En su regreso, Trump anuncia que exhibirá su poder con fuerza

Internacional
/ 12 febrero 2025

Muchas de sus acciones son prolongaciones de sus intenciones del primer mandato

Toda la conmoción y el temor causados durante las primeras semanas del presidente Donald Trump en el cargo no tendrían por qué sorprendernos.

Muchas de sus acciones son prolongaciones de sus intenciones del primer mandato, cuando prometió tomar medidas enérgicas contra la inmigración y reforzar la ventaja del país en el comercio internacional.

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Pero en algunos aspectos importantes, el regreso de Trump al poder se ha caracterizado por unos profundos cambios ideológicos en su intento de rehacer Washington, Estados Unidos y el mundo.

Tanto en el frente nacional como en los asuntos exteriores, Trump ha adoptó una estrategia diferente, incluso más agresiva, en cuanto a la función del gobierno y la postura de Estados Unidos en la escena mundial.

El 45.º presidente nunca fue un gran conservador que abogara por la reducción del gobierno; de hecho, gastaba con tanta libertad como la mayoría de los demócratas y, gracias en gran parte a las subvenciones que proporcionó durante la pandemia de COVID-19, dejó tras de sí el mayor gobierno en tiempos de paz de la historia.

Pero ahora el 47.º presidente le dio carta blanca a Elon Musk para que haga pasar al gobierno federal por su “trituradora”, como dijo el multimillonario, agencia por agencia. “¡¡¡PRESUPUESTO EQUILIBRADO!!!”, escribió Trump en las redes sociales la semana pasada.

Asimismo, durante su primer mandato, el presidente Trump denunció la construcción de naciones en el extranjero y trató de sacar a Estados Unidos del Medio Oriente para concentrar los recursos del país dentro de sus propias fronteras.

El presidente Trump, en su segundo mandato, parece decidido a ampliar esas fronteras engullendo territorio extranjero, incluido un enclave del Medio Oriente que necesita con urgencia la construcción de una nación, a medida que el aislacionismo de “Estados Unidos primero” da paso a una forma de imperialismo de “Estados Unidos primero”.

“En estos aspectos concretos, el primero y el segundo mandato de Trump parecen muy diferentes”, comentó Julian E. Zelizer, historiador de la Universidad de Princeton que editó un libro sobre el primer mandato de Trump. “Si analizamos el primer mandato, hay lugar para algo de esto: estaba en contra del gobierno, pero no hizo mucho al respecto; estaba en contra de la construcción de naciones, pero no era del todo aislacionista. Es muy trumpiano. Hay espacio para muchas cosas, pero la cuestión está en el énfasis”.

De hecho, Trump nunca ha seguido una ideología durante mucho tiempo con un arraigo particular. Cambió de partido político cinco veces antes de presentarse por primera vez a la presidencia como republicano en 2016, y en un momento u otro estuvo a favor del derecho al aborto, el control de armas, el aumento de impuestos a los ricos y la invasión de Irak antes de estar en contra de todo ello.

Su línea más constante, que se remonta a sus días como promotor inmobiliario en la década de 1980, ha sido la convicción de que Estados Unidos estaba siendo engañado tanto por amigos como por enemigos, lo que ha sustentado su visión del comercio, la seguridad y las alianzas. Por lo demás, ha estado dispuesto a cambiar de dirección si convenía a sus intereses.

“Está claro que Trump no ha cambiado”, afirmó Jeremy Shapiro, exfuncionario del Departamento de Estado en el gobierno de Obama que ahora trabaja en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. “Lo que ha cambiado es su gobierno, es decir, la gente que le rodea. Se eliminaron los contrapesos y los adultos se fueron. Ahora estamos viendo una versión mucho más pura de Trump, menos filtrada por los asesores tradicionales y las instituciones de gobierno estadounidenses”.

En ausencia de contrapesos, Trump parece gravitar hacia una ideología impulsada solo por las muestras de poder.

La semana pasada lo puso de manifiesto. Incluso mientras el equipo de Musk desmantelaba la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y decía tener en la mira a otras agencias para hacer lo mismo, Trump presentaba un plan impresionante para afirmar la propiedad estadounidense sobre la Franja de Gaza y desplazar a toda la población de 2 millones de palestinos.

El plan de Gaza se produjo después de que Trump declaró en repetidas ocasiones en las últimas semanas su deseo de comprar Groenlandia, apoderarse del Canal de Panamá y hacer de Canadá “el estado 51”, ideas que no se mencionaron durante la campaña electoral.

Cuando barajó ideas tan provocadoras durante su primer mandato, los republicanos de la clase dominante y los generales de cuatro estrellas retirados que estaban en su órbita intentaron disuadirlo, a menudo con éxito. Trump dejó claro que llegó a arrepentirse de haber seguido sus consejos. Ahora, esos asesores se han ido, sustituidos por Musk y un grupo de cruzados de extrema derecha que lo aclaman.

De hecho, algunas de las medidas más polémicas de las últimas semanas fueron ideas que Trump ya había considerado la primera vez que llegó a la Casa Blanca, pero que al final se vio obligado a abandonar. Durante su primer mandato, por ejemplo, contempló la posibilidad de intentar anular la garantía de ciudadanía por derecho de nacimiento de la 14.ª Enmienda, pero nunca llegó a hacerlo ante la oposición republicana.

Sin embargo, en esta ocasión, Trump se encogió de hombros ante las advertencias de que no tenía poder constitucional para hacerlo y firmó una orden que prohibía la ciudadanía por derecho de nacimiento en las primeras horas de su nuevo mandato, aunque hasta ahora ha sido bloqueada por los tribunales.

Musk, en particular, se ha mostrado dispuesto a hacer estallar el gobierno actual de una forma que los anteriores asesores de Trump nunca hicieron. Esto no ha hecho sino avivar el deseo de venganza de Trump contra un gobierno que, según él, intentó boicotearlo durante su primer mandato y que le inició procesos judiciales durante los últimos cuatro años.

“Esto tiene más que ver con el Estado profundo que con poner en orden a hacienda”, dijo Marc Short, quien fue jefe de gabinete de Mike Pence cuando fue vicepresidente Trump. “Sigo pensando que los conservadores deberían celebrar esos recortes. Pero aún no estoy preparado para afirmar que se trata de un esfuerzo honesto por reducir el tamaño y el alcance del gobierno”.

De hecho, los asesores de Trump le han vendido la idea de reducir el gobierno enmarcándola en la guerra cultural. Russell Vought, quien acaba de ser confirmado como director presupuestario de Trump, elaboró un plan presupuestario en 2023 titulado “Un compromiso para acabar con el gobierno de conciencia social y usado como arma política”.

Michael R. Strain, director de estudios de política económica del American Enterprise Institute, dijo que, además de la guerra cultural, otro factor que explica el nuevo entusiasmo de Trump por los recortes presupuestarios es su deseo de renovar los recortes fiscales de su primer mandato y añadir más. “Para prorrogar y ampliar los recortes fiscales de 2017, necesitan recortar el gasto o reventarán el déficit”, dijo Strain.

c.2025 The New York Times Company

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