El potencial retroceso de la economía mexicana
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Dejando un poco de lado lo que está sucediendo en la relación económica con Estados Unidos, que no es para menos, es necesario hablar y analizar el tema del crecimiento económico nacional, que es de suma importancia por los retos que se tienen hoy por parte del gobierno federal. Lo primero que hay que ver es que el crecimiento de México en el último trimestre del año, fue de -0.6%, dejando un resultado anual entre el 0.6 y 0.7% en el indicador del Producto Interno Bruto. No hubo 3.5% como algunos políticos del gobierno federal argumentaron a lo largo del año. Este es el punto medular que se tiene que analizar hoy y preguntarse, ¿qué está pasando en el país si el año pasado y el antepasado todo marchaba muy bien y se crecía por arriba del 3%?
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La primera respuesta es que el país cambió. Hubo elecciones a nivel nacional y en varios estados lo que cambió la dinámica nacional justo a mitad del 2024. La distribución del voto nacional no gustó a los inversionistas que empezaron a frenar la creación de empresas que ya estaban contempladas para iniciar operaciones en meses posteriores. Además, el gasto gubernamental excesivo para dar dinero a los electores creó una burbuja de bienestar justo antes del 4 de junio, que dio como resultado un incremento inflacionario disminuyendo el poder de compra en el consumo la gente, que terminará el año con seis meses en tasa negativa de crecimiento. Lo peor es que en 2024 se espera una contracción mayor del mismo indicador como consecuencia no solo de la falta de confianza en la reforma judicial, sino de las acciones comerciales llevadas a cabo por el presidente norteamericano Donald Trump. En consecuencia, el primer componente del crecimiento que es el consumo y que representa casi 70% de nuestra economía, está en grandes posibilidades de terminar 2025 en terreno negativo.
La dinámica exportadora también se redujo, como era de esperarse, no tanto por una baja en la productividad nacional, sino por que en Estados Unidos hubo elecciones y alta inflación lo que produjo el mismo fenómeno que en México. El resultado fue una disminución de las exportaciones que en el primer semestre del año crecían a un ritmo anual del 11% para pasar a un crecimiento del 4% en el segundo porque los norteamericanos compraron menos productos mexicanos a partir de julio del 2024. Aunque pudiera parecer que crecer en las exportaciones al 4% es muy bueno, que lo es, el problema radica en que la tendencia podría reducirse claramente con la potencial imposición de aranceles.
Llama la atención que el superávit comercial de México con Estados Unidos rompió todos los récords, alcanzando los 171 mil 809 millones de dólares para 2024. Como es de esperarse, este será otro argumento para que el presidente norteamericano imponga aranceles a México. Ya se habla por parte del secretario de comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, de dos tipos de aranceles; los dedicados a imponer presión a México por el fentanilo y los migrantes y los aranceles dedicados a disminuir el déficit comercial. No quiero pensar en los efectos que la imposición de estos de manera simultánea pudieran generar en la economía nacional.
Tampoco ayudará que el gasto de gobierno se reduzca tanto como lo está haciendo la presenta Sheinbaum. El presupuesto actual es un presupuesto que tendría que implementarse en caso de crisis económica, que todavía no tenemos. Es muy poco lo que se está gastando en los diferentes rubros. Con respecto a 2024, el presupuesto de este año es solo de un 93% en términos reales. Se sabe que fue necesaria esta reducción como una estrategia para disminuir el déficit público, pero no será suficiente para cumplir con los compromisos de deuda de Pemex y de la CFE.
La inversión en infraestructura es casi nula como puede verse en las carreteras, hospitales y escuelas, y hasta en las oficinas del gobierno en diferentes localidades a lo largo y ancho del país. Se anunció la puesta en marcha de un programa de trenes de largo trayecto, que hasta ahora no se sabe nada y mucho menos se ha empezado alguna obra al respecto. Así no se puede incrementar la competitividad nacional y mucho menos mantener la atracción de inversión.
El nearshoring o relocalización de empresas de otras partes del mundo a México, nunca fue algo real más allá de un asunto de mercadotecnia de países, al menos en lo que respecta a nuestro territorio. Como un “fenómeno” especial que permitiera un excedente de inversión muy grande, simplemente no sucedió y no sucederá en los siguientes 4 años por el enfrentamiento comercial que hay con Estados Unidos, y más todavía mañana que Trump haya revisado el gran déficit comercial que hay ya entre ambos países. Si comparamos los últimos trimestres de 2022, 2023 y 2024, obtenemos un crecimiento en la inversión internacional no mayor a un millón de dólares, o sea que no hay una diferencia importante.
Para este año la inversión extranjera directa, esa que crea empleos bien pagados y con prestaciones, será escasa porque tendremos que esperar a que se resuelvan dos grandes asuntos nacionales. El primero es el establecimiento y operación de la reforma judicial y la segunda es el enfrentamiento arancelario.
La reforma judicial es prácticamente un circo con mal funcionamiento, desde nombres que se han visto meter en tómbolas equivocadas hasta violaciones flagrantes el propio proceso diseñado por el propio gobierno federal, como hombres en las tómbolas de mujeres, el senador Noroña pidiendo votos a favor de tal o cual sector de candidatos, solo por mencionar algunos detalles. Esto no ha pasado desapercibido en Estados Unidos y ayer mismo Trump declaró que México deberá tener un sistema judicial confiable si quiere seguir siendo parte del acuerdo comercial de Norteamérica.
Por cierto, este es otro asunto clave para la atracción de inversión, la renegociación del acuerdo comercial que todo parece indicar que se quiere adelantar de junio del 2026 a diciembre de 2025. Este factor estará poniendo presión al gobierno porque si no se renueva, podría presentarse una gran volatilidad financiera, mandando el tipo de cambio hasta 30 pesos por dólar, según algunos analistas nacionales e internacionales. Además, este hecho sí podría generar que un pequeño número de empresas salgan del país porque no sería rentable para ellas producir aquí y exportar al vecino país del norte.
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Los pronósticos de crecimiento económico oficiales de enero del año pasado no consideraron todos estos elementos que estoy citando y esperaban repetir los crecimientos elevados de los años anteriores como lo había dicho el propio ex subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio quien defendió hasta antes de su salida del gobierno federal en noviembre del año pasado, que nuestra economía sería un ejemplo de solides. Lo rememoro no con afán de crítica negativa sino como ejemplo del convencimiento que se tenía en la Secretaría de Hacienda de que podríamos como país, alcanzar mejores resultados en este indicador.
En conclusión, la expectativa para este año en términos del crecimiento económico (PIB) es que alcancemos un 0.5% como promedio y un 0.8% como escenario muy optimista. Pensar en el 1.4% que había dicho antes en este mismo espacio ya no es posible con todo lo que estamos enfrentando en este inicio de año, y la debacle económica con la que cerramos 2024. Aunque el Banco de México haya bajado su tasa a 9.5% para que el dinero fluya, no será suficiente. El problema nacional si bien es económico, pasa por una serie de problemas estructurales de política y organizaciones políticas que irónicamente tienen su contrapeso en otro país.