Saldo positivo, pero...

COMPARTIR
TEMAS
El facultativo le dijo a la joven y linda paciente: "Necesito hacerle ahora mismo un detenido examen de los senos y de sus partes íntimas". Preguntó, inquieta, la muchacha: "¿Realmente es necesario eso, doctor?". Respondió el profesional, muy digno: "Bueno: ¿quién es el dentista? ¿Usted o yo?". La esposa de Capronio leía el periódico. Indignada, le dice a su marido: "Un hombre cambió a su esposa por un palco en el estadio de futbol. ¿Harías tú lo mismo?". "Claro que no -respondió de inmediato el ruin sujeto-. La temporada ya va muy avanzada". El aspirante a policía presentaba su examen. Le pregunta el superior: "¿Qué harías si tuvieras que arrestar a tu suegra?". Contesta sin vacilar el recluta: "Pediría refuerzos". La visita del Papa Benedicto a México dejó un saldo positivo. Sigo pensando, desde luego, que el Pontífice debió recibir a las víctimas de Marcial Maciel, o al menos hacer alguna alusión a ese que ha sido el más escandaloso caso de pederastia cometida por un eclesiástico en el mundo. Habló el Papa de la violencia que sucede fuera de la Iglesia, pero no de las terribles violencias que dentro de ella han sufrido muchos niños y niñas indefensos a manos de malos clérigos. Se ha de reconocer, empero, que por cada clérigo abusador hay centenares de sacerdotes y religiosos entregados plenamente a su misión, y que cumplen con su ministerio una ejemplar tarea de bien. Sin embargo el caso de Maciel tuvo -y sigue teniendo- tanta relevancia que haberlo pasado por alto en el país donde sucedió parece una omisión difícil de justificar. Aun así es bueno el balance final del encuentro del Papa con los mexicanos. Se puso de manifiesto una vez más la cálida generosidad del pueblo católico de México, su religiosidad sencilla, sus valores de tradición y fe. Fue perfecta la organización de los actos en que participó el ilustre visitante. La belleza de las ceremonias y de los escenarios en que se realizaron, con el despliegue de nuestras artesanías y nuestro arte, dio una buena imagen de México en el mundo, ahora que tan lastimada está su buena fama por causa de la violencia y la inseguridad. Las autoridades civiles, tanto federales como de Guanajuato -vale decir el Presidente Calderón y el gobernador Oliva-, lo mismo que la jerarquía de la Iglesia, especialmente el arzobispo José Guadalupe Martín Rábago, pueden sentir satisfacción por el buen éxito que, al margen de consideraciones parciales, tuvo la visita. De seguro el Papa quedó muy contento: sin tener el carisma de su antecesor sintió igualmente el afecto de los católicos mexicanos, y su devoción. Se verterán ahora muchas opiniones sobre la visita de Benedicto XVI, la mayoría de ellas fincadas en cosas de política. En su más pura expresión de religiosidad y fe, sin embargo, la presencia del Papa en México fue ciertamente un buen suceso que debe alegrar a quienes profesan la fe católica y hacer sentir a todos los mexicanos, independientemente de su credo religioso y de su ideología política, justificado orgullo de lo que nuestro país, ante los ojos del mundo, es capaz de hacer y dar. Picio, hombre muy feo, pidió un condón en la farmacia. Se lo dio el farmacéutico, y le advirtió: "Caduca en el año 2020 ¿eh?". La esposa de Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, quedó embarazada. En su primera visita al ginecólogo ella le dijo al médico: "Mi esposo quiere saber si.". "Ya sé, ya sé -la interrumpió el especialista-. Quiere saber si puede seguir teniendo sexo con usted ahora que está esperando. Dígale que sí. Pueden seguir haciendo el amor hasta la última etapa del embarazo". "No, doctor -aclaró la señora-. Mi marido quiere saber si así embarazada puedo seguir cortando el pasto; cargando las bolsas pesadas del mandado; trepando la escalera para lavar las ventanas.". Un hombre llegó a su casa y encontró a su mujer en estrecho abrazo de refocilación carnal con un sujeto que tenía traza de vagabundo. Antes de que el marido pudiera articular palabra le dijo ella: "Permíteme explicarte lo que sucedió, Cornulio. Llegó este hombre y me preguntó si tenía algo que tú ya no usaras. Le di aquel sombrero que no te pones ya; aquel pantalón pasado de moda; aquella camisa que nunca te gustó y que jamás te has puesto; aquellos zapatos viejos. Luego me preguntó si había alguna otra cosa que ya no usaras. Y aquí estamos". FIN.