Hacha, humo y tabletilla

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Este muchacho que pasa está a mucha distancia del chico de las cavernas.
El hacha de piedra era la herramienta de aquel chavo en proceso de hominización plena. El fuego había sido su gran descubrimiento y el humo empezaba a ser el prodigioso medio de comunicación a distancia.
Este chaval de hoy camina hacia la universidad. Trae consigo toda una biblioteca de voluminosos tomos como El Quijote, la Divina Comedia, la Biblia, el Diccionario de la Real Academia, varias sagas de novelas modernas, libros de texto. Carga consigo una discoteca amplísima de música clásica y de álbumes de jazz, rock, pop, música mexicana de rompe y rasga.
Basta una presión de su dedo pulgar o índice para estar en comunicación inmediata con uno de sus 120 amigos de su lista telefónica.Trae consigo ajedrez, billar, dominó, palillos chinos y complicados juegos de animación.
Puede conectar centenares de estaciones de radio de todos los continentes. Varias películas completas de su elección lo acompañan listas para ser vistas en cualquier momento. Reloj, calendario, fotos y videos en gran colección, correo y cámara lista para toma inmediata.
Este chavo va a la facultad y no lleva un remolque de carga para estas y otras más herramientas de servicios múltiples. Solo lleva una tabletilla que le cabe en la palma de la mano, con un peso mínimo y un espesor milimétrico. En su pantalla prodigiosa pueden sus dedos gobernar un mundo virtual de información enciclopédica.
Ahí puede consultar la prensa mundial y enterarse de los tuiteos de sus amigos de otro continente.
Jamás los jóvenes de una época anterior tuvieron este equipaje, este abanico de innumerables posibilidades de opción. Esta encrucijada de rumbos múltiples. Esta facilidad de acceso digital -se usa un solo dedo- para tener, aquí y ahora, la respuesta a cualquier pregunta.
Este muchacho de hoy goza de comunicación omnimoda, de información exhaustiva, de diversión abundante, de recursos innumerables. Está conectado a una mente universal en un organismo colectivo, en una civilización tecnológica envolvente.
Todo parece ponerse al alcance de sus dedos, de sus ojos, de sus oídos.
El hacha de piedra y las volutas de humo de la prehistoria fueron el inicio de esta tecnología actual. Nos parece sorprendente pero de ella se reirán los jóvenes del fin del milenio, como los actuales se ríen de los tiempos pasados en que no había Internet...