8M... de ¿muerte? Recuento en el contexto del Día Internacional de la Mujer
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Escribo estas líneas el día miércoles 8 de marzo. Este día, usted lo sabe, se estableció desde 1975 como el “Día Internacional de la Mujer”. Escribo estas líneas que luego enviaré para su publicación en estas generosas páginas de VANGUARDIA, luego de leer la prensa local y parte de la prensa nacional. Las noticias no son nada buenas. De hecho, no hay nada qué celebrar. Nada. Y de hecho sólo me voy a suscribir a mínima y pálidamente dar el recuento de ese día. Es decir son las noticias de estos días y en el marco de la celebración del 8M. Lamentablemente, día de gritos y cacerolas, pero sin sustento, bagaje ni ideas.
En la portada de este diario, como siempre, puntuales y oportunos, hicieron un recuento de miedo para poner a todo mundo en su sitio, como debe de ser el buen periodismo: desde que se tipificó la muerte de mujeres y niñas en Coahuila en el año 2012, ya son 10 años con 167 mujeres asesinadas por ser eso: mujeres (el subregistro nos habla de al menos un tercio más). De 167 vidas de mujeres arrebatadas, apenas hay 83 sentencias señalando culpables. La mitad de los asesinatos están impunes. Y la impunidad es la divisa que se juegan los ladrones y asesinos en el país: no les pasa nada.
Nada, nada ha cambiado; y nada va a cambiar. En México, nadie quiere a las mujeres. Se quiere, se ama y se defiende más a un perro faldero que la vida de sus mujeres. En este espacio se lo he probado no pocas veces. Va un ejemplo más de la bestialidad humana en contra de las indefensas mujeres y niñas. Insisto, sólo estoy tomando como ejemplos los días de lado al 8M. El titular de la nota periodística de este día no tiene desperdicio: “Apuñalan a morrita, protegen al agresor”. Lo anterior en la escuela secundaria “José Vasconcelos”. Ante estos hechos cotidianos, justo es el reclamo no sólo de las mujeres, sino de la sociedad en general.
Pero poco se puede hacer o poco queda por alzar la voz y lanzar cacerolas al aire cuando es el propio Estado, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, el que persigue, espía y tiene maniatados y maniatadas a las activistas de todo tipo: social, cultural feministas, ecológicas, etcétera. La Sedena de AMLO y Luis Cresencio Sandoval, ahora se ha confirmado, ha estado espiando e hizo blanco de campaña en su contra al activista Raymundo Ramos, quien ha hecho un puntual seguimiento de la muerte de cinco jóvenes a manos del ejército mexicano el 23 de febrero de este año. Ramos ha documentado desapariciones y ejecuciones extrajudiciales de la Marina y Sedena en el norte de México.
Las marchas de este día pueden ser tan grandes como exiguas y flojas. Es intrascendente. Lo que debe cambiar es precisamente lo importante, la sustancia de eso: la educación y cultura, la preparación de los jóvenes, hombres y mujeres en este armado integral de este país sin futuro llamado México. Otro ejemplo de este día: ocho estudiantes del Tec Saltillo iban apeñuscados en un auto compacto. Salían de una fiesta: alcohol más velocidad es igual a drama y muertes. Así fue. Chocaron y volcaron en el bulevar Fundadores. Murió un chaval de apenas 19 años, Víctor Uribe. Siete salieron lesionados. El conductor era otro chaval de 19 años, Héctor Mata.
ESQUINA-BAJAN
¿La juventud de México está perdida? Usted lo sabe, para mí, sí, siempre he mantenido esta tesis. Un dato de miedo y escándalo: cerca de 12 mil accidentes vehiculares fueron provocados por el alcohol en el año 2021. Y la muerte por accidentes de tránsito es una de las principales causas de muerte en el país. Manejar un auto a los 19 años y con alcohol, harto alcohol en las venas, es sinónimo de tragedia. ¿Y la responsabilidad de los padres? Sin duda, ambos trabajando. Y otro dato de miedo: 14 por ciento menos cobran las mujeres en relación con el sueldo de los varones.
Y fue una mujer y no un hombre quien ya desde 1929 lo notó inmediatamente: la alimentación del hombre y la mujer influye de manera total en su capacidad física y, por supuesto, en su funcionamiento mental, su capacidad intelectual. Comer hace la diferencia, amén de tener dinero (independencia) y un cuarto propio (espacio para la soledad, el confort y el vagar libremente). Creo usted ya sabe de quién hablo. Sí, de la inconmensurable Virginia Woolf, una mujer que hoy estará nombrada hasta el hartazgo, pero poco leída, glosada y analizada.
En su memorable y clásico ensayo, “Un Cuarto Propio” (para fortuna mía tengo la traducción de Jorge Luis Borges de 1984 en Colofón), deja caer su idea, una idea ya clásica, puntillosa, lacónica, letal y en apariencia incluso, trivial: “Una buena comida es muy importante para una buena conversación”. Y los platos, el desfile de ellos, los nutrientes y proteínas son importantes para potencializar el intelecto. O para castrarlo. Líneas después en su ensayo escribiría: “Uno no puede pensar bien, o amar bien, dormir bien, si uno ha comido mal”. Caray, hay que creerle a la Virginia Woolf.
El sueldo promedio de las mujeres en el país es de 6 mil 786 pesos. A más de 90 años del ensayo de la Woolf, poco o nada ha cambiado. El 45 por ciento de las mujeres sin hijos en el país no trabaja. ¿Superación personal, vida con futuro, incentivos para edificar proyectos? Al parecer, nada.
LETRAS MINÚSCULAS
Por cierto, luego de padecer una melancolía feroz, Virginia Woolf se suicidó en las aguas de un río. Esperemos todo cambie. Aunque, no lo creo.
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