Yo espío, tú espías, nosotros.
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El espionaje es tan antiguo como la vida misma. Si nos remitimos a los textos bíblicos, podemos inferir que el mismísimo creador echaba un ojito a lo que hacían Adán y Eva, sobre todo en lo que a serpientes y manzanas se refería, y que Abel no era ajeno a las miradas perspicaces de Caín, no obstante el fallido intento de este último por negarlo, con su famosa y hoy para muchos adecuada frase "¿qué soy acaso el guardián de mi hermano?"
Me puedo imaginar a Barack Obama pensando, que no diciendo, algo similar al ser increpado recientemente, en tonos seguramente muy distintos el uno del otro, por la presidenta de Brasil, el de México, el de Francia y la canciller de Alemania, tras la divulgación, a todas luces fidedigna, de que la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense intervino ya sus teléfonos, ya sus mensajes de texto, ya sus correos electrónicos, o todos los antes mencionados, no sólo de ellos, sino también de sus colegas, colaboradores, y en el caso de México, de uno de sus antecesores.
Quienes hayan tenido dudas acerca de las razones por las que el gobierno estadounidense busco con tanto ahínco frenar el periplo de Edward Snowden, que finalmente lo dejó en Moscú en buena parte porque Washington amenazaba con interceptar cualquier vuelo comercial o privado que buscara llevarlo a otro destino, ahora lo entienden claramente. El cofre del tesoro que Snowden cargaba consigo, que resultó caja de Pandora para el gobierno estadounidense, sigue salpicando a medio mundo, a veces por goteo, a veces en auténticos chubascos.
De los muchos "filtradores" recientes, entre los cuales destacan Julian Assange, fundador de Wikileaks, el soldado Bradley Manning y el mismo Snowden, no hay duda que es este el que más daño ha causado no solamente a la imagen, sino también y especialmente a las relaciones de EU con países clave para Washington.
No hay en el mundo -excepción hecha tal vez con Gran Bretaña- país más cercano, amigo y aliado de EU que Alemania. A partir de la reconstrucción que inicia en 1945, de la defensa que sucesivos presidentes estadounidenses hacen de Alemania Federal ante los intentos soviéticos por presionarla, intimidarla, bloquearla, los alemanes se asumen firmemente como amigos, admiradores incluso, de Washington. Todavía retumba en la memoria colectiva la frase de John F. Kennedy: "Ich bin ein Berliner", por cierto mal dicha, en que se declaró berlinés o panecillo dulce relleno de mermelada (nadie lo sabe, y es que, para mis lectores no germano-parlantes, un "berliner" es justamente esa delicia horneada). El paraguas de armas nucleares tácticas que colocó EU en el oeste de Europa a principios de los años 80 era visto como la única barrera infranqueable entre los tanques soviéticos y el territorio de la entonces Alemania Occidental.
Los franceses tienen una relación mucho más ambivalente con EU, y si bien son aliados en la OTAN, han sabido muchas veces pintar su raya, lo mismo en temas de seguridad que diplomáticos o económico/comerciales. Aun así, la filtración sobre el posible espionaje a gran escala realizado por los servicios estadounidenses en Francia cayó como patada, y provocó una airada respuesta por parte del presidente Hollande.
De alguna manera, las reacciones francesa y brasileña, inicialmente mucho más duras que la mexicana y la alemana, obedecen a esa visión diferenciada y matizada de sus vínculos con EU. Sea o no un error de Dilma Rousseff, ella puede darse el lujo de cancelar su visita a Washington y presionar a empresas estadounidenses que operan en Brasil. Al final perderá oportunidades, pero no afectará profundamente lo que ya existe. Para los franceses esto no es más que la confirmación de que en el fondo (y en la superficie también) los norteamericanos no confían en ellos.
Pero si hay dos personajes que en tiempos recientes realmente se la jugaron en muchos sentidos con Washington, esos son Angela Merkel y Felipe Calderón. Así que para ellos la patada fue acompañada de un balde de agua fría y un profundo desencanto, desengaño, decepción.
Cuando se pierde la confianza en un socio o aliado, es un largo y tal vez imposible proceso el de recuperarla. EU podrá tratar de actuar como si nada pasó, por su poderío e influencia enormes, pero algo se rompió que será muy difícil de reparar.
Así que, para quienes alguna vez creyeron que éramos buenos vecinos, recordemos que nosotros somos los buenos, y ellos vecinos