Así es como el Cártel Jalisco Nueva Generación recluta "escoltas" a través de Facebook y WhatsApp

Nacional
/ 8 febrero 2019

El encargado de reclutamiento es 'El Sapo' o 'El 90' uno de miembros destacados del Cártel Jalisco Nueva Generación, pues has sido jefe regional de Tabasco y Veracruz, y se dice que tiene todo el respaldo y confianza de El Mencho, líder del cártel

En una investigación realizada por el diario 'El País', un testigo que sobrevivió, señaló como es que el  Cártel Jalisco Nueva Generación recluta gente a base de engaños para forzar a trabajar para ellos.

En una investigación llevada a cabo por el diario 'El País', un testigo que logró escapar del campo de concentración de CJNG da los detalles de cómo fue reclutado por la organización delictiva comandado por Nemesio Oseguera Cervantes 'El Mencho'.

De acuerdo con el testimonio, a través de anuncios en Facebook de supuestas agencias de guardias de seguridad, reclutan a jóvenes para que trabajen con ellos prometiéndoles atractivos sueldos; sin embargo, al llegar a la supuesta capacitación, son recluidos en casas privándolos de su libertad y forzándolos a trabajar para el CJNG; quien se niegue a cumplir tiene un trágico final.

Una de las personas que orquestaría tal artimaña es Hugo Gonzalo Mendoza Gaytán, alias El Sapo o El 90.

El 90', es el segundo en el mando de 'El Mencho', quien es el líder del CJNG.​

El testigo que logró huir de los campos de entrenamiento del CJNG señaló que pudo ver a El Sapo escoger a catorce personas para que fueran asesinadas después de pelear entre ellos.

La ilusión Luis iba ilusionado. Jamás pensó que al llegar a su primer día de trabajo los meterían en casas de seguridad y luego los subirían a campamentos de la sierra de Ahuisculco, pero no para matarlos, sino para entrenarlos y obligarlos a trabajar para el cartel Jalisco Nueva Generación.

"Cuando me escapé me fui muy lejos porque sabía que donde me vieran me iban a matar. Pensé que si iba directamente al Gobierno ellos me iban a entregar al cartel, y después de un tiempo salió a la luz en las noticias que alguien estuvo en la misma situación que yo y se animó a hablar y pues yo dije que mi objetivo al escapar de allá arriba era tratar de brindarle paz y tranquilidad a aquellas personas que perdieron la pista de sus seres queridos. Muchos de ellos son las personas que yo vi calcinar y que nadie de sus familiares se dio cuenta cómo murieron y cómo desaparecieron a menos que yo hable, entonces voy a arriesgarme a platicar mi historia y llevar un poco de paz a sus familias y que no sigan esperanzados a que van a encontrarlos. Fue que me comuniqué con la Fiscalía de Jalisco y les comenté que yo también fui privado de mi libertad en la sierra de Navajas por el cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y que podía identificar a 17 desaparecidos que vi con mis propios ojos morir en las manos de nuestros captores".

"Al contactarme para el trabajo pregunté si todo era legal. “Mira, si fuera ilegal no te mandábamos a entrenamiento para que puedas portar un arma. No te apures, todo será legal”. Le dije: 'Oiga, pero ¿todo va a estar bien? Tengo a mi mamá enferma y necesito comunicación con ella'. Ahí fue cuando me dijo Mario que le caí a toda madre, que iba a llegar recomendado por él. Agarré un taxi al periférico. A los 10 minutos llegó un carro. Me preguntaron si me llamaba Luis. Les dije que sí. Me subí y fuimos por otro muchacho, nos metimos a un lugar muy enredoso. Salió un güero con barba, pelo poco chinito, gordito, de ojos verdes, ahora sé que se llama Ignacio. Dos mujeres salieron a despedirlo, no se quitaron de la entrada hasta que nos fuimos. Vi nervioso al chófer, fumaba un cigarro tras otro. Le hice plática y me dijo que tenía apenas una semana trabajando, pero que no le habían pagado viajes anteriores. Era el primero de mayo. Nos dejaron en la carretera y ahí llegó una pick up con otros tres muchachos que venían del Estado de México. Uno tenía ojo postizo, otro era delgado con pierna postiza y el tercero era gordito con un mechón de pelo que le salía de la frente. El chófer era un gordo sucio que nos ordenó subirnos a la caja. En el camino supimos que los cinco habíamos estado en el WhatsApp un día anterior y habíamos sido contactados por medio de bolsas de trabajo a las que nos inscribimos en Facebook para el trabajo de escolta o guardia de seguridad por 4.000 a la semana. Era muy atractivo para mis necesidades", cuenta Luis.

La Pesadilla

Los maltratos y amenazas comenzaban en las casas de seguridad. Además de Luis, hubo otros tres supervivientes rescatados por la Fiscalía. En sus declaraciones ministeriales relataron cómo fueron en busca de trabajo y los enganchadores los llevaron a casas de seguridad. En una de estas casas había como 50 hombres acostados en el suelo, golpeados, amenazados con que si escapaban los mataban.

Ese tiempo me pasó lo peor en toda mi vida: un día, entró la voz de El Sapo (el jefe de la plaza). ‘Adelante, hijos de su chingada madre, ¿quién quiere irse? Les voy a dar 3 mil y a su casa, y a chingar a su madre’. En eso (unos) empiezan a levantar la mano, advirtiéndoles que si estaban seguros. Eran tres del Estado de México, el gordito que llegó conmigo…”.

 'A ver cabrones, pónganse a pelear todos contra todos', y comenzaron a hacerlo, el que cayera iba a morir. Al primero que cayó le decían La Jaina (chaparrito, 1,70, nariz grande, cara grande, güero, pelo por todos lados, indigente de Guadalajara) cayó noqueado de rodillas. Le dieron de balazos. Luego El Guachito, alto, narizón; cuando vio que le iban a tirar, gritó '¡nooo!' levantando las manos en señal de defensa. Le dieron dos balazos. Después Nopal, Toño, Chucho y El 18 abrieron fuego contra todos, entre ellos el expolicía. Al último quedó un niño de 17 años con las manos metidas entre las piernas, cabeza agachada, meciéndose. Se acercaron a verlo porque quedó vivo. Le dijo El Pitayo: 'Estos putos te dijeron que dijeras que te querías ir'. Sacado de onda, respondió 'ajá', y el muchacho pidió llorando: 'es que quiero ver a mi hermanita y mi mamá'. Le dieron un balazo. Entre los muertos estaban Ignacio, que llegó conmigo el primer día, y Ernesto. Al taquero también le dieron un balazo por la espalda, siendo entonces ya 15 muertos. A los que por miedo no manifestamos querer irnos nos hicieron llevar los cuerpos. Duramos hora y media porque había unos muy pesados, teníamos que arrastrarlos para echarlos a los elotes".

El 24 de julio de 2017, recuerdo que era lunes, nos levantaron y nos hicieron cargar plásticos y víveres (…) El encargado recibió una llamada que se pusieran vergas porque venían camionetas blancas y negras a peinar el cerro. Tres comenzaron a disparar, yo lo único que pude hacer fue correr hacia la parte baja del cerro para cubrirme de los balazos. Policías nos rodearon, gritaron 'pecho tierra, manos arriba', y fue el momento que nos detuvieron a todos".

Hoy los carteles siguen haciendo levas y controlando el territorio. Tanto en el sur de Jalisco como en los límites con Michoacán hay familias de personas desaparecidas que han relatado anónimamente que tienen indicios de que a sus parientes se los llevaron a trabajos forzados.

Con información de La Neta Noticias y El País

 

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