Dos caras de las redes sociales en la democracia

Opinión
/ 2 octubre 2015

Las redes sociales existen desde el inicio de la historia de la humanidad. Sin redes sociales no habría sido posible la evolución de las grandes civilizaciones. Lo que tenemos hoy es una intensificación sin igual de estas redes gracias a las herramientas de la tecnología, que han permitido a las personas acceder a flujos inmediatos de información y a medios de interacción múltiples.

El Internet intensifica las redes sociales. Hace unos días, la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación afirmó que el Internet es un servicio básico para el desarrollo del País, equiparable a la luz, agua o drenaje. Los ministros explicaron que, a través del Internet, es posible que quienes se conectan "tengan a su alcance información de todos los niveles, inclusive cultural y científica de cualquier parte del mundo, lo que contribuye al progreso de la colectividad."

Las redes sociales pueden ayudar a consolidar la democracia porque crean espacios de deliberación y rendición de cuentas donde antes no los había. Es una nueva posibilidad de ejercer una política de participación directa, a través del ejercicio de múltiples actividades virtuales de interés público, que promueven los derechos fundamentales de expresión y acceso a la información.

Con el desarrollo de las redes de telecomunicaciones y una tecnología interactiva las personas pueden adherirse a proyectos, informarse de la política gubernamental, interrogar a sus representantes, conocer propuestas de campaña y generar opinión de primera mano, democratizando la información que antes producían pocos medios.

También, las redes sociales pueden transformar las discusiones virtuales en activismo ciudadano, transportando lo virtual a lo real, como sucedió en las protestas masivas de la Puerta del Sol en España y en las revueltas sociales de algunos países árabes, que terminó con el derrumbe de algunos regímenes autoritarios y la crisis de legitimidad de otros más.

En México, el activismo en redes sociales se ha manifestado en la práctica en casos bastante tangibles como: el voto nulo en la elección de 2009, el regreso mediático de la tragedia de la guardería ABC, el freno a un impuesto al Internet, la presión a legisladores para la discusión de la reforma política y el impedimento de la aprobación de un acuerdo privado entre naciones que pretendía reforzar la propiedad intelectual en Internet (ACTA).

Pero las redes sociales pueden tener un lado negativo: reproducir los mismos vicios de la antidemocracia. En un reciente artículo publicado en la revista Nexos, José Merino explica que en las campañas mexicanas actuales los partidos políticos y sus candidatos están recurriendo a la práctica de un tipo de acarreo digital: creación de cuentas falsas de Twitter para apoyar candidatos, generación de cuentas robots para promover "trending topics" y simulación de apoyo inexistente. Estos elementos atentan contra el espíritu libre de las redes sociales.

Otro aspecto negativo quepuede derivarse del uso de redes sociales consiste, paradójicamente, en la sobrevaloración de éstas redes para causar el cambio.

Hace unos días en el festival South By South West que se realizó en Austin, el exvicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, y el creador de Napster y cofundador de Facebook, Sean Parker, advertían que conectarnos y dar un "like" a una causa puede hacernos creer que estamos suficientemente involucrados políticamente, lo cual no es cierto porque estos lazos son débiles, poco durables y carentes de capacidad real para alterar las relaciones de poder.

Lo que afirmaron Al Gore y Sean Parker no es para desanimar el activismo digital. Al contrario: afirmaron que el Internet es la herramienta más fantástica que se haya creado en la historia para hacer las cosas bien y componer la democracia. Nos dieron algunas pistas de cómo hacerlo:

Las empresas como Facebook, dijeron, deben exhortar a los usuarios a que se preocupen por las actividades políticas y a no ser apáticos; los usuarios, e incluso hackers, deben imaginar ideas para retirar al Gobierno poder para dárselo a los ciudadanos, de la misma manera en que empresas como Napster lograron quitarle dinero y desmonopolizar a la industria musical; deben crearse nuevas herramientas digitales efectivas tanto para denunciar los abusos de los intereses especiales como para hacer saber públicamente a los representantes lo que los ciudadanos quieren.

En resumen, el Internet y las redes sociales se han convertido en una de las mejores herramientas para participar en el proceso democrático y ejercer libertades fundamentales, de manera desligada al monopolio de los partidos y los políticos; pero para que las herramientas digitales realmente mejoren al gobierno debemos idear nuevas herramientas para trasladar de manera efectiva el activismo digital a la arena pública.

Tecnología es poder, y si la democracia se basa en una participación activa de los ciudadanos, debemos preguntarnos cómo puede ayudarnos la tecnología a mejorar los instrumentos de participación política. Sería bueno empezar a pensar, como decían Gore y Parker, en buenas herramientas ciudadanas, antes de que se diseñen otras para mantener el status quo: una débil participación ciudadana y una alta concentración de poder político y económico en pocas manos.

@hectorfaya

ADNpolitico.com


TEMAS

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM