Un cautiverio liberador

Opinión
/ 2 octubre 2015

Cabello hirsuto.

Tez ungida de negritud envejecida. Mirada penetrante desde ojos que sonríen. Hombre de lucha y de prisiones. Mandela germinó con lo mejor de sí mismo en el surco de la cárcel.

Ahí lavó sus odios, curó sus heridas, se arrancó las costras de sus egoísmos y estranguló todas sus venganzas. Su prisión fue liberadora porque fue derribando rejas interiores, reventando cadenas íntimas, cortando lazos profundos en una liberación progresiva y audaz.

El trabajo interior de reflexión y plegaria le fue dando unos ojos nuevos para ver la realidad, desde un corazón desintoxicado y amanecido. Esos años le fueron dando una nueva juventud del espíritu. Empezó a estrenar una actitud victoriosa como un renacimiento.

Salió de la prisión con capacidad de encuentro, de diálogo, de comprensión y de ese milagro de la conducta humana que se llama perdón. Su lucha fue ahora más intensa pero con armadura moral. Su libertad interior hizo aflorar lo mejor de sí mismo y lo mejor de sus interlocutores.

Allá en los calabozos había descubierto la verdadera humanidad. Sufriendo la condena le fue dado comprender la dignidad igual humana bajo distinto color de piel. Cerró las puertas al contagio de toda violencia opresora que quisiera herir, matar o destruir. Fue descubriendo la sabiduría del acuerdo en un nivel superior de concordia y de paz.

El pueblo sudafricano fue entendiendo y valorando sus logros. Al encanecido Nelson le fue concedido el premio de presidir su nación y el Nobel de la paz, otorgado por la humanidad, a través de la Academia Sueca.

Enfermo, hospitalizado, conservado en vida artificialmente, en la recta final de su vida, ha estremecido de regocijo al mundo por su nonagésimo quinto aniversario de vida.

Lo más impresionante es el canto alegre, entusiasta y devoto de los jóvenes negros que cantaban rítmicamente su alegría de ser libres por el amor valiente de Madiba, título honorífico que le dio su clan.

Sus 27 años de cárcel lo hicieron libre y liberador, conductor inspirado y persona encomiable. Quienes -con explicable ensañamiento- prolongan su vida con apoyos artificiales lograron hacerlo llegar a este último homenaje de aniversario, antes de su partida.

Nelson, ha recorrido y ha dejado abierto -para la futura historia- el heroico camino de la reconciliación que vence rencores y da a todos esperanza de vida digna, en la justicia de la verdadera paz...



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