El nuevo engrudo social

Opinión
/ 2 octubre 2015
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La libertad es un bien preciado. Es también un valor inseparable de nuestra condición de seres pensantes dotados de libre albedrío. Por ello la libertad, como principio generador y beneficiario del derecho está protegida por nuestro sistema Constitucional. La libertad es lo primero que arriesgamos si optamos por transgredir la ley.

La protección de nuestra libertad es el eje referencial en la construcción del sistema constitucional. La libertad remanente es crucial para evitar que el estado nos atropeye. El juicio de amparo da un trato preferente a la libertad de las personas.

Cuando aceptamos formar parte de una sociedad sacrificamos libertad, pero buscamos que sea solo la necesaria para lograr los fines colectivos. Ni de más ni de menos. Nos reservamos las libertades que la organización naciente no necesita. Lo mismo pasa para lo privado que para lo público.

Idealmente, los ciudadanos conservamos nuestra libertad individual como un preciado tesoro. Queremos cooperar en lo colectivo, pero sin ceder o perder libertad innecesariamente. Queremos ser responsables, pero maximizando nuestra libertad al mismo tiempo.

En una democracia verdadera, la libertad remanente es como el engrudo que nos une frente a los poderes asignados al Estado. Mi libertad se la deseo a todos los demás y espero un sentimiento recíproco de regreso.

Los Estados Unidos son campeones en defender y preservar las libertades del individuo. En esto, prefieren errar del lado del ciudadano. Cuba sería el ejemplo en el extremo opuesto, un estado totalitario celoso de las libertades individuales. ¡Nadie se mueva!

México, en teoría copió el sistema de libertades de la Constitución de EU. Sin embargo, el PRI-Gobierno, primero, y la partidocracia a partir del Cofipe, han estado como ratas hambrientas, rasguñando y mordisqueando nuestras libertades. En 2015 tenemos una Constitución que recibe loas todos los días en los discursos oficiales, pero que se ha tornado en una estructura irreconocible. La libertad que no nos roban en el texto constitucional, nos la roban en las leyes secundarias y no pocos reglamentos.

Tratándose de derechos tan importantes, como lo son los electorales, México se distingue por haber evolucionado de tarascada en tarascada hacia un régimen de prohibiciones y de mordaza.

La actuación que nos está brindando el Sistema para reprimir las candidaturas independientes es francamente vergozoso y nos deja a los mexicanos como ciudadanos de quinta.

El Cofipe suprimió de un plumazo las candidaturas cuando ordenó con todas sus letras que solo los partidos podrán registrar candidatos. Con ello, ni el Consejo del IFE podía hacer una interpretación salvadora.

Si queremos recuperar las libertades que en EU se consideran rutinarias, hay que armar una protesta masiva en las urnas para darle a los desvergonzados partidos una verdadera paliza. Si queremos no pasar vergüenzas ante países como Costa Rica, tenemos que aprovechar la ventanita de oportunidad que se abre durante ocho horas o menos cada tres años.

A la partidocracia le estorban nuestras libertades y por eso han colado prohibiciones de todo tipo en las leyes electorales. Regulan las encuestas. Censuran anuncios. Fiscalizan los pesitos y tostones, pero reparten cheques de cientos de millones. Prohiben acceso a TV, pero toleran a López Doriga como cómplice difamador impune. Exigen firmas para el registro y decretan topes inequitativos y retroactivos.

La partidocracia salió tan brava que hasta a los de la casa muerde. No admiten que este baile es nuestro, de los ciudadanos, no de los músicos o de los meseros.

El engrudo libertades esenciales respetadas se ha perdido. Al haber permitido su destrucción sistemática, los ciudadanos somos co-culpables de nuestra actual indefensión y sensación de coraje impotente. El nuevo engrudo social se llama corrupción. Son complicidades de las cúpulas partidistas la nueva pegadura con la que se mantiene a flote la nave del Estado, sin importar que nos conduzca irremediablemente hacia un remolino sin fondo.


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