25 de marzo: día de las víctimas de trata trasatlántica y esclavitud
Durante esta semana se desató un furor mediático plagado de críticas por lo sucedido el pasado domingo entre dos artistas de Hollywood en la ceremonia anual de entrega de premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, uno de los más destacados internacionalmente. En resumen, Chris Rock conducía el evento e hizo una “broma” sobre la esposa de Will Smith, quien reaccionó propinándole una bofetada al comediante.
Las opiniones han desbordado las noticias del espectáculo y los juicios más severos se han decantado por castigar a Smith. Yo no me uniré a señalar quién se portó peor. Lo que a mí no me ha dejado en paz es otra cuestión: dado que las personas involucradas son de piel oscura, ¿habría surgido el mismo reproche si el acontecimiento hubiera sido protagonizado por personas de piel clara?
Al final, Smith ganó el premio a mejor actor y algunas frases de su discurso todavía me hacen eco: “hay que saber lidiar con abusos... hay que aceptar faltas de respeto... y pretender que está bien y seguir”.
Las personas de la comunidad africana y afrodescendientes tienen una larga historia como víctimas de abusos, explotaciones y deshumanización. Cuando los imperios europeos iniciaron sus movimientos de conquista y colonización en América y el Caribe esclavizaron a las poblaciones nativas. Las enfermedades que trajeron y las condiciones en las que los originarios nativos eran forzados a trabajar y vivir hicieron que fueran falleciendo.
Para sustituir a los nativos americanos, los exploradores y colonos voltearon hacia la costa atlántica de África y a sus habitantes. Los sometieron y capturaron como esclavos para convertirlos en objetos de propiedad y mercancías de compra y venta. Los imperios rápidamente emitieron legislación que validó este mercado de trata transatlántica de esclavos, “el mayor movimiento forzado de personas en la historia de la humanidad”, como lo describió en 2018 António Guterres, secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Durante por lo menos 400 años, hombres, mujeres, niños y niñas de origen africano fueron secuestrados, extraídos y trasladados por el mar hasta nuestro continente. De acuerdo con registros nacionales y de la ONU, más del 95 por ciento de la población africana fue reubicada en el Nuevo Mundo en contra de su voluntad. Quienes no murieron durante los viajes lo hicieron al poco tiempo por las condiciones de insalubridad, enfermedades, desnutrición, maltratos y trabajos forzados con jornadas excesivas. Fue el parlamento británico, alrededor de 1830, que aprobó la primera Acta de Abolición de la Esclavitud, que después se iría replicando en los demás imperios de Europa.
Pese a haberse cambiado en el marco político-jurídico formal, estos crímenes históricos han tenido repercusiones en la modernidad que se traducen en desigualdades, discriminaciones y racismo que atentan contra la reivindicación y la autodeterminación de esta comunidad afrodescendiente.
En este sentido, en el año 2008 desde la ONU se ha establecido el 25 de marzo como el Día Internacional de Recuerdo de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Transatlántica de Esclavos, pues es menester rememorar y honrar a estas personas y su pasado para reconocer, comprender y concientizar sobre los graves riesgos e implicaciones de la discriminación basada en prejuicios de superioridad o inferioridad de razas humanas.
Incluso se ha lanzado un programa de difusión para dar a conocer las afectaciones de la trata y la esclavitud transatlánticas en ámbitos de culturas abandonadas, la peligrosa racionalización y justificación de los prejuicios y discriminaciones, el sistema económico que se construyó a partir de la mercantilización de las personas africanas, la influencia y mezcla de las culturas africanas con las del Nuevo Mundo, y los procesos de resistencia y liberación de las personas esclavas, así como su abolición.
Las personas afrodescendientes han tenido que seguir luchando para que sus derechos sean reconocidos y garantizados de forma igualitaria. Algunos tan elementales como el acceso a la educación. Otros como la libertad de asistir a espacios (públicos o privados) o a que se les respete su presunción de inocencia.
En la entrega de premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, pero del año 1940, se nombraría ganadora a la primera actriz de piel oscura en toda la historia. Hattie McDaniel entonces interpretó a una sirvienta en la película “Lo que el Viento se Llevó”. McDaniel era la menor de los trece hijos de una pareja de esclavos que habían sido liberados, pero no pudo asistir al estreno del filme o sentarse con sus compañeros de reparto durante el evento, ni pudo ser enterrada en el cementerio de Hollywood porque por ley estaba prohibido.
Aunque aquella realidad parece lejana, movimientos como Black Lives Matter y el furor con que se ha reaccionado en contra de Will Smith obligan a mantenernos alerta y conscientes de lo peligrosos que son los prejuicios.
La autora es investigadora del Centro de Derechos Económicos Sociales, Culturales y Ambientales de la Academia IDH
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH