La restauración social

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Asistí a un Foro Nacional de Justicia Restaurativa y Oralidad esta semana y déjeme compartirle conceptos bien interesantes de esta propuesta alternativa de solución a los daños que provoca la comisión de conductas tipificadas como delitos.
Definiciones sobre la Justicia Restaurativa hay un montón, he aquí una de ellas: respuesta sistemática frente al delito, que enfatiza la sanación de las heridas causadas o reveladas por el mismo en víctimas, delincuentes y comunidades.
Otra: es una teoría, a la vez que un movimiento social de carácter internacional de reforma a la justicia penal, que plantea que el crimen o delito es fundamentalmente un daño en contra de una persona concreta y de las relaciones interpersonales, a diferencia de la justicia penal convencional de carácter retributiva, que plantea que el delito es una lesión de una norma jurídica, en donde la víctima principal es el Estado.
En una sociedad como la actual, cuya permisividad abreva tristemente en un ayuno cada día más acusado de valores éticos y morales, a los que infortunadamente se estima, en el entendido de muchos de sus miembros, como algo engorroso y pasado de moda, absolutamente antagónico a la libertad del individuo para ser y hacer, nos ha venido colocando en la máxima de Tito Marcio Plauto, en su obra Asinaria: "Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit."
En castellano: Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro. Ahí ha arribado el hombre del siglo veintiuno, a ese punto estremecedor; hace tiempo que vamos dejando de distinguirnos en el que tenemos enfrente o a nuestro alrededor, y nos volvemos despiadados y hasta perversos en el trato con los demás.
O ¿cómo se explica usted los crímenes de sangre, de los que dan cuenta los medios de comunicación? O los asesinatos fríos, con todas las agravantes de ley que están perpetrándose en ciudades de este país, o la violencia doméstica que va a la alza en un sociedad en la que la fortaleza de los lazos familiares era casi motivo de veneración... ¿En qué momento dejamos de asumirnos como personas y empezó a darse esta metamorfosis que nos identifica más con la irracionalidad de las bestias?
¿No le estremece usted el rostro imperturbable de los criminales capturados por la policía, con un haber de homicidios en su historial? Manifiestan su culpabilidad sin inmutarse, no hay ninguna expresión en su rostro ¿Cómo llegaron al punto de ya no sentir nada?
Dice Harold Shenk, un estudioso de la justicia restaurativa, "que en el marco de esta teoría, las comunidades y sus miembros asumen responsabilidades de dirigir el fundamento social, económico y los factores morales que contribuyen a la violencia".
Según este enfoque, las víctimas de un crimen deben tener la oportunidad de expresar libremente, y en un ambiente seguro y de respeto, el impacto que el delito ha tenido en sus vidas, recibir respuestas a las preguntas fundamentales que surgen de la experiencia de victimización, y participar en la decisión acerca de cómo el ofensor deberá reparar el mal causado.
Es obvio, que en un homicidio, no hay forma de devolver la vida que se ha quitado, pero si mucho que hacer por la familia de la víctima, para intentar sanar la magnitud de la herida. Hay mucho de sanación a través del perdón, en esto. Pero también se vuelve la atención hacia el ofensor, ahí la tarea no se ha cumplido. El sistema penitenciario mexicano, por lo menos teóricamente, está basado en la recuperación del victimario a través de educación, trabajo y atención psicológica. Pero no es cierto, de las cárceles, aunque les hayan cambiado el nombre, nadie sale rehabilitado, sino odiando más. Por eso hay tantos reincidentes.
La violencia no se cura con violencia, al contrario se multiplica. Los programas de justicia restaurativa debieran hacerse del dominio público, y aplicarse a otros ámbitos del quehacer humano.