Los cuatro momentos de Claudia Sheinbaum, la virtual presidenta electa
La virtual candidata electa se formó en un entorno familiar que apoyaba el activismo político
Claudia Sheinbaum Pardo traza su línea de acción política con un punto definitorio: la matanza de Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968. Tenía entonces 6 años, pero sus padres -el químico Carlos Sheinbaum Yoselevitz y la bióloga Annie Pardo Cemo- no solo alojaron de vez en cuando a los líderes estudiantiles en la casa familiar, sino, en el caso de su madre, para entonces maestra del Instituto Politécnico Nacional (IPN), respaldó varias de las decisiones del movimiento tomadas dentro de las aulas. Esa combinación de activismo, academia y ciencia dieron forma a una discrecionalidad política temprana de quien se convertirá en la primera mujer presidente de México. A sus 15 se sumaría a la lucha de Rosario Ibarra de Piedra, y en 1986 intervendría en las protestas del Centro Estudiantil Universitario (CEU) en contra de las pretensiones del entonces rector de la UNAM, Jorge Carpizo McGregor, de terminar con la gratuidad de la educación.
En su temprana adultez, ese sería el detonante no solo para Claudia Sheinabum, sino para la nueva generación que se uniría al Frente Democrático Nacional encabezado por Ifigenia Hernández, Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, que devendría meses más tarde en el Partido de la Revolución Democrática (PRD). “Es un movimiento, el del CEU, que de alguna manera toma la batuta del movimiento de 1968 y que en definitiva habrá de moldear el perfil de Claudia”, dice el politólogo Israel Covarrubias, quien ha estudiado por años la trayectoria de la morenista. “Es una época (la de 1986) en la que el PRI era una fuerza hegemónica y los movimientos sociales funcionaron como palanca y permitieron a varias y varios participantes de aquellas estructuras volverse políticos profesionales”. Esa primera versión de PRD iniciaría un proceso de degradación en 2006, tras la primera contienda de Andrés Manuel López Obrador en busca de la Presidencia de la República.
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Antes de que las líneas constitucionales del partido bifurcaran, vendría el segundo momento de Claudia Sheinabum: su incorporación al gabinete compuesto por López Obrador como Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal (2000-2006). A cargo de la secretaría de Medio Ambiente, Sheinbaum no solo enfrentó la crisis atmosférica del Valle de México -vigente hasta hoy- sino que terminaría por hacerse cargo de la finalización del segundo piso del Periférico, la obra magna del gobierno. “Eso le da a Claudia no solamente una proyección, sino un espacio de confianza que no había tenido antes. Pasa de ser secretaria de Medio Ambiente a ser la ingeniera más importante de la ciudad”, dice sobre ello Héctor Tejera, antropólogo y politólogo de la UAM.
Desde luego que la encomienda entrañaba una confianza extraordinaria del Jefe de Gobierno hacia la figura de Sheinbaum. Pero ello tenía un marco de referencia mayor. En 2004 sobrevino el escándalo por la difusión de una serie de videos en los que se ve a René Bejarano -uno de los máximos operadores políticos del PRD- embolsándose 45 mil dólares que le daba el empresario argentino Carlos Ahumada, y posteriormente se haría lo mismo con imágenes del entonces secretario de Finanzas de la ciudad, Gustavo Ponce, apostando en Las Vegas. Ponce enfrentaría a la postre cargos por lavado de dinero. El daño al gobierno encabezado por López Obrador era demoledor. El presidente reuniría entonces a su gabinete para preguntar si alguien sabía de videos que pudieran filtrarse las horas siguientes. Claudia Sheinbaum diría que sí: el de su esposo Carlos Ímaz, igualmente sobornado por Ahumada, cuando fungió como delegado de Tlalpan. “Estos fueron rasgos que sin duda Andrés Manuel vio como lealtad de su grupo más cercano y comienza a configurar una cercanía que finalmente deriva en la decisión de apoyarla como candidata presidencial”, dice Israel Covarrubias.
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En 2006 López Obrador obtiene licencia para separarse de su cargo como jefe de gobierno. Busca por vez primera la presidencia y pierde por medio punto ante Felipe Calderón. Alega fraude. Desde entonces no deja de recorrer el país. Vuelve a intentarlo en las presidenciales de 2012. Pierde ante Enrique Peña Nieto. Claudia Sheinbaum retorna a las aulas de la UNAM, aunque se mantiene al lado en la gesta política de López Obrador. En 2015 Sheinbaum regresa a la arena pública, conteniendo por la delegación Tlalpan. Gana, y con ello se inscribe el tercer momento político. Como delegada tiene un desempeño regular, pero se coloca en la plataforma perfecta rumbo a la jefatura de gobierno de la CDMX, que ocupa entre 2018 y 2023. Es un espacio que se le abre sin que ella lo hubiera pensado, dice el politólogo Héctor Tejera, y así termina por alcanzar el cuarto momento crucial en su trayectoria política, la candidatura presidencial.
En tal condición, Claudia Sheinbaum ha ido de menos a más, añade Israel Covarrubias. “La principal preocupación de algunos círculos era que no hablaba ella, sino que más bien se volvió un altavoz del propio presidente de la República. Esa era la principal objeción o crítica que se le hacía. Con esta manera de subrayar el papel central que juegan los programas sociales como palanca de movilización y para paliar los grandes problemas de desigualdad y de exclusión que tiene el país (...) el desafío para Claudia, sobre todo el primer año, será enorme. Más que acciones contundentes va a necesitar poner distancia del Lópezobradorismo para mostrarse como un proyecto civil de continuidad, quizá privilegiando en la agenda pública los grandes adeudos de Andrés Manuel, por ejemplo con relación a los feminismos, a la cuestión de género. La pregunta es ¿qué es lo que hará como presidenta”.
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