Obsesión de Trump por el Premio Nobel va más allá de la paz mundial

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Durante casi una década, Trump se ha quejado tanto en público como en privado de que aún no ha ganado el prestigioso premio
WASHINGTON - Ha construido clubes lujosos y rascacielos con incrustaciones de oro. Ganó la Casa Blanca no una, sino dos veces. Ha aprovechado su poder para vengarse de opositores políticos, ejecutivos de empresas y líderes mundiales.
Sin embargo, hay un galardón que se le ha escapado al presidente Donald Trump, y el líder del mundo libre no ha ocultado su molestia por lo que considera un desaire.
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“Nunca me darán un Premio Nobel de la Paz”, dijo Trump el mes pasado durante una reunión con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, en el Despacho Oval. “Es una lástima. Me lo merezco, pero nunca me lo darán”.
Durante casi una década, Trump se ha quejado tanto en público como en privado de que aún no ha ganado el prestigioso premio. Ha mencionado el premio decenas de veces en entrevistas, discursos y mítines de campaña que se remontan a su primer mandato. Y mientras presiona para lograr acuerdos de alto el fuego en Ucrania y el Medio Oriente, sus asesores actuales y anteriores afirman que el premio ocupa un lugar preponderante en su mente.
“El Premio Nobel de la Paz es ilegítimo si al presidente Trump, el presidente de la paz por excelencia, se le niega su legítimo reconocimiento por traer la armonía a todo el mundo”, declaró en un comunicado Steven Cheung, director de comunicaciones de la Casa Blanca.

En muchos sentidos, la lucha pública de Trump por el premio refleja su interés por los galardones, los elogios y la aceptación, así como su ardiente deseo de superar a sus predecesores. El presidente Barack Obama ganó el premio menos de nueve meses después de asumir el cargo en 2009 por enfrentarse a “los grandes desafíos climáticos”, una decisión que suscitó controversia en todo el mundo.
Al aceptar el premio, Obama señaló que sus “logros son escasos” en comparación con los de otros galardonados. Trump no lo ha olvidado, y sigue esperando su invitación a Noruega.
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“El centro de su vida pública es la mayor gloria de Donald Trump, y el Premio Nobel de la Paz sería algo bonito para colgar en la pared”, comentó John Bolton, ex asesor de seguridad nacional de Trump, que tuvo un desencuentro con el presidente a finales de su primer mandato.

“Vio que Obama obtuvo el Premio Nobel de la Paz y pensó que si Obama lo obtuvo por no hacer nada, ¿por qué no iba a obtenerlo él?”, agregó Bolton refiriéndose a Trump (menos de 12 horas después de haber tomado protesta para su segundo mandato, Trump revocó la protección del Servicio Secreto de Estados Unidos a Bolton).
En los últimos meses de su campaña para 2024, Trump habló en varias ocasiones del Premio Nobel de la Paz de Obama, quejándose de que no merecía el galardón.
“Si yo me llamara Obama, me habrían dado el Premio Nobel en 10 segundos”, dijo Trump durante un discurso en el Club Económico de Detroit en octubre.
Un portavoz de Obama declinó hacer comentarios.
Una gran variedad de personas puede nominar a alguien para recibir el premio, y Trump ha recibido múltiples nominaciones de partidarios a lo largo de los años. El año pasado, la representante republicana de Nueva York Claudia Tenney nominó a Trump por su trabajo en los Acuerdos de Abraham, que establecieron lazos entre Israel y cuatro países árabes, y este mes, el representante republicano de California Darrell Issa dijo que nominaba a Trump por su trabajo para garantizar la paz en el Medio Oriente.
Algunos de los principales asesores de Trump también han apoyado la campaña del presidente por el premio, a menudo sacando el tema sin que nadie se los pidiera en lugares donde es probable que el presidente lo escuche, como Fox News o la Conferencia de Acción Política Conservadora.
En su discurso de investidura, Trump dijo que su “el legado del que se sentirá más orgulloso será el de pacificador y unificador”.
En medio de la avalancha de órdenes ejecutivas que ha firmado para desmantelar agencias federales, acelerar las deportaciones e imponer aranceles, el presidente ha intentado reforzar ese legado. Negoció la liberación de estadounidenses en Rusia, Bielorrusia y Afganistán, estuvo cerca de lograr un cese al fuego más amplio entre Rusia y Ucrania e intentó trabajar para poner fin al conflicto en el Medio Oriente.
La semana pasada, Trump ayudó a negociar un acuerdo entre el presidente ruso Vladimir Putin y el presidente ucraniano Volodímir Zelenski para una pausa mutua de 30 días en los ataques contra objetivos energéticos.
Pero los críticos afirman que el esfuerzo de Trump por garantizar la paz tiene un costo y argumentan que a menudo se pone del lado de los agresores. Por ejemplo, tras una polémica reunión el mes pasado con Zelenski en el Despacho Oval, Trump suspendió temporalmente la entrega de toda la ayuda militar estadounidense a Ucrania.
“Soy muy crítico con lo que Estados Unidos está haciendo en este momento en cuanto a Rusia y Ucrania”, declaró en una entrevista desde Leópolis, Ucrania Magnus Jacobsson, miembro del Parlamento sueco que propuso al gobierno de Estados Unidos para el premio en 2020. “No está trabajando por la paz entre Rusia y Ucrania. Está trabajando para que haya más conflictos, una situación más complicada, y es probable que, nosotros en Europa, nadie, esté en verdad contento ahora”.
En 2020, Trump llamó a Jacobsson para agradecerle que hubiera postulado a Estados Unidos, Kosovo y Serbia. El gobierno de Trump había ayudado a negociar un acuerdo de movilización económica entre Kosovo y Serbia, dos países anteriormente enfrentados. Pero Jacobsson dijo que la estrategia de Trump en relación con la guerra en Ucrania no merecía el premio. c.2025 The New York Times Company.
Por Tyler Pager, The New York Times.