China vista por Mo Yan

Opinión
/ 2 octubre 2015

Para cerrar el año, el premio Nobel de Literatura de este año, Mo Yan, chino, cuya distinción fue muy criticada por el otro Nobel chino reciente, Gao Xinjian, reconocido él en 2000.

La razón, me parece, es ese difícil equilibrio de la Academia sueca. Hay años en que reconocen a escritores "comprometidos", como ellos se autonombran, que suelen ser además muy experimentales. A cambio, hay otros años en que el premio va a escritores menos experimentales y menos comprometidos, que con frecuencia son descalificados por los anteriores como "de derecha".

En los últimos 15 años, por ejemplo, los premios han ido más o menos así: Dario Fo (97), Saramago (98), Grass (99) y Xinjian (00), comprometidos y experimentales. Naipaul (01), Kertesz (02), Coetzee (03), moderados. Jelinek (04), Pinter (05), experimentales. Pamuk (06), Lessing (07), Le Clezio (08), moderados. Müller (09), experimental; Vargas Llosa (10) moderado. Transtörmer (11), que no conozco, y Mo Yan (2012) moderado.

Si quiere, puede sustituir experimental por "de izquierda" y moderado por "de derecha", o como prefiera. El gusto literario tampoco tiene que coincidir con la Academia sueca. Esta columna, por ejemplo, tiene dudas acerca de Jelicek y Müller, y un poco menos de Fo y Pinter. Tal vez simplemente hay cosas que no entiendo.

Pero lo que me interesa es comentar con usted acerca de Mo Yan, por una razón relevante. China, se dice, será la potencia más importante en pocos años. Yo lo dudo mucho, pero es un hecho que ya es un país de primera importancia y lo seguirá siendo por décadas. Y, como muchas veces ocurre, no tenemos una idea clara de cómo es. A diferencia de otras naciones, con China es más difícil hacerse una idea porque la información con que contamos es muy escasa y dudosa, al menos la que se refiere a lo económico. De la historia hay mucho más que podemos saber, pero de lo que ha pasado en esta última dinastía, que podemos llamar la dinastía Mao, o la dinastía comunista, en verdad sabemos poco.

Más allá de conseguir algunos datos y una que otra historia contemporánea, es difícil hacerse una idea del país. Su idioma es muy lejano del nuestro, lo mismo que sus costumbres y tradiciones. En esos casos, creo, es cuando la literatura ayuda más. Mo Yan es precisamente quien puede ayudarnos en ello.

Los escritores comprometidos suelen criticar a los que no son de su grupo porque, precisamente, no se comprometen. La defensa de éstos suele ser muy sencilla: la literatura es buena o mala, no comprometida o vendida. Creo que tienen razón. A Mo Yan se le criticó mucho porque no ha sufrido la censura que Gao Xinjian sí enfrentó. Mo dijo que cuando uno escribe bien, es más difícil que lo censuren.

Basta leer alguno de sus libros para confirmar el dicho. Hace unas semanas conseguí los libros recientes que hay de él en español. Pude leer ya "La vida y la muerte me están desgastando", estoy por terminar "Las baladas del ajo", y pronto empezaré, aunque ya un amigo de sólido criterio literario me ha hablado de él, "Grandes pechos, amplias caderas". Este último se enfoca en la discriminación que las mujeres sufren en China, más con la famosa política de un hijo por familia, que sabemos ha dado como resultado la desaparición de millones de niñas. No lo he leído, como le digo, pero alguien que sabe lo respalda.

Sí leí, aunque aún no lo termino, "Las baladas del ajo", un muy triste relato de la tradición y la vida rural, siempre al borde de la miseria, o por debajo, y siempre sujeta al abuso del poderoso, así el poderoso sea un simple policía, un agente municipal, o cualquier cosa similar.

De gran interés para mí, fue "La vida y la muerte me están desgastando", una narración de la historia de China desde la Revolución hasta la fecha, vista desde un pequeño pueblo rural, narrada por un terrateniente que es asesinado inmediatamente después de la Revolución de 1949, pero que reencarna sucesivamente en un burro, un buey, un cerdo, un perro y un mono. O más bien, finalmente, en un "niño de cabeza grande" que algo hace recordar de aquél Babilonia con cola de marrano de Cien años de Soledad.

El narrador, en sus diversas encarnaciones, describe la transformación de China, las profundas injusticias, los grandes esfuerzos, los experimentos, y si alguien no percibe en este libro eso que alguna vez se llamó "crítica social" creo que no entiende nada. Y así, Mo Yan ha escrito sin censura. Tal vez porque en sus páginas uno no encuentra verdades absolutas, llamamientos revolucionarios, o grandes descripciones y sistemas filosóficos. Hay, eso sí, terratenientes asesinados, campesinos independientes, burros agresivos, cerdos estratégicos, y una familia llena de los conflictos de siempre, pero vista en el momento preciso del siglo XX Chino.

Creo que tenemos que empezar a entender mejor a otros países, y uno principal es China. Y, como siempre, pocas formas mejores de acercarse que leyendo la buena literatura. Mo Yan es eso, buena literatura china, que describe la perspectiva del autor, es decir, del siglo XX. Hay que leerlo.



COMENTARIOS

TEMAS
NUESTRO CONTENIDO PREMIUM