`Anarquistas'

Opinión
/ 2 octubre 2015

Una mancha amorfa recorre la Ciudad de México, aparece de vez en vez, sobre todo, en fechas de relevancia política: primero de diciembre, día de la toma de posesión del presidente Peña; la entrega del Primer Informe de Gobierno; dos de octubre, la conmemoración del 45 aniversario de la matanza de Tlaltelolco. Se infiltran en marchas de protesta para agregarles un cariz violento.

Jóvenes encapuchados, casi siempre con gorra y paliacate y con una maleta colgada en la espalda en la que, se dice, portan "bombas Molotov", petardos hechos en casa, aerosoles para sus pintas y otros implementos destinados a causar destrozos a comercios, hoteles y otras instalaciones y a lastimar a quienes se les pongan enfrente, especialmente, policías.

En estos días, dos imágenes perturban: la de un policía bancario en llamas, alcanzado por una bomba Molotov y la de un puñado de muchachos tundiendo a otro policía que está caído en el suelo. Los policías acuden a esas protestas, dice Rafael Cardona, en condición de "piñatas", para ser golpeados y con la orden de resistir.

A pesar de su propósito de ocultarse, es posible identificar con claridad quiénes son. El seguimiento acucioso del periódico La Razón le ha permitido identificar a algunos de estos vándalos, como José Luis Ramírez Alcántara, "El Chómpiras", expulsado del CCH Naucalpan, que aparece lo mismo saqueando una estación de gasolina que prendiendo fuego a las oficinas del CCH o participando en la toma de la Rectoría de la UNAM.

Sorprendidos ante la novedad y ciertas peculiaridades del fenómeno, algunos analistas se preguntan: ¿cuál es la mano que mece la cuna?, con base en pasadas experiencias, hay quienes sugieren que esa violencia es "fabricada" con el propósito de criminalizar la protesta social, así lo argumenta el diario La Jornada en su editorial del jueves 3 de octubre: "Este patrón de hechos hace pensar que existe el designio de criminalizar la protesta social pacífica, asociarla en el ámbito de los medios con la barbarie y la violencia irracional y crear en la opinión pública corrientes de juicio propicias para una política represiva en gran escala". Ese mismo día, El Fisgón publica una caricatura que muestra a un personaje del PRI que reacciona ante un joven que porta un cartel que dice: "2 de octubre no se olvida": "Claro que no se olvida... no hemos olvidado como infiltrar, provocar y reprimir".

Unos días más tarde (el lunes 7 de octubre), Víctor Flores Olea titula a su colaboración en el mismo diario: "La provocación". A Flores Olea le sorprende que hasta ahora ninguna fuerza política organizada se haya declarado "matriz" o "patrón" de estos nuevos "anarquistas" y que dos días antes de la marcha conmemorativa al dos de octubre se hubiera publicado en la red un prontuario de cómo atacar a la policía en las manifestaciones. Estos hechos lo llevan a pensar que estos "anarquistas" no son tan espontáneos como pudiera parecer a primera vista, sino organizados y con recursos bastantes.

Pero mientras a los analistas nos toca tratar de armar el rompecabezas, sorprende que el gobierno el Distrito Federal, que cuenta con cientos de cámaras de videovigilancia en el centro de la ciudad, y con aparatos de inteligencia, no pueda -o no quiera- identificar quiénes son, de dónde vienen, quién los patrocina.

Con las manos llenas

Luego de pasar casi dos meses en la Ciudad de México, la mayoría de los integrantes de la sección 22 de la CNTE regresan a Oaxaca, no con las manos vacías, como algunos sostienen, sino con las manos llenas: el "fondo de ahorro" que abrieron en el Instituto de Educación Pública de Oaxaca (IEPO) antes de su traslado al Distrito Federal, les será reintegrado plenamente, con la sola promesa de que repondrán las clases, pero, además, lograron derogar la nueva legislación que establecía la terminación de la relación laboral luego de tres días de faltas injustificadas; no sólo eso, ya advirtieron que no aceptarán el censo en curso para conocer cuántos profesores están ante grupo, ni aplicarán los nuevos programas educativos, ellos tienen sus propios programas, los que han construido a través de la consulta con los niños, los padres de los niños y los profesores. Lamentable.

Twitter: @alfonsozarate




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