Un lujo que la generación del no, no podrá darse

Opinión
/ 2 octubre 2015

El calendario es inexorable. A partir de hoy restan nueve sesiones. ¿Qué harán en ese lapso los senadores y diputados por el futuro de los mexicanos? Parece que poco. Como
se ven las cosas, el mejor pronóstico sería:

Aprobar la Ley de Seguridad Nacional, que tanto ha pedido en el último año el Ejército Mexicano.

Avanzar en la llamada ley antisecuestro, y quizá aprobarla después del 30 de abril, en un obligado periodo extraordinario.

Comenzar la discusión de los varios proyectos de reforma política (será interesante seguir a los senadores priístas, que buscan un nuevo equilibrio de poderes, y a los diputados priístas, comandados por Emilio Chuayffet y César Augusto Santiago, que, por el contrario, están empeñados en regalarle al próximo Presidente de la República una mayoría legislativa incondicional, como en el México de Adolfo López Mateos), y quizá, quizá, sacarla también en el extraordinario.

Avanzar, o hacer como que se avanza, en la discusión de las reformas laboral y fiscal, que no se ve por dónde puedan ser aprobadas en abril o el extraordinario. Bye, bye, nos vemos en septiembre.

Si realmente se hizo un trabajo político y se tejieron los acuerdos, la sorpresa sería la aprobación de la ley antimonopolios, enviada ayer por el presidente Calderón. Hay una idea, un diseño de país con esas reformas y uno sin ellas. No será tan barato para los diputados y senadores levantarse de la mesa sin resolver nada. Ese es un lujo que esta generación del no ya no podrá darse. La irritación es grande y, sobre todo, los principales legisladores tienen ahora nombre y apellido. Y escrutadores.

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