¿Qué son los OOPArts?... Misteriosos objetos encontrados en la Tierra fuera de su tiempo; desde el Mecanismo de Anticitera hasta baterías en el año 250 A.C. (videos)
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¿Computadoras astronómicas en la antigua Grecia?, ¿Aviones en el mundo precolombino o en el arcaico Egipto de las pirámides?, ¿Seres humanos conviviendo con dinosaurios?, ¿Electricidad en Mesopotamia?, los misteriosos objetos sin resolver
En los años sesenta, Ivan T. Sanderson acuñó un nuevo término: OOPArt, Out Of Place Artifact, ‘artefacto fuera de lugar’. Con él calificaba aquellos objetos arqueológicos y tecnologías ancestrales que no parecían corresponder a la época donde habían sido encontrados.
A partir de ahí, muchos autores postularon la idea de que habíamos sido instruidos por extraterrestres; existió otra Humanidad, muy evolucionada, antes de la nuestra o que la Tierra tenía tan sólo unos pocos miles de años, como asegura la Biblia.
Documentales de televisión, libros de éxito, revistas especializadas y páginas web popularizaron tales planteamientos hasta el punto de que, hoy en día, millones de personas se toman muy en serio dichas especulaciones.
En muchas ocasiones, los OOPArts llegan a poner de cabeza a la comunidad científica y también desencadenan polémicas que no siempre llegan a resolverse del todo.
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Por otro lado, algunos OOPArts son un fraude y, en cambio, otros suponen asombrosos descubrimientos que cambian completamente la idea establecida hasta su hallazgo.
Aquí te presentamos los OOPArts más sorprendentes y que hasta el momento no tiene una explicación lógica:
LAS BATERÍAS DE BAGDAD
En 1936, durante unas excavaciones en una colina de Kujut Rabua, una aldea al sureste de Bagdad (Iraq), los trabajadores del Departamento Estatal Iraquí del Ferrocarril descubrieron una vieja tumba cubierta con una losa de piedra. Durante dos meses, el Departamento Iraquí de Antigüedades extrajo de allí un total de 613 abalorios, figurillas de arcilla, ladrillos cincelados y otras piezas. Fueron fechados en el período de los partos (casi quinientos años entre 248 a. C. y 226 d. C.). También hallaron unos recipientes muy singulares de arcilla, con forma de jarrón y de color amarillo claro. En su interior había un cilindro de cobre, fijado con asfalto a la embocadura del cuello. Dentro del cilindro había una vara de hierro.
El recipiente medía 13 cm de alto por 4 cm de diámetro, mientras que el cilindro de cobre medía 9 cm de alto por 2.6 cm de diámetro. La vara de hierro sobresalía 1 centímetro y daba la impresión de haber estado revestida de una fina capa de plomo.
En ese año (1939), el arqueólogo alemán Wilhelm König, entonces a cargo del Laboratorio del Museo Estatal de Bagdad, lo identificó como una probable pila eléctrica. Describió su hallazgo en el 9 Jahre Irak, publicado en Austria en 1940. El primer análisis de este objeto consistió en introducir en su interior un electrolito, y conectarle una lámpara, que se encendió muy débilmente. El informe oficial que se redactó después decía que este objeto se comportaba exactamente igual que una pila eléctrica moderna.
EL MARTILLO DE KINGOODIE EN ESCOCIA
El martillo de Kingoodie, Escocia, datada de hace 460 a 360 millones de años. Sir David Brewster encontró el martillo incrustado en un bloque de piedra del Cretáceo, en la era Mesozoica. Si esta datación fuese correcta, la situaría cientos de millones de años antes de la aparición del Hombre en la Tierra.
HELICÓPTERO JEROGLÍFICO DEL TEMPLO DE ABIDOS
El helicóptero de Abidos es un presunto jeroglífico encontrado en el templo funerario de Seti I, en Egipto, que supuestamente representaría un helicóptero moderno, junto a otras imágenes que recordarían la forma de un submarino, un avión, un zepelín o un platillo volador, según distintas interpretaciones.
Dicho hallazgo ha despertado la curiosidad de los ufólogos, los esoteristas y los creyentes en la teoría de los antiguos astronautas, quienes piensan haber encontrado en Abidos una prueba más de la existencia de alta tecnología en las civilizaciones antiguas, posiblemente facilitada por seres extraterrestres.
No obstante, científicos y egiptólogos coinciden en que se trata de un efecto pareidólico debido, en primera instancia, al deliberado retoque de las imágenes que se muestran en los medios y, en segunda, a que las caprichosas formas de los jeroglíficos son producto de un palimpsesto, es decir, de un re-grabado que, con el paso de los siglos, se hizo evidente gracias a la erosión, uniendo dos escritos diferentes en una sola imagen. No era raro en el Antiguo Egipto que los faraones usurparan edificaciones y cubrieran los muros originales con sus propias inscripciones.
LA HUELLA DE MEISTER
El descubrimiento se hizo en Utah, EU, por el coleccionista de fósiles Willian Meister. En 1968, Meister salió con su familia en busca de trilobites para su colección cuando una de sus hijas le enseñó una roca en la que se encontraba un triobite. Cuando se fijó más atentamente pudo ver que el trilobite estaba como si lo hubieran pisado, lo que le llevó a fijarse más atentamente.
Entorno al trilobite aparecía una huella con forma de calzado con una puntera, y no solo había una huella sino que eran dos la del píe derecho y el izquierdo donde estaba el trilobite pisado en donde se supone estaba el tacón de aquella huella que además según las medidas era la parte más profunda.
Para que esta huella se produjera, su autor tuvo que pisar un terreno blando cubierto de agua que con el tiempo se fue petrificando dando lugar al fósil.
EL MAPA DE PIRI REIS
En 1929, el Palacio de Topkapi estaba en proceso de convertirse en museo. Unos operarios encontraron escondido dentro una pared un mapa dibujado por Piri Reis en 1513. Al principio se creyó que el mapa formaba parte de El Libro de las Materias Marinas, publicado por el otomano en 1521, y que recogía información exhaustiva del Mediterráneo. Sin embargo, al estudiarlo con mayor atención, se comprobó que los trazos dibujados pertenecían a la parte más meridional de América, que no se había descubierto en aquel momento.
Los márgenes del mapa están plagados de inscripciones que remiten al mismo Cristóbal Colón. Según Piri Reis, el descubridor de América realizó su viaje a través del Atlántico guiado por un libro que databa de la época alejandrina y que describía esta tierra y las costumbres de quienes la habitaban. En los márgenes también se puede leer que las fuentes de Piri Reis para elaborar estos mapas eran “los antiguos dioses del mar”. Además, el mapa incluye numerosos dibujos de animales exóticos que aún no habían sido descubiertos, situados en los puntos exactos donde habitan.
La teoría más extendida para explicar este misterio es que el célebre corsario Kemal Reis, tío de Piri Reis, abordó un barco español en 1501 y capturó a uno de los tripulantes que había viajado en 1492 en la primera expedición a América junto a Cristóbal Colón. Además del testimonio de este marinero, el cartógrafo contaba con cuatro mapas portugueses que encontró en el barco asaltado por su tío.
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Sin embargo, hay numerosos datos a los que Piri Reis no podría haber accedido a través de ninguna fuente colombina. El ejemplo más claro y extraño es el dibujo preciso de la Antártida, que aparece perfectamente delimitada y desprovista de hielo. Se puede observar el perfil de la costa en dientes de sierra con el mismo contorno que tiene en la actualidad bajo el hielo glaciar.
Estas tierras fueron avistadas por primera vez de manera oficial en 1820 por los exploradores Fabian Gottlieb von Bellingshausen y Mijaíl Lázarev.
MECANISMO DE ANTICITERA
Aunque generalmente es referido como la primera computadora analógica, la calidad y complejidad de la manufactura del mecanismo sugieren que este tiene predecesores aún no descubiertos hechos en el periodo helenístico.
El mecanismo de Anticitera es una computadora analógica (o mecánica) de la antigüedad diseñada para predecir posiciones astronómicas y los eclipses de hasta diecinueve años con propósitos astrológicos y calendáricos, y predecir también la fecha exacta de seis certámenes griegos antiguos: los Juegos de Olimpia, los Juegos Píticos, los Juegos Ístmicos, los Juegos Nemeos, los Juegos de Dodona y los de la isla de Rodas.
El dispositivo es un complejo mecanismo de relojería compuesto de al menos 30 engranajes de bronce. Los restos fueron encontrados como 82 fragmentos separados de los cuales solo siete contenían inscripciones importantes o engranajes.
LÁMPARAS DE DANDERA
Con el nombre de lámparas de Dendera, se conoce a un grabado hallado en uno de los templos consagrados por los antiguos egipcios a la diosa Hator, que evidencia dos vainas o cartuchos ovalados con una serpiente en el interior de cada uno ellos, reminiscentes al filamento que utilizan las bombillas incandescentes.
El hallazgo hizo suponer a varios investigadores, que quizá en el Antiguo Egipto llegó a emplearse algún tipo de electricidad.
Con el tiempo esta creencia se acrecentó, al no hallarse evidencias de antorchas o candiles en ninguna pirámide ni tumba egipcia. Así, hacia comienzos de la década de 1980, los investigadores Peter Krassa y Reinhard Habeck postularon por primera vez la hipótesis de que el bajorrelieve demuestra que en Egipto conocieron la electricidad.
Sin embargo, durante la época en que los grabados de Dendera fueron realizados, la Biblioteca de Alejandría ya existía y albergaba la concurrencia de los pensadores griegos más destacados. Ninguno de ellos dejó constancia escrita de que en Egipto existiera algo parecido a la electricidad. Desde el hallazgo de las lámparas de Dendera, el debate entre arqueólogos e investigadores se mantiene vigente.