El Interoceánico convertirá selvas y bosques en paisaje industrial

México
/ 25 septiembre 2024

Más allá de las vías del tren, los 79 municipios de Oaxaca y Veracruz donde el proyecto tiene influencia, conforman una de las regiones más biodiversas del país

Es un mosaico de verdes. El ferrocarril del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec se pierde entre los árboles. A veces son los sagrados mezquites, en otras guanacastles centenarios.

Cruza ríos, rodea cerros y llega al mar. Más allá de las vías del tren, los 79 municipios de Oaxaca y Veracruz donde el proyecto tiene influencia, conforman una de las regiones más biodiversas del país que está en riesgo, reconoce el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), organismo público descentralizado operado por la Marina.

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En un documento, señala que “se creará un paisaje urbano industrial”. Prevé contaminación del agua, aire y suelo; tierras infértiles y muerte masiva de fauna y flora.

“Al retirarse la cobertura vegetal, la fauna silvestre pierde las condiciones para su supervivencia”, se lee.

El documento Identificación de los potenciales impactos al medio físico y biótico derivados del establecimiento de los Polos de Desarrollo para el Bienestar (Podebi) fue obtenido vía transparencia para esta investigación.

En 2020 y 2021, el CIIT dio esta información al Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) para analizar si consultar o no a las comunidades.

La zona ha sido promovida como “un destino ideal para la relocalización [nearshoring] por sus recursos naturales”, según los promocionales.

Incluso, el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha pronunciado en este sentido: “Lo tercero, que es muy importante, es aprovechar los recursos naturales del sur y del sureste, sobre todo aprovechar el agua”, dijo en 2019, durante la firma del Pacto Oaxaca.

En los archivos públicos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) se localizaron nueve Manifestaciones de Impacto Ambiental (MIAs).

La mayoría corresponden a intervenciones en fragmentos de las líneas del ferrocarril (5) y obras en los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos (3). Sólo se localizó una relativa al Podebi de Texistepec.

Las MIAs son estudios que desvelan las consecuencias de la intervención en un espacio natural. En el caso del Interoceánico, sus impactos no se han analizado en conjunto, sino en lo individual. No obstante, dejarán daños irreparables a largo plazo.Se solicitó un posicionamiento a la Semarnat, pero al cierre de edición no respondió.

En respuesta a un cuestionario, la Marina dijo que no se puede realizar un estudio ambiental que incluya todas las obras del megaproyecto porque las actividades industriales previstas son variadas.

También afirmó que “el desarrollo que promueve el Corredor Interoceánico se caracteriza por el pleno respeto al medio ambiente”.

Agua, el nuevo oro

”En el sur-sureste está 70% del agua del país. Hay graves problemas en el centro, en el norte por falta de agua, y nosotros tenemos el Papaloapan y el Grijalva, y tenemos el Usumacinta; tenemos agua en el sur-sureste”, resaltó el Presidente en 2019.

Dentro de la riqueza del istmo, este tesoro sobresale.Y ahí donde está el interés, está el mayor impacto.

La calidad del agua se verá afectada desde la etapa de construcción de los Podebi por materiales que caerán a los cuerpos de agua, modificaciones a las corrientes y la contaminación de acuíferos, dicta el documento del CIIT.

”Sabemos que para los Podebi son imprescindibles millones de litros de agua y lo que tenemos en la sierra es eso, hay muchos manantiales y ríos”, advierte Verónica Monier, del Centro de Derechos Humanos de los Pueblos del Sur de Veracruz Bety Cariño.

En 2022, el entonces director general del CIIT, Rafael Marín Mollinedo, prometió a los inversionistas “energía barata” y “agua suficiente para los parques industriales”.

Cumplir otra promesa a la inversión

En las comunidades pesqueras de la costa veracruzana, el buque Tog Mor despertó temores, pues descubrieron que su misión es desarrollar el Gasoducto Puerta del Sureste, indispensable para abastecer de gas natural a las industrias del Corredor Interoceánico.

”Nos preocupa que se derrame el gas y afecte a los animales del mar”, dice Timoteo Hernández Petraca, indígena nahua habitante de San Juan Volador, municipio de Pajapan, Veracruz.

El proyecto busca traer gas natural de Texas, Estados Unidos, y requiere de una zanja de 715 kilómetros de largo en el fondo del mar, donde hay ecosistemas arrecifales valiosos por su biodiversidad. Además de las afectaciones por la obra, se prevén riesgos por el transporte del material peligroso que llegará al istmo, por su conexión con el gasoducto Jáltipan-Salina Cruz.

“Un activista de Dakota decía que hay dos tipos de gasoductos, el que ya tuvo derrames y el que los va a tener”, asevera Pablo Ramírez, miembro de Greenpeace.

Los daños ya están presentes

En Unión Hidalgo, Oaxaca, la rehabilitación de la Línea K del Tren Interocéanico obstruyó el Estero Espantaperros.

Dejó de ser un caudal en movimiento para convertirse en un estanque pantanoso.

Los comuneros denuncian que por días aparecen peces muertos, iguanas y animales silvestres arrasados por la maquinaria pesada.

La Línea K inicia en Ixtepec, Oaxaca, y termina en Chiapas, en la frontera con Guatemala.

Aquí también el gobierno prometió una intervención sin afectaciones, pero, dice el comunero Édgar Martín, la Marina taló unos 11 mil árboles.

La Semarnat, a cargo de María Luisa Albores, exentó a la Marina de presentar la MIA.

Zonas de sacrificio

El Programa de Ordenamiento Territorial del Istmo reconoce la aportación ambiental de la región y admite que la industria ya presente ha sido su enemiga.

En Jáltipan de Morelos, Veracruz, la industria ha dejado las tierras infértiles, ecosistemas deforestados, agua contaminada y problemas de salud entre la población, denuncian sus habitantes.

Para Julissa Hernández el futuro que promete el Corredor llegó a Jáltipan hace 11 años, cuando impusieron una planta de coque.

“Ahorita están concluyendo esos saqueos, pero no es desarrollo, es muerte”, dice la médico general y activista por el derecho a la salud.

Temen un incremento en la contaminación, pues su vecino, Texistepec, tendrá un Podebi donde el concesionario quiere instalar una nueva planta de coque.

Lo que ocurre en Jáltipan es el futuro de los municipios del istmo. Son las nuevas “zonas de sacrificio”, donde habrá una concentración masiva de industrias en pro del “progreso” nacional, pero a costa del medio ambiente y la salud.

El documento del CIIT prevé lo que advierten activistas en el territorio: la calidad del aire empeorará y el suelo y el paisaje se modificarán de manera muy severa.

Su propuesta para “suavizar” este efecto es crear parques, áreas verdes urbanas y elementos de arquitectura del paisaje. Este, uno de los pulmones del país, ya no lo será más.

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