¿El juicio de Trump es realmente sobre ‘dinero a cambio de silencio’?
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El expresidente Donald Trump está acusado de ordenar un pago, y luego falsificar registros empresariales, para encubrir un posible escándalo sexual que involucra a la exactriz porno Stormy Daniels
NUEVA YORK- Mientras comienza el primer juicio penal del expresidente Donald Trump, hay una batalla que tiene lugar en un tribunal de Manhattan, donde se enfrenta a 34 cargos de falsificación de registros empresariales.
Pero otra batalla se desarrolla en el tribunal de la opinión pública, relacionada con una cuestión mucho más básica: ¿Cómo debería llamarse este juicio de hecho?
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Muchos medios de comunicación, entre ellos The New York Times, han utilizado la expresión el “juicio por el dinero a cambio de silencio” para referirse al proceso. Es un guiño al hecho de que Trump está acusado de ordenar un pago, y luego falsificar registros empresariales, para encubrir un posible escándalo sexual que involucra a una actriz de pornografía.
Alvin Bragg, fiscal del distrito de Manhattan, ha argumentado que el caso trata de algo mucho más grande: que el pago, realizado a Stormy Daniels, formaba parte de un intento por ocultar información a los votantes antes de las elecciones presidenciales de 2016.
“Es un caso de interferencia en las elecciones”, afirmó en una entrevista con NY1 en enero.
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Trump, quien siempre ha entendido el poder de los eslóganes llamativos, está tratando de etiquetar el caso como el “juicio de Biden”, afirmando de manera falsa que los cargos fueron orquestados por el presidente para influir en las elecciones de 2024.
El desacuerdo sobre los hechos más básicos es una constante de la política estadounidense, en particular cuando se trata de Trump, quien ha descrito el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021 como un día precioso y también afirma de manera equivocada que las elecciones de 2020 fueron robadas. Así que no es de extrañar que haya tratado de replantear su juicio como una interferencia en las elecciones de 2024, incluso mientras trata de usarlo en su beneficio para llamar la atención en Nueva York y pedir dinero en todo el país.
Lo más importante es que el juez, Juan Merchan, parece coincidir con el planteamiento de Bragg y su interpretación es lo que más podría importar.
“En esencia, las acusaciones son que Donald Trump falsificó registros empresariales para ocultar un acuerdo con otros para influir de manera ilícita en las elecciones presidenciales de 2016”, escribió Merchan en una presentación judicial, en la cual esbozó cómo planea explicar el caso a los miembros del jurado.
EL PLANTEAMIENTO DE BRAGG
El año pasado, cuando Bragg dio a conocer que iba a acusar formalmente a Trump, el caso parecía legalista y complejo.
El entonces operador de Trump, Michael Cohen, había hecho un pago de 130,000 dólares a Daniels para comprar su silencio en relación con un encuentro sexual que ella decía haber tenido con Trump, quien niega que dicho encuentro haya ocurrido. Según Bragg, Trump había maquillado los registros relativos a los pagos que hizo a Cohen para reembolsárselos.
“Los registros empresariales verdaderos y exactos son importantes en todas partes”, dijo Bragg cuando detalló los cargos. Esa no es la manera más atractiva de describir el caso, que en cambio se convirtió en el juicio por el dinero a cambio de silencio.
En esa comparecencia, Bragg nunca usó la frase exacta “dinero a cambio de silencio”. Argumentó que las violaciones a los registros contables se hicieron para encubrir al menos uno de tres delitos diferentes, incluidas las violaciones de financiamiento de campaña por las que Cohen fue condenado en 2018.
“Ese pago”, dijo Bragg en aquel momento, “fue para ocultarle al electorado información perjudicial”.
Bragg y su equipo sembraron la idea que se influyó en las elecciones a lo largo de documentos clave del caso y lo mencionaron en sus entrevistas públicas.
“Este caso no es, el meollo del asunto no es, dinero a cambio de sexo”, dijo en una entrevista de radio en WNYC a fines de diciembre. “Diríamos que se trata de una asociación delictuosa para corromper una elección presidencial y luego mentir en los registros empresariales de Nueva York para encubrirlo”.
Se trata de una teoría un tanto novedosa que ha sido objeto de artículos de opinión de expertos legales, pero que fue validada por un juez federal cuando los abogados de Trump intentaron trasladar el caso a un tribunal federal.
EL PLANTEAMIENTO DE TRUMP
Los abogados de Trump se han esforzado mucho por acallar cualquier sugerencia de que el pago de dinero a cambio de silencio pretendiera influir en las elecciones de 2016. Más bien, dicen, solo quería salvarse de la vergüenza pública.
“Los intentos de un candidato de mantener como personales ciertos asuntos no son ni inapropiados ni ilegales”, escribieron en una presentación.
Sin embargo, en público, Trump y sus aliados han utilizado una táctica diferente. Trump lo ha llamado de manera inexacta el “juicio de Biden”, a pesar de que el gobierno del presidente Joe Biden no tiene nada que ver con el caso. El caso contra Cohen fue procesado por fiscales federales durante el mandato de Trump; el Departamento de Justicia nunca ha presentado cargos contra el propio Trump en este caso.
“La intervención de Bragg trata de solventar lo que el Departamento de Justicia no hizo”, señaló Jed Handelsman Shugerman, profesor de Derecho que se ha mostrado crítico con el caso de Bragg. Pero que Trump llame al caso el “juicio de Biden”, dijo, es ignorar la distancia que los fiscales federales han mantenido deliberadamente de este caso.
Aun así, Trump insiste en su afirmación infundada de que el juicio forma parte de un complot de los demócratas para influir en las elecciones de 2024. En una presentación, sus abogados dijeron que el caso estaba privando al público de su derecho a ver la campaña de Trump.
Es una estrategia de “botellita de Jerez, todo lo que digas será al revés” que evoca la manera en la que Trump reivindicó el concepto de “noticias falsas”. También es infundada y algo absurda, dicen los expertos.
Y LUEGO ESTA EL PLANTEAMIENTO DE TOSOS LOS DEMÁS
Le pregunté a Ben Protess, Maggie Haberman y Jonah Bromwich, algunos de mis colegas del New York Times que cubren el juicio, cómo prefieren referirse al caso. Prefieren términos más claros que cuenten más de la historia. Trump, me dijeron, está siendo acusado con más precisión de “encubrimiento de escándalo sexual”, o de “falsificación de registros para encubrir un escándalo sexual que amenazó con descarrilar su campaña de 2016”.
Y luego hay un grupo que prefiere no referirse al caso en absoluto. Serían Biden y sus asesores, que buscan crear un contraste con Trump sin dar la impresión de que intentan beneficiarse de sus problemas en los tribunales.
Pero la campaña de Biden no se ha resistido del todo a utilizar su propia terminología. El lunes, unos funcionarios de la campaña enviaron por correo electrónico a los periodistas un comunicado de prensa que al parecer era sobre el derecho al aborto que contenía varias palabras llamativas. En él se decía que la estrategia de Trump sobre el aborto no “dará resultados” y que la campaña de Trump estaba “profundamente dormida” sobre el tema, al igual que él pareció estarlo en un momento el lunes en la sala. c.2024 The New York Times Company.
Por Jess Bidgood, The New York Times.