Las mujeres de mi General

COMPARTIR
TEMAS
Hombres de armas tomar fueron los revolucionarios. Y de mujeres tomar, también. Como una fuerza de la naturaleza fueron Emiliano Zapata y Pancho Villa. De éste, de Doroteo Arango, se dice que tuvo 17 esposas. Me contaba don José de la Luz Valdés, arteaguense inolvidable, contemporáneo del Centauro:
-Villa conseguía sus mujeres por las buenas o por las malas. Primero acostumbraba cortejarlas en toda forma: les hacía regalos; les decía palabras bonitas; les mandaba tocar serenatas... Si por ésas la muchacha no accedía a darle sus encantos entonces Villa se encolerizaba, y se las llevaba por la fuerza.
-Una vez -me relató el querido historiador y hombre de letras-, una señorita de buenas familias, de Durango, lo rechazó con desprecio. Pancho hizo que tomaran preso al papá de la muchacha, y le mandó quemar los pies, como a Cuauhtémoc. Cuando ella supo lo que le estaban haciendo a su padre, llegó corriendo, se abrazó a Villa, lo besó, y le rogó que se la llevara a donde quisiera con tal de que no siguieran atormentando a su papá.
En los términos de los relatos que oí de labios de don José de la Luz Valdés, peor que Villa fue Zapata en cosas de mujeres. Si el norteño tuvo 17, me dijo don José, el suriano llegó a las 26. No lo dudo, pues una vez leí la declaración de una de las integrantes de aquel serrallo morelense. Gregoria Zúñiga se llamaba. He aquí su impresionante narración:
... Un primo mío, Luis Zúñiga, le dijo a Emiliano: Jefe Zapata: yo tengo una prima retebonita que vive aquí cerca. ¿Quiere que se la traiga?... Yo estaba en la barranca juntando leñitos muy contenta cuando de repente sentí un manotazo por detrás de mis trenzas. Era el difunto Pancho Acevedo, el de allá de San Juan. Me echó boca abajo sobre la silla de su caballo y me llevó a donde estaba el general Zapata. Ahora sí te vas a quedar conmigo esta noche -me dijo él-. ¿Se imaginan lo que sentí? Creí morirme. Aquella noche Zapata me tomó ....
Sigue contando Gregoria Zúñiga, quien siempre dijo ser el verdadero amor del legendario caudillo:
... Después me llevó a donde tenía su tropa acuartelada, en una gruta de la montaña. Y ahí sucedió algo que me hizo empezar a quererlo. Había una bola de mujeres que yo no sabía si se las habían robado o estaban por su propia voluntad. El jefe reunió a los hombres y les gritó: A ésta me la van a respetar. Luego me dijo: ¿Ya ves? Nadie te va a molestar....
Y es que, aseguraba don José de la Luz, Zapata tenía la costumbre de gozar a las mujeres y entregarlas al día siguiente a sus soldados para que también abusaran de ellas. Villa, en cambio, las conservaba para sí hasta cansarse de ellas, y luego las enviaba de regreso a su casa. Menos mal.
Parece ser que don Venustiano Carranza, tan serio él, tan solemne y circunspecto, tampoco curtía malas vaquetas en eso del mujerío. Por lo menos eso se deduce de un texto de Vasconcelos, aunque hay que aclarar que el escritor era enemigo jurado del Varón de Cuatrociénegas: ... Giras de ególatra exhibición ocupaban sus mejores días (de Carranza). Se arruinaban las aldeas, empobrecidas a su paso, construyendo arcos triunfales, derrochando bebidas y cohetes. Una por una recorrió villas sonorenses en bailes y festejos, sin que faltara la bella dispuesta a poner calor en los huesos del viejo Emperador de la Barba Florida....