Vamos metiéndole una feria, Zambrano

Opinión
/ 2 octubre 2015

Me caen bien los Chuchos, no lo voy a negar. El cuarteto clásico: Ortega, Zambrano, Navarrete, Acosta Naranjo. Los conozco hace no menos de 20 años y no habré tenido menos de ese número de discusiones, choques y a veces pleitos con ellos o con alguno de ellos. Pasado un tiempo de reserva, la comunicación se restablece hasta el siguiente encontronazo. Que me acuerde, nunca se han cerrado. Juegan duro, no sucio. Es mi experiencia.

No será la primera ocasión que diga que son el grupo en activo más duradero de la política mexicana. Y el más leal consigo mismo. ¿Quién ha escuchado a uno hablar mal del otro? Sigo creyendo que el Pacto por México, impensable sin el trabajo de estos cuatro, le aportó con buenas artes aire fresco a la política nacional tras la encarnizada elección presidencial de 2012. Y que el esfuerzo de los Chuchos por hacer posible la concordia fue sincero.

Escribí aquí el martes que, por varias razones (no solo por marginar y maltratar a Marcelo Ebrard), el PRD no alcanzará el 12 por ciento de los votos en la elección federal de junio. En estas páginas ayer, Jesús Zambrano escribió, con gran licencia interpretativa, que quienes decimos eso estamos entonando un réquiem, firmando la sentencia de muerte del partido. Y que estamos muy equivocados, pues “el muerto que vos matáis, goza de cabal salud”.

Como nunca aventuré la muerte del PRD, me dio gusto aclarar las cosas ayer mismo con Zambrano. Le recordé mis puntos: abajo de 12 por ciento, pelearán el tercer lugar con el Partido Verde y Morena, y después de eso no le veo al PRD brújula ni capitán para 2018, una desgracia. Él hizo un pronóstico también. Más de 12 por ciento, seguro; 15 por ciento, lo más probable; 17 por ciento, un buen porcentaje. Le dije que me parecía muy optimista. Me dijo que yo andaba perdido, que el voto del perredismo histórico, que el de la Ciudad de México, Morelos, Tabasco, Guerrero, Michoacán, en fin.

No es, gracias a Dios, asunto de encuestas. Se trata de un mero pronóstico. Así que para qué discutimos, si podemos apostar. Le apuesto a Zambrano una botella de vino de no más de mil pesos en uno de esos restaurantes del óvalo de Ámsterdam que frecuentan los Chuchos. Nos la tomamos el 7 de junio. Gana el que quede más cerca. Que él determine los parámetros de cercanía.

Una apuesta, eso sí, donde el que gana, paga. Pongo desde ahora en un cajón dos billetes de 500, porque voy a tener que pagar.

 MENOS DE 140 Es bueno el artículo de Ricardo Salinas Pliego. ¡Pero El Bronco elogiando el texto en una videocolumna! Ay, la temporada electoral.

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