Justicia Social

Opinión
/ 2 octubre 2015

"Aléjese de los palacios, el que quiera ser justo"

Marco A. Lucano

De  novato estudiante de Leyes, la imagen de la justicia fue la de la dama ataviada del manto romano que clásicamente dibujaron y esculpieron los ancestros. Posteriormente del conocimiento de mis maestros, dentro ellos: Isauro, Hernández Elguezabal, Gutiérrez Dávila, Flores Melo, Yáñez Armijo, Verduzco, Valeriano y Villegas Rico, entendí que la Justicia habitaba en la Ley y que su patrimonio era desnudo.

A varias décadas de distancia, la percepción del concepto se viene borrando, me eructa cieno y contamina mi entendimiento y desalienta la vocación.

Algo sucedió con los que procuran y aplican al caso particular, la dosis de equidad necesaria, porque hace algunos años que fue extraviado su puro concepto. La Ley hoy es del más poderoso, del más fuerte, del más soberbio, del más "persuasivo", del que más salpica.

¿Cuál fue el momento en el que el Derecho se divorció de la sociedad?, ¿A qué hora decidieron los jueces tomar otro camino y no atender el fin último del derecho?

Hoy, la realidad fallece ante el nulo contacto de los juzgadores con su entorno, en ese olvido histórico y letal, de que solamente están obligados a conocer lo que consta en el expediente. Es tiempo de hacer a un lado el código y la doctrina, para voltear a observar el papel necesario del juzgador como actor indispensable de la dinámica social.

¿Para qué y por qué entonces de una justicia social? Hay quienes piensan que el mejor modo de trabajar por ella, es procurar la igualdad de posiciones, es decir, redistribuir la riqueza y asegurar a todos una plataforma aceptable de condiciones de vida y de acceso a la educación, los servicios y la seguridad. Y hay quienes piensan que lo importante es garantizar la igualdad de oportunidades, de manera que cada uno coseche logros de acuerdo con sus méritos, en el marco de una competencia equitativa.

La paradoja sería entonces que o se apuesta a un sistema solidario, en el que es central el papel del Estado, o se apuesta al libre juego de la iniciativa privada. Una sociedad democrática debería combinar la igualdad fundamental de todos sus miembros y las "justas inequidades" que surgen del esfuerzo y el talento personales. Sin embargo, los responsables de la acción política deben dar prioridad a uno u otro.

El pensador François Dubet, invade el concepto y alerta contra la trampa de la igualdad de oportunidades, que es hoy el discurso hegemónico. Aun cuando responda al deseo de movilidad de las personas, profundiza las desigualdades y puede conducir a la lucha de todos contra todos, un enfrentamiento fratricida que nos conduciría al caos, en una sociedad que requiere de la colaboración y no de la competencia entre iguales.

Parece que andamos buscando una pared para darnos de topes, cuando lo sencillo es hablarnos y ponernos de acuerdo a un objetivo, a una meta y a partir de ella convivir en paz.

Parece que los hacedores de la justicia, un día se duermen soñando con ella y al otro día se olvidan del sueño soñado y a retomar el ejercicio entonces, como si una nube de polvo les hubiere entrado al pensamiento y la conciencia.

Debemos insistir en el método, en la doctrina, en la esperanza y en la vocación de recibir aquello a lo que tenemos derecho, aunque los procesos se tornen obsoletos y nos marquen un futuro incierto y mediocre.

No resultó cierto aquello de donde hay justicia, ahí hay sociedad, porque en esta tierra se le vendió al mejor postor y luego ya desdeñada e impura tuvo que exiliarse.

Murió de vergüenza y el desafío continuó, porque en su ausencia el panorama es gris y sombrío y sólo brilla el oro y las vehículos de lujo que portan los juzgadores de esta tierra de la nada y del nadie, sólo ellos.

Qué lejano el momento aquel en el que los magistrados del tribunal superior, tenían que dar clase todo el día para completar el gasto y de los sacos desteñidos de los jueces y sus mingues términos.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de ella, dicta el verdadero libro; hoy si me preocupo por otro entonces estoy siendo justo y entonces ¿Qué nos cuesta carajo?

Para entender la actualidad de nuestro escenario, es necesario acudir a otras maneras, a una filosofía que aliente a la vida, a una equidad plena y manifiesta.

La doctrina social de la Iglesia nos plantea una reflexión que refrenda la vía: "La  verdad sobre el hombre permite superar la visión contractual de la justicia, que es una visión limitada, y abrirla al horizonte de la solidaridad y del amor: "Por sí sola, la justicia no basta. Más aún, puede llegar a negarse a sí misma, si no se abre a la fuerza más profunda que es el amor". En efecto, junto al valor de la justicia, la doctrina social coloca el de la solidaridad, en cuanto vía privilegiada de la paz. Si la paz es fruto de la justicia, "hoy se podría decir, con la misma exactitud y análogo fuerza de inspiración bíblica (Cf. Is 32, 17; St 32, 17), opus solidaritatis pax, la paz como fruto de la solidaridad". La meta de la paz, en efecto, "sólo se alcanzará con la realización de la justicia social e internacional, y además con la práctica de las virtudes que favorecen la convivencia y nos enseñan a vivir unidos, para construir juntos, dando y recibiendo, una sociedad nueva y un mundo mejor."

Habrá que tomar una decisión en lo inmediato: o se reforma desde la sociedad, no desde el gobierno o nos atenemos a las nefastas consecuencias que hoy vivimos en el estado.

El tema es simple, si volteamos a las grandes reformas jurídicas de nuestra patria, tenemos que recurrir necesariamente a las armas y hacer una revolución (de la guerra de Independencia nació la Constitución de 1824, de la de reforma la del 57 y de la Revolución la del 17), ya nos dimos cuenta que si las leyes se las dejamos a estos cabrones, hacen sus cochinadas y menjurjes. La fórmula aquí es distinta, todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son. Haya cosa.

Policiacas de la semana: "Ya empeñamos Coahuila, ahora vamos por todo Mexico", dicen que será el lema de campaña de la exdiputada Flores Escalera, con la que el PRI ya tomó providencias y de tan ciertos que estaban de que sacarían 800 mil votos, ahora de tan "seguros" que fueron, mejor la anotaron de plurinominal, ¿Qué paso matemático Hernández?.

Siguen sin acabársela en el Gobierno Sonriente de Coahuila con la serie de amparos otorgados en contra del impuesto sobre nóminas, tocó el turno esta semana a: Modelo de Torreón, Cemex, Minera Ameca, Gamesa, Lacna, Jugos de la Frontera, Casa Mexicana, Misasa, Bebidas Mundiales y la cuenta sigue. Legislaron con las patas, diría Don Cruz. Bueno el colmo, el juicio de amparo 101/2012 lo interpuso el Congreso Fucsia del Estado de Coahuila ("La jaula de las locas") , contra ellos mismos (¡Tonta!). Para Ripley!!!.          




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