Escaramuza Internacional de Saltillo: Pioneras en la charrería y forjadoras de una tradición femenina
Formado por Gloria García, el equipo ha crecido con figuras como Irma Echavarría, Liliana Salinas y Yolanda Martínez, quienes han impulsado su presencia a nivel nacional e internacional
La Escaramuza Internacional de Saltillo, fundada en los años 60, comenzó su andadura en un contexto donde las mujeres apenas comenzaban a tomar un lugar dentro de la charrería.
Inicialmente, las integrantes de este grupo participaron principalmente en las ferias de la ciudad, en las charreadas locales y en invitaciones a otras ciudades, gracias a la Asociación de Charros. Con el paso de los años, se consolidaron como un referente tanto en el ámbito local como nacional, llevando la tradición de la charrería femenina más allá de las fronteras de México. Hoy, al acercarse su aniversario, salen a relucir las historias de las mujeres que han formado parte de este equipo desde sus inicios.
La escaramuza fue fundada por Gloria García, quien forma parte del Salón de la Fama de la Charrería. Junto a ella, Irma Echavarría y Liliana Salinas fueron figuras clave en el crecimiento de este equipo, que no solo alcanzó un alto nivel a nivel local y estatal, sino que también se presentó en escenarios internacionales, en países como España, Italia y Cuba. Estas tres mujeres, junto con Yolanda Martínez, quien ha estado activa en el grupo de manera ininterrumpida, fueron parte fundamental de la escaramuza, transmitiendo la pasión por la charrería de generación en generación.
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La primera participación internacional del equipo se dio en 1975 en el Congreso Nacional Charro en Tepic, un hito que marcó el inicio de su participación constante en este tipo de eventos, un compromiso que no ha cesado a lo largo de los años. Durante una reciente entrevista, Liliana Salinas compartió cómo fue el proceso de formación del grupo: “En 1974 comenzamos a entrenar con un instructor de manera ordenada. En ese entonces, comenzó la participación de la mujer en la charrería de una manera más formal, lo que nos permitió comenzar a formalizar nuestras presentaciones en los congresos nacionales”.
Para Liliana, la clave del éxito y la permanencia de la escaramuza ha sido, sobre todo, la pasión por el deporte: “El amor a este deporte, el amor a nuestros caballos, es lo que nos impulsa a seguir adelante. Es lo que nos mantiene activas a pesar de los sacrificios “, comenta. Yolanda Martínez, por su parte, señala la disciplina y el respeto como elementos fundamentales dentro del equipo: “Somos una escuela, no solo formamos a nuestras hijas y nietas, sino que también hemos sido un ejemplo para otros equipos charros y escaramuzas. Hemos forjado el carácter de muchas personas”.

El camino para estas mujeres no fue fácil. En un inicio, la charrería era un deporte estrictamente masculino, y su participación estaba limitada por diversas barreras. Irma Echavarría recuerda las dificultades de aquellos primeros años: “Los caballos que montábamos eran rechazados por los charros, quienes decían que no eran aptos para la charrería. Además, solo podíamos asistir a los congresos si éramos invitadas por ellos”.
A pesar de estos obstáculos, el equipo siguió adelante, luchando por ser aceptadas en un mundo dominado por los hombres.
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Con el tiempo, las reglas y la estructura del deporte fueron evolucionando. La creación de reglamentos y la implementación de calificaciones trajeron consigo nuevos desafíos para las escaramuzas, quienes tuvieron que adaptarse a un entorno cada vez más competitivo, sin embargo, las dificultades no terminaron ahí.

Liliana señala que la discriminación hacia las mujeres dentro del deporte sigue siendo un reto: “Aún hoy tenemos que pelear por los espacios para las mujeres en la charrería. Un charro llega a las nueve de la mañana a pasear ganado y a nosotras nos mandan a las cinco de la mañana para calar terrenos, entonces si hay mucho todavía por hacer”.
A pesar de las dificultades, la escaramuza ha logrado mantenerse unida a lo largo de los años. Para Irma Echavarría, esto se debe a la pasión compartida por el deporte y al fuerte vínculo que han creado entre ellas: “Es emocionante ver cómo nuestras hijas y nietas siguen montando y formando parte de este equipo. La escaramuza ha sido, un semillero de talento y una escuela de vida”.
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Lo que comenzó como un pequeño grupo en los años 60, hoy se ha convertido en una tradición que ha perdurado a lo largo de varias generaciones. El legado de la Escaramuza Internacional de Saltillo no solo radica en su éxito deportivo, sino también en la forma en que han logrado transmitir su amor por la charrería a las nuevas generaciones. Como afirma Yolanda: “El mayor orgullo es ver a nuestras hijas y nietas seguir este camino. Ellas son el futuro, y sabemos que el legado continuará”.
A lo largo de su historia, este grupo ha superado innumerables retos, desde la lucha por el reconocimiento en un deporte tradicionalmente masculino hasta las dificultades de mantenerse en la élite de la charrería a nivel nacional e internacional. Sin embargo, la constancia, la disciplina y, sobre todo, la pasión por la charrería han sido los pilares que han sostenido a la Escaramuza Internacional de Saltillo.

Hoy, con una nueva generación de escaramuzas dispuestas a tomar las riendas del equipo, las fundadoras miran con orgullo el legado que han dejado y el futuro prometedor de la escaramuza.
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