4T: Olímpica impunidad
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POR: Germán Martínez Cázares
En tiempos de la 4T el pueblo todo lo debe decidir. ¿Por qué no votamos en una elección “soberana” y “democrática” quiénes son “nuestros” atletas y “representantes” en la Olimpiadas de París? Esos deportistas llevan la bandera de México, algunos van pagados con poco dinero público, otros con privado, y si ganan una medalla ondeará nuestro lábaro patrio en cielo francés, pero si alcanzan el primer lugar sonará la bella música del español Jaime Nunó, de nuestro himno nacional.
Cómo olvidar los robos a los marchistas mexicanos Daniel Bautista, bajo un puente en Moscú en 1980, y al diputado obradorista Bernardo Segura en Sidney 2000 cuando había ganado la carrera, y en lugar de medalla de oro le sacaron tarjeta roja y lo expulsaron del pódium, justo mientras hablaba por teléfono con el presidente Zedillo.
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En ese mismo deporte un michoacano sacó la casta en los olímpicos de México en 1968: en pleno estadio de Ciudad Universitaria, frente a “su pueblo”, ganó la medalla de plata Jorge “el Sargento” Pedraza.
Los juegos Olímpicos que empiezan formalmente mañana son ejemplo perfecto de que el mérito va primero que la popularidad, la constancia y esfuerzo, antes que el aplauso. No se gana antes de competir. Esos juegos son prueba de lo que la 4T aborrece: el examen imparcial. ¿Dónde está la prueba escolar PISA para comparar el nivel educativo con otros países?, ¿escondieron los resultados actuales de la encuesta nacional de adicciones?, ¿no se refuta, siempre, la calificación de nuestra deuda pública que hace Moody’s o Fitch Ratings? Para la mediocridad siempre hay “otros datos”, quizá tenga entonces “otras medallas” para quienes, por falta de preparación y experiencia, fracasen en París. ¿Por qué en la “mañanera” de Palacio Nacional no le da “otra copa América” a Jaime Lozano, directivos y futbolistas dizque nacionales? En este sexenio se apoyó al béisbol, sin que votáramos los mexicanos, simplemente por afición presidencial. Morena sería campeón en macaneo al adversario.
Cuando en la Roma antigua como en el México de hoy, caía la República y se erguía el Imperio, medio siglo antes de Cristo, Cicerón discutió sobre las Olimpiadas de Grecia en sus “Disputas tusculanas”, ayudado de Pitágoras las comparó con la vida humana. Los atletas, decía, son esclavos de la gloria; los organizadores del dinero; y otros más, sin dar valor a esas dos cosas se dedican a observar y “contemplar”, son amigos de la sabiduría, “espectadores desinteresados”, filósofos, decía. En el obradorismo ni amigos de la sabiduría, les importa un rábano la experiencia; tampoco persiguen la gloria, ya veremos cuántas medallas cosecha con su política a favor del deporte; pero eso sí, a algunos les gusta el dinero. ¿Ya aclaró Ana Gabriela Guevara, responsable deportiva del gobierno, sus líos administrativos? Los señalamientos de corrupción no los hicieron los conservadores, los hizo Rommel Pacheco, abanderado olímpico derrotado en Tokio y candidato morenista a alcalde en Mérida, Yucatán, también fracasado; pero además, la Auditoria Superior de la Federación (ASF) denunció irregularidades por cerca de 300 millones de pesos.
Las probables medallas mexicanas en París no darán impunidad. Ya veremos a cuántos jueces o referees culpan de los fracasos por neoliberales. Es más creíble que los niños vengan en cigüeña de París a que la Conade apoyó, sin regateos, a todos los atletas mexicanos.
El autor es senador de la República