Burocracia e ineficiencia enfrentan adultos mayores para cobrar sus pensiones

Nacional
/ 7 abril 2020

Quienes acuden a cobrar los cuatro meses de pensión para los adultos mayores que el presidente ordenó entregar, por la crisis del COVID-19, esperan horas en filas

Por Andrea Vega (@EAndreaVega) para Animal Político

A las 11 de la mañana de este lunes 6 de abril hay, a un costado de la explanada del palacio municipal de Tlalnepantla, una fila de mucho más de 50 personas esperando para cobrar la pensión de adulto mayor de los meses de marzo a junio. La mayoría son población de riesgo frente a la epidemia de COVID-19, la mayoría no debería estar en la calle. 

Pero, por orden del presidente de la República, la Secretaría de Bienestar entregará la pensión para adultos mayores de manera anticipada para no hacerlos acudir por ella en una fase más avanzada de la contingencia y también para que cuenten con un respaldo económico en estos días de crisis. 

A los beneficiarios que aún deben acudir por su pago en efectivo, por no contar todavía con la tarjeta del Bienestar, unos 3.5 millones de adultos mayores (de acuerdo a información de la Secretaría de Bienestar), les han dicho que el trámite no tomará más de media hora. 

Para evitar aglomeraciones y contagios, los han citado por turnos y en lugares abiertos. A los de Tlalnepantla, en el Estado de México, les toca en el Teatro Algarabía, a un costado de la explanada donde está el palacio municipal. 

Cuando no hay una contingencia como la de estas semanas, lo normal es que estos beneficiarios acudan a las oficinas de telégrafos o a sucursales de Bansefi. Pero esta vez, en el intento de ponerlos en menor riesgo y guardar la sana distancia, les toca en el teatro y con convocatorias dosificadas: con cita a una hora específica.

Eso no evita la congregación de personas, la mayoría adultos de más de 65 años con diversas enfermedades, que son justo la población de mayor riesgo frente al COVID-19.

Basta ver la fila para entender que los beneficiarios y su familiares pasarán ahí mucho más de media hora. De los alrededor de 50 adultos mayores que debe haber formados, la mayoría viene con acompañante. Unos cuatro de ellos están en silla de ruedas, una señora más es invidente y para el resto andar solos en la calle ya es un peligro, aun sin estar en tiempos de pandemia, ante la disminución de movilidad y sus padecimientos.

Algunos familiares acuden sin el adulto mayor. Blanca es uno de esos casos. Ella ha venido por la pensión de su madre, una mujer de 67 años de edad a quien le dio un infarto cerebral, que la dejó en cama, desde hace un año.

Antes de la contingencia por COVID-19 era el padre de Blanca el que acudía a las oficinas de telégrafos por la pensión de su esposa. Esta vez la familia no quiso que el adulto mayor pasara por la odisea de las filas, el sol y el riesgo de contagio que implica para él, en estos días, estar en la calle y con tanta gente.

Así que el señor preparó los documentos que le piden siempre en las oficinas de Telecom para poder cobrar la pensión de su esposa y se los dio a su hija. A los diez minutos de estar en la fila, Blanca se topó con la burocracia. La servidora de la nación encargada de ir revisando entre los formados que no le faltara a nadie ningún papel para el trámite le dijo a Blanca que le faltaba el Formulario Único del Beneficiario (el FUB).

Al teléfono, el padre de Blanca afirmó que nunca le habían pedido ese tal papel. Blanca le dijo eso a la servidora de la nación, quien le pidió entonces pasar a una mesa para tramitarlo en ese momento.

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La odisea empiezo ahí, Blanca tuvo que volver a casa dos veces por papeles y para que su madre colocara la huella de su dedo pulgar en dos formatos. Tuvo que ir además cuatro veces a sacar copias, al final la mayoría de estas no se usaron. 

Para el trámite, los beneficiarios y sus acompañantes van pasando por varias mesas de atención, en cada una les piden una nueva copia de un documento más y sacar de los juegos a entregar la que pidió su compañera de la mesa anterior, porque ahora ya no es necesaria, la necesario es la de ese otro documento que nadie había pedido y por la que ahora hay que ir. 

“Pues es que así pasa aquí con las pensiones, todo el tiempo están los jefes cambiando formatos y pidiendo cosas nuevas, no es culpa nuestra, así nos indican”, responde una de las servidoras de la nación ante las quejas de los beneficiarios y sus familiares. 

Blanca cuenta que tres horas después de que llegó y después de muchas vueltas, cuando ya estaba en la penúltima mesa de atención, a un paso de concluir el trámite, y ya con el peso del calor, de las horas, de las idas y venidas, escuchó a una adulta mayor en una situación peor. 

“Le estaba diciendo a las servidoras de la nación que debía cobrar ella la pensión de su esposo porque él no se puede mover, que había llegado desde las 10 de la mañana, ya eran más de las dos y media, y que ya no podía dar otra vuelta. Le estaban pidiendo un documento más y la señora les decía que la dejaran llevarlo al día siguiente porque de todas formas tenía que acudir a cobrar ahora la pensión de su nieta con discapacidad. Ya no supe si se lo permitieron, porque la mandaron a hablar con un funcionario”.

Fue hasta tres horas y media después de haber llegado que Blanca por fin salió del lugar con la pensión para su madre. Otros dos adultos mayores y sus acompañantes seguían ahí a la espera, ya con la fatiga reflejada en el rostro. 

Consultada al respecto sobre esta situación, la oficina de comunicación de la Secretaría de Bienestar señaló a Animal Político que se está difundiendo información, incluso en comunicados de prensa, para pedir que los adultos mayores no acudan ellos mismos a recoger sus pensiones y que incluso pueden llamar por teléfono, al módulo de atención ciudadana de la Ciudad de México o a la delegación de la dependencia que les corresponda, para pedir que vayan a entregárselas a su casa. También puede llamar al número 01 800 007 37 05, para plantear cualquier duda.

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