8M: A vueltas con el iusfeminismo

Opinión
/ 14 marzo 2024

El feminismo, sin duda, es el movimiento social de mayor relevancia en este siglo 21. La historia de los derechos de las mujeres, a partir de la perspectiva de género, se origina, desarrolla y evoluciona como un concepto ideológico, filosófico e, incluso, práctico para asegurar de manera real y efectiva tanto la igualdad entre las personas como la no discriminación y la no violencia en contra de personas o grupos desventajados, oprimidos o vulneralizados por el llamado estado patriarcal.

En la sociedad actual, las mujeres, en forma legítima, cuestionan cada vez más las leyes que no les han permitido un estatus igualitario. Hoy las mujeres salen, cada #8M, a protestar de manera especial por las injusticias que sufren en diferentes ámbitos de la vida personal y social. Hoy las mujeres luchan por el rol social que cada quien pretende realizar conforme a su propio plan de vida, con todos los retos y desafíos que implica el asumirse como una persona autónoma, libre y segura de sí misma.

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Las mujeres, por tanto, han construido cada vez más una demanda clara y suficientemente articulada para visibilizar sus exigencias, ideas y propósitos feministas para construir un Estado de derecho diferente, que las trate de manera diferente.

Como jurista y durante tres décadas de mi ejercicio profesional, he observado el cómo el feminismo es también una forma de pensar el Derecho. El “iusfeminismo” influye no sólo en la concepción e implementación de nuevas doctrinas jurídicas, leyes, políticas públicas y sentencias que aseguren los derechos de las mujeres. Son ideas que modifican las formas legales de ordenar nuestra actividad social.

Pero la mayor fuerza de esta doctrina jurídica la veo en la construcción de la “nueva generación de juristas pro feminine”. Ellas son las portadoras de la defensa de sus derechos fundamentales que, en cada espacio profesional que ocupen, tendrán la gran oportunidad de influir en la construcción feminista del viaje de la libertad, igualdad y fraternidad de nuestra comunidad.

Las cosas han cambiado radicalmente. El proceso es radical. Hace tiempo, cuando la señora Yolanda, la abuela de Yolita, estudiaba para ser de las primeras juristas en el estado, el contexto estudiantil era que sólo una o dos mujeres entraban a la carrera de leyes. A Yolanda, la mamá de Yolita, le tocó estudiar leyes en una etapa donde casi la mitad del salón eran mujeres. Esa fue mi época estudiantil: el cambio fue gradual, pero muchas mujeres ya se apuntaban a la carrera profesional para ser las futuras abogadas del estado.

Hoy a Yolita le toca estudiar leyes con una gran mayoría de mujeres (8 de cada 10 son mujeres, por lo menos). Pero, además, en la comunidad estudiantil son grandes feministas que defienden sus causas, en el salón, en la calle y en cualquier espacio, para ir en contra de la desigualdad, la discriminación y la violencia. En gran medida las juristas feministas son las nuevas protagonistas en la defensa de los derechos en nuestra comunidad.

La semana pasada me tocó conversar en la AiDH sobre temas del #8M. En el Club Feminista, Paloma y Adriana organizaron un círculo de reflexión para preguntarnos el papel que deberíamos tener (o no) los hombres en este movimiento. Para la mayoría de las alumnas feministas, los hombres no tienen ningún derecho a participar. Esta marcha es de las mujeres. Para mí, las feministas tienen razón: el #8M es un “movimiento de, por, para y desde las mujeres”. Nace, incluso, como un espacio de lucha social, cultural y personal contra el estado patriarcal. Sería contrario a su idea originaria, el que un hombre participe (por más feminista que se sienta). Los hombres no debemos participar. Ese es el contexto actual.

Luego, por supuesto, habrá cuestiones a discutir. El tema de la participación de las mujeres trans por la polémica del “borrado de las mujeres”, así como cuestiones más pacíficas como los hombres que participan en la marcha porque son menores de edad que sus madres los llevan, o bien, de padres que buscan a sus hijas y esposas, desaparecidas o asesinadas. Pero, en general, el Día Internacional de las Mujeres es un día de ellas y para ellas.

Pero eso no quiere decir que los hombres no podamos pensar, en forma crítica incluso, algunas ideas de corrientes o versiones feministas. Al final, todas las personas tenemos derecho a influir en la conformación de una sociedad.

JURISTAS IUSFEMINISTAS

La casa morada es plural y diversa. En la AiDH, la comunidad estudiantil cuenta con espacios libres, críticos, seguros y respetuosos para deliberar sus ideas de justicia.

La comunidad estudiantil está lista para construir un mundo mejor. Son más críticos, más sensibles y más asertivos. Sofía, Emilio, Marcelo, Diego, Paloma, Marifer, Dan, Isaac y Yolita, entre muchos más, participaron en el debate y protagonizan su formación profesional tomándose en serio su papel para discutir ideas con las razones y emociones que desarrollan su pensamiento crítico.

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Las cosas han cambiado. En la época de la abuela de Yolita los “profesores hombres de leyes” le decían a las mujeres estudiantes que se regresaran a su casa a cuidar a sus abuelos. En la época de la mamá de Yolita había el dicho MMC: estudiaban leyes, mientras se casaban.

Hoy, esas frases o ideas son impensables, intolerables e inaceptables. Hoy los profesores, hombres y mujeres, discutimos para construir los conceptos del Derecho, sin distinción ni discriminación por razón del género.

Tenemos ideas en común. Tenemos ideas diferentes. Pero discutimos en pie de igual con un sólo propósito: queremos deliberar ideas del Derecho que erradiquen la injusta situación de la violación de los derechos humanos de las mujeres, entre muchas cosas más.

El futuro de los juristas, por tanto, será un camino diferente: más morado, es decir, más igualitario, libre y fraterno en la medida en que las personas aprendamos a limitar el poder arbitrario en una sociedad con una perspectiva de género.

En las próximas décadas, veremos a nuestras juristas feministas que, en cada posición que alcancen, abogarán por el iusfeminismo como una forma jurídica de resolver, de manera morada, los problemas de su comunidad.

Ya lo verán...

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