, modernizándolas y dotándolas de un enfoque técnico que las hacía más eficientes y productivas.

En ese entonces, las mujeres que trabajaban ocupaban puestos que eran más bien una extensión de sus labores domésticas, como ser maestras, en empleos de limpieza y una que otra secretaria.

En medio del auge industrial del país, en 1945, bajo el gobierno del General Benecio López Padilla, se inauguraron nuevas instalaciones, diseñadas por el arquitecto Zeferino Domínguez, que brindaban un espacio moderno para las estudiantes. Según el historiador en cuanto a su arquitectura, la escuela presenta una fusión de estilos Art Deco y funcionalismo moderno, lo que la convierte en una de las últimas manifestaciones de este estilo en Saltillo. El diseño de la escuela era un precursor del funcionalismo que, inspirado por arquitectos como Le Corbusier, se consolidaría en los años 50 en la ciudad.

Esta nueva infraestructura permitió que cientos de jóvenes asistieran a sus talleres, y la escuela se consolidara como una de las escuelas femeninas más importantes de la ciudad en esa época.

En ello coincide María Concepción Dávila Fuentes, madre del historiador Carlos Recio, quien recuerda cómo, a sus 17 años, estudió en la escuela durante la década de los 50, pues en sus palabras “era lo mejor de Saltillo”.

A más de 70 años de esto, la mujer de 89 años, recuerda que iba tres veces a la semana portando un uniforme de blusa y falda azul a tomar sus clases que años más tarde le permitirían sorprender a su familia con postres riquísimos.

Ahí, recibió una formación técnica que abarcaba desde la siembra de alimentos, como el maíz, hasta la preparación de platillos y postres, mientras que su hermana se dedicaba a clases de corte y confección y que más tarde, al convertirse en monja, le permitiría trabajar en el convento con las catequistas guadalupanas haciendo costura.

Carlos Recio considera que la costura sí brindó a muchas mujeres la oportunidad de generar ingresos formales, permitiéndoles vivir de su oficio como costureras.

Las enseñanzas impartidas en la escuela trascendieron los muros de la institución, ya que los conocimientos adquiridos allí dieron pie a la creación de negocios que permitieron a las mujeres generar ingresos como Socorro Mery, de origen libanés y nieta de Felipe J. Mery, quien, al probar los pasteles elaborados por las alumnas, solicitó las recetas para comenzar su propio negocio de pastelería. Este emprendimiento, ubicado en la calle Jiménez, perduró durante 50 años, según cuenta Carlos Recio.

Con la expansión de la educación superior para mujeres entre las décadas de los 40 y 70, la educación femenina dio un salto significativo, aunque la paridad en matrícula escolar aún no se alcanzaba.

En esos años, los mercados de trabajo en México se caracterizan por una creciente participación de las mujeres, donde comienzan a haber más egresadas universitarias y mayor número de profesionistas.

En ese contexto, en octubre 1971, la escuela fue transformada en la Secundaria Técnica Femenil, adaptándose a las demandas de modernización educativa por el entonces gobernador de Coahuila, Eulalio Gutiérrez Treviño y fue hasta el 31 de enero de 1972 que se gira oficio donde se solicita dar el nombre de “Doña Margarita Maza de Juárez”.

Más tarde, tras el crecimiento de la capital y las nuevas familias que llegaron a habitar lo que hoy es la colonia República, así como los barrios cercanos, dieron pie a que en 1981, la escuela se convirtiera en una institución mixta, modelo que se mantiene hasta el día de hoy.

Actualmente, la Escuela Secundaria Técnica Margarita Maza de Juárez sigue siendo un referente clave en la educación técnica de la región, que no abdicó a sus orígenes, pues aún se imparten talleres de cocina, belleza y corte y confección, como actividades extracurriculares, sumándose a estas computación, ofimática y dibujo técnico, adaptándose a los cambios tecnológicos y sociales del siglo XXI.

Hoy, las mujeres de Saltillo tienen acceso a profesiones que antes les eran inaccesibles: ingenieras, doctoras, abogadas, policías, entre otras. Más de 260 mil hogares en Coahuila están liderados por mujeres, según el INEGI, lo que refleja un cambio significativo en la autonomía económica y social de las mujeres en la región.

La historia de la Escuela Industrial Femenil es la historia de un país que comienza a reconocer que la educación no es un privilegio de unos pocos, sino un derecho universal que debe ser accesible para todos.

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