Felipe Calderón Hinojosa cumple 50 con su meta lograda

Nacional
/ 29 septiembre 2015

Apoyado por su padre, desde adolescente se fijó el reto de encabezar el Ejecutivo federal como oposición al PRI

México, DF. Felipe Calderón buscó siempre seguir las enseñanzas de su padre, fundador del Partido Acción Nacional (PAN) y a quien reconoce como uno de sus principales maestros.

Hoy, cuando le restan 105 días para salir de Los Pinos, el hijo de don Luis Calderón Vega cumple 50 años de edad y será la sexta y última vez que lo celebre como Presidente de la República.

Formado desde adolescente en la idea de que encabezar el Poder Ejecutivo como representante de la histórica oposición panista era el mayor honor al que podía aspirarse, Calderón ha cubierto las expectativas del hombre que lo inició en la política.

Porque fue de la mano de su padre que el niño Felipe de Jesús conoció, en Morelia, Michoacán, del valor que se requería para enfrentar al autoritarismo y la censura que representaba el PRI, de acuerdo con el relato que el Presidente ha compartido públicamente sobre su vida.

Las referencias a don Luis Calderón Vega son recurrentes en los discursos del Presidente, quien reivindica haber aprendido con él la disciplina del militante que sale a la calle a buscar el respaldo electoral y sabe disputar el liderazgo de los suyos.

En sus visitas al Instituto Valladolid, de la orden católica Marista, donde cursó los estudios de primaria, secundaria y bachillerato, el mandatario ha evocado a sus profesores, destacando que uno de los mejores fue su papá, quien le impartió la materia de Sociología.

Contemporáneo y amigo de Manuel Gómez Morin, Efraín González Luna y Rafael Preciado, el padre del futuro Presidente era crítico del poder económico y en rechazo al ingreso del empresariado al PAN, dejó sus filas en 1981.

Si bien Felipe Calderón heredó la vena de resquemores hacia ese sector -mismo que ya en el gobierno ventilaría cuando infructuosamente quiso elevar el cobro de impuestos-, la renuncia de Luis Calderón Vega no disminuyó su precoz activismo, iniciado antes de cumplir la mayoría de edad.

Por el contrario, al llegar a los 18 años se establece en la capital del país para cursar la licenciatura en la Escuela Libre de Derecho y entrar en contacto cotidiano con los principales dirigentes del partido.

Junto con Margarita Zavala -posteriormente sería su novia y esposa-, quien a los 15 años era ya integrante activa de las juventudes blanquiazules, Calderón llegó en una sorpresiva operación hormiga a Los Pinos para reclamarle al presidente Miguel de la Madrid una respuesta a la huelga de hambre de don Luis H. Alvarez, por el presunto fraude en las elecciones a la alcaldía de Chihuahua. Tenía 20 años.

Si bien en su natal Morelia laboró en sus vacaciones escolares como empleado de Bancomer, Calderón asumió la profesión y el trabajo de la política, una vez que se graduó de abogado. Y es que al concluir su formación universitaria se dedicó todavía más al PAN: creó y dirigió la Secretaría de Asuntos Juveniles, a iniciativa de Alvarez, presidente del partido entre 1987 y 1993.

Al año siguiente, en el emblemático 1988 en que se escaló en México la lucha por la alternacia, con las candidaturas presidenciales de Manuel J. Clouthier en el PAN y de Cuahutémoc Cárdenas en el Frente Democrático Nacional, se inauguró para Calderón la experiencia parlamentaria en la primera Asamblea Legislativa del Distrito Federal.

Aquella diputación local, ganada en las urnas como candidato de un distrito en Coyoacán, sería el único triunfo electoral que pudo compartir con su padre, que falleció en 1989, a los 77 años de edad y a quien describe como un agudo escritor, maestro querido por sus alumnos e incesante lector.

En 1991, a la mitad del sexenio de Carlos Salinas, Calderón llegó a la Cámara de Diputados por la vía plurinominal. Participó en los debates en torno al TLC en su calidad de secretario de la Comisión de Comercio en San Lázaro.

Fueron los años del diálogo político entre el gobierno y el PAN. Y el protagonismo del diputado federal aumentó en la pista parlamentaria y en la del partido, donde asumió la Secretaría de Estudios.

Pero ese tiempo, el de su consolidación como cuadro del partido, cercano a la dirigencia, también fue el del inicio de la vida conyugal, al contraer matrimonio con Margarita, abogada y panista, en enero de 1993. El padrino de bodas fue el presidente del PAN, don Luis H. Alvarez.

Católico confeso y defensor de la doctrina humanista y de la definción de la vida desde la concepción, Calderón fue desde su juventud un panista atípico al que le gustaba la música de la nueva trova cubana y en sus momentos de bohemia cantaba a Silvio Rodríguez, incluido en su amplio catálogo de melómano declarado, afición que conjuga con la lectura de clásicos políticos y de novelas, así como su gusto por deportes como el ciclismo, el atletismo y el futbol.

Hacia el final de 1993 se convirtió en el secretario general del partido, la mano derecha de su mentor político Carlos Castillo Peraza, al frente del blanquiazul en la primera parte del sexenio de Ernesto Zedillo.

Mancuerna clave de ese periodo, Calderón y el reconocido intelectual de derecha destacaron en el debate nacional tanto en la arena política como en la prensa escrita, al defender la necesidad de una oposición leal que contribuyera en el impulso del proyecto de nación.

La ascendencia alcanzada dentro del PAN le permitió construir un liderazgo que sería institucionalmente refrendado en marzo de 1996, al ganar las elecciones de la presidencia nacional del partido.

En su gestión, concluida a principios de 1999, el panismo consiguió elevar a seis el número de entidades gobernadas al ganar las elecciones estatales en Querétaro, Nuevo León y Aguascalientes.

El PAN se había puesto de moda en las clases medias. Y desde la dirigencia del partido, Calderón supo capitalizar políticamente un hecho inédito en la historia nacional: en las elecciones intermedias de 1997, el PRI perdió la mayoría en el Congreso.

Consecuentemente, en Los Pinos se requirió de la interlocución con los panistas. Calderón, según lo admitió una década más tarde frente a Zedillo, ejerció el poder de la oposición al hacer valer el peso de su partido en las decisiones legislativas, como la de aprobar el Fobaproa.

Como no era del grupo de Vicente Fox, candidato presidencial del PAN, Calderón prefirió tomar distancia temporal de la cotidianeidad partidista al concluir su conducción en el blanquazul.

Aprovechó la coyuntura para cubrir un pendiente: ampliar en el extranjero sus credenciales académicas, un requisito que consideraba insoslayable para sus aspiraciones y que ya había cubierto en parte con una maestría de Economía en el ITAM.

Así que acompañado de Margarita y de sus dos primeros hijos, María y Luis Felipe, se fue a vivir a Boston, donde cursó la maestría en Administración Pública de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard.

La fuerza adquirida durante su dirigencia en Acción Nacional resultó suficiente para que, aun fuera del país, garantizara su lugar de diputado federal plurinominal en San Lázaro, a partir de septiembre del año 2000, y en el partido se le considerara como el candidato natural para coordinar la primera bancanda del PAN como partido en el poder.

Concluida la etapa legislativa, dirigió por unos meses el Banco Nacional de Obras (Banobras). Pero al cierre de ese año, el 2003, se incorporó al gabinete de Fox como secretario de Energía.

En mayo de 2004 dejó el gobierno al asumir sus aspiraciones presidenciales, mismas que concretaría en 2006 en la más cerrada elección, con una ventaja de un cuarto de millón de votos.

Ya como Presidente acudió a las principales tribunas académicas y diplomáticas en universidades, en las conferencias de la ONU y en el G-20.

En su proyección internacional tomó la bandera del cambio climático, preocupación que le inculcó su padre y que ahora lo ha convertido en uno de los principales actores globales de la agenda de la sustentabilidad ambiental, una esfera en la que podría desempeñarse al concluir su administración.

Cubierta ya la mayor aspiración para el político de carrera que quiso ser, el quinto y último hijo de Luis Calderón Vega, el adolescente que lo acompañaba en sus gestas partidistas, confesó alguna vez que le hubiera gustado compartir ese logro con su padre.

Hay otros pendientes, sin embargo, que sí podría cubrir más adelante: el Senado, una gubernatura o la Procuraduría General de la República.




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