Vietnam no es Afganistán: análisis sobre la geopolítica y geoeconomía
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Lo que está en el fondo es el reacomodo geopolítico y geoeconómico en el mundo multipolar
ESTADO SOCIALISTA Y APOYO DE EU A MUYAHIDINES
Con un golpe de Estado dirigido por Mohammed Daud Khan, en julio de 1973 en Afganistán concluyó el régimen monárquico parlamentario del rey Moahammed Zahir Shah Khan se proclamó la República, régimen que también claudicó en 1978 con la revolución de Saur encabezada por el Partido Democrático Popular de Afganistán, que estableció la República Democrática de Afganistán, con un Consejo Revolucionario como gobierno y adscrito al eje de influencia de la Unión Soviética.
El Estado laico socialista se propuso modernizar la sociedad afgana sin eliminar la cultura religiosa, con planificación económica centralizada, sobre todo para superar la exclusión social y establecer los derechos humanos amplios, como la libertad de culto, la educación y la salud, los derechos de las mujeres y la organización popular; este avance democrática participativo provocó el levantamiento de grupos musulmanes radicales en sus distintas facciones político-militares, quienes, en guerra de guerrillas –o la yihad islámica- lucharon contra el Estado por instalar el Emirato Islámico de Afganistán.
En el contexto de la guerra fría EU-URSS, Ronald Reagan (1911-2004) –aliado con Arabia Saudita- quien en su administración presidencial (1981-1989) apoyó económica y militarmente a los rebeldes y afirmó que “la importancia que tiene para el mundo la resistencia afgana contra el imperialismo soviético, se debe al coraje y la voluntad de la mayoría del pueblo afgano y a los muyahidín, los combatientes de la libertad” (El País, 22-12-82).
Fue notorio el salvajismo y crueldad de los fundamentalistas con acciones inenarrables y, desde 1979, el gobierno socialista afgano recibió el apoyo directo de las fuerzas armadas soviéticas, las cuales, por falta de presupuesto, se retiraron del país en febrero de 1989; el gobierno socialista claudicó en 1992 ante los ataques de los muyahidines o “luchadores de la fe”.
TALIBANES, AL-QAEDA Y EL 11/9/2001
Después de enfrentamientos militares entre facciones, el 27 se septiembre de1996 el grupo Talibán (significa estudiante religioso o novicio) tomó el poder y estableció un gobierno teocrático fundamentalista, con la aplicación de las reglas islámicas extremas, sobre todo en la vida de las mujeres, excluidas del trabajo, del estudio y de toda relación social fuera del núcleo familiar dominado por los hombres.
Ya en el gobierno, fueron estos inmaculados “combatientes de la libertad” quienes permitieron la instalación del grupo radical islámico Al-Qaeda en territorio afgano, grupo que organizó los ataques al Pentágono y a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, lo que provocó la rápida intervención bélica de Estados Unidos en Afganistán, derrotando a los talibanes ese mismo año e imponiendo un gobierno títere, que permaneció hasta el pasado 15 de agosto en que los talibanes retornaron al poder apoderándose de todas las ciudades importantes y la capital Kabul. El depuesto presidente Ashraf Ghani y su familia huyeron a Emiratos Árabes Unidos, para refugiarse por razones humanitarias.
COSTOS DE LA GUERRA
Aunque el 2 de mayo del 2011 las fuerzas de ocupación asesinaron a Osama bin Laden y se ha debilitado el terrorismo de Al-Qaeda, 20 años de guerra fueron inútiles para los Estados Unidos, con 775 mil soldados en la lucha y un costo de más de 2 mil millones de dólares –sobre todo en armamento que elevó las ganancias de las empresas de armas estadounidenses, europeas e israelíes-, con grave saldo en muertes humanas: 2 mil 448 efectivos estadounidenses (20 mil 589 heridos en combate); mil 144 militares de otros países aliados en la ocupación; 51 mil 191 talibanes y otros combatientes; 3 mil 846 contratistas estadounidenses; 66,000 de las fuerzas afganas y policías nacionales; más de 47,245 civiles afganos (activistas de derechos civiles afganos señalan más de 100 mil); 444 trabajadores humanitarios; 72 periodistas (En Breves, 17-08-21).
Por otra parte, en estos 20 años la producción de opio en Afganistán se incrementó y representa el 90% de la heroína en el mundo, narcótico que se obtiene con facilidad en países occidentales, con ganancias den billones de dólares divididos entre los sectores que apoyaron la ocupación.
ACUERDO DE DOHA, GEOPOLÍTICA Y GEOECONOMÍA
Prácticamente sin resistencia de 300 mil efectivos de las fuerzas armadas afganas, la ruta triunfal del Talibán es resultado del “Acuerdo para traer la Paz a Afganistán”, firmado el 20 de febrero de 2020 en Doha, Qatar, por el pasado gobierno de Donald Trump y el grupo extremista: retirada de tropas estadounidenses; eliminar sanciones a líderes talibanes; liberación de prisioneros de las dos partes; el gobierno teocrático no albergará terroristas que amenacen la seguridad norteamericana y sus aliados; atenuar la aplicación de sus preceptos religiosos; respeto a los derechos humanos. La producción de opio no se mencionó en dicho acuerdo.
En perspectiva geopolítica y geoeconómica la “rendición” de Estados Unidos se suscribe al fortalecimiento político de Rusia y su área de influencia en medio oriente (Siria e Irán), además del avance económico de China con la “nueva ruta de la seda” a las puertas del continente africano, en cuyos países el gigante asiático inició todo un proyecto de inversiones y cooperación, sin exceptuar los acuerdos económicos y de apoyo militar efectivo entre estas dos naciones explícitamente aliadas e implícitamente contrapuestas peligrosamente con la Organización del Tratado del Atlántico Norte, brazo militar de occidente.
En el entorno internacional resulta extraña la estrategia del gobierno de Joe Biden de cumplir el pacto de Doha, donde sólo se acordó garantizar la seguridad de países de medio oriente y occidentales aliados, no del mundo entero, lo que implica que, por su ubicación geográfica, Afganistán sería estratégico para contener el avance y los intereses chino-rusos, para impedir que amplíen su área de influencia, lo anterior acentuando la inestabilidad en la región medio oriental y en África del este.
Lo que está en el fondo es el reacomodo geopolítico y geoeconómico en el mundo multipolar. Rusia demostró su poder bélico en Siria con el apoyo al régimen de Bashar Háfez al-Ássad y la derrota militar del radical Estado Islámico apoyado por occidente, además su fortaleza petrolera y gasífera en Europa; por su parte, China se posiciona económicamente con más fortaleza en las regiones del mundo. En la agenda estadounidense de largo plazo se pretende detener el avance de estas dos naciones y sus aliados, una de esas estrategias será ahora aliarse con los talibanes ya en el gobierno afgano.
La inestabilidad política y militar en medio oriente conllevaría también inestabilidad económica constante, por volatilidad en precios de materias primas, sobre todo del petróleo –y sus derivados- abundante en la región.
VIETNAM NO ES AFGANISTÁN
La heroica lucha y victoria del pueblo vietnamita contra tres imperios (Japón, Francia y Estados Unidos, 1940-1975) fue ideológica, patrióticamente se unificó al país, se erradicaron las castas y se establecieron los derechos humanos amplios, la igualdad y la justicia social. Contrariamente, la lucha de los atroces y aterradores muyahidines ha sido y será por implementar califatos de dogmatismos religiosos arcaicos, pero no para el bienestar de los pueblos, además esos “combatientes de la libertad” se han aliado con gobiernos imperialistas intervencionistas, sólo para asaltar el poder por el poder. No hay equivalencia: Vietnam no es Afganistán