A la SEP de Claudia no va un educador, sino un político

Opinión
/ 5 julio 2024

Blanca Nieves le preguntó al espejo mágico: “Espejito, espejito: dime cuál de los siete es el papá de m bebito”...Una señora le comentó a otra: “He oído decir que por motivos religiosos o de trabajo algunas mujeres toman un producto para suprimir el deseo sexual”. Replicó la otra: “Yo me casé con uno”... “Estamos solos en la casa –le advirtió la señorita Himenia a don Autumnio, su invitado-. Espero que no vaya usted a aprovecharse de esa soledad”. “Soy un caballero, amiga mía –replicó el señor-. Sólo haría eso en el remoto caso de estar ebrio”. “Pues andamos de suerte –se alegró la señorita Himenia-. Tengo una botella de vodka en el refrigerador”... El primer trance de amor en la noche de bodas resultó un éxito fantástico. La recién casada se dirigió a su exhausto y satisfecho maridito: “¿Después de esto todavía me vas a preguntar si sé cocinar?”... El doctor Reyes Tamez Guerra fue un gran secretario de Educación. Su nombramiento por parte de Vicente Fox fue sorpresivo, incluso para el mismo designado. Una poderosa lideresa magisterial le dijo al doctor Reyes, quien despachaba ya en la SEP: “Quiero que sepa que el puesto que usted tiene yo lo busqué”. Le contestó él: “Pues quiero que usted sepa que yo no lo busqué”. En efecto, se esperaba que, conforme a su condición empresarial, Fox designaría a alguien proveniente de una institución educativa privada, y en cambio escogió al rector de una Universidad pública, la Autónoma de Nuevo León. Y es que el doctor Tamez Guerra había llevado a esa casa de estudios a un grado de excelencia reconocido mundialmente. Alguna vez, en uno de mis gozosos deambulares por el Centro Histórico de la Ciudad de México –bajo cada baldosa una leyenda; a la vuelta de cada esquina un palacio-, visité el recinto de la SEP, en la calle de Argentina. Fui a ver la obra que dejó ahí Diego Rivera. No es uno de mis pintores favoritos. Lo considero el menor entre los cuatro grandes del muralismo mexicano: Orozco, Siqueiros, Tamayo y él. Pero pienso que “La maestra rural” es una joya no superada por ninguno de los otros tres, y que está a la altura de los mayores genios de la pintura universal. Ahí se apartó Diego del panfleto maniqueo y elemental que inficionó gran parte de su labor, y creó una imagen que a la belleza y perfección técnica añade profundidad expresiva y emoción. Estaba contemplando ese prodigio cuando el doctor Tamez Guerra, enterado de que yo andaba por ahí, me hizo pasar a su oficina. Vi entonces el escritorio que fue de Vasconcelos, aquel hombre pasional y apasionado a quien tanto debe este país y a quien tan malamente le ha pagado. Todo esto viene a colación por el nombramiento que Claudia Sheinbaum hizo en la secretaría de Educación. ¿Secretaría de Educación? ¿Cuál? Ahora es Ministerio de Adoctrinamiento y Propaganda; centro de difusión de dogmas arrumbados ya en los desvanes de la Historia. Mientras eso sucede los escolares de México apenas conocen la o por lo redondo, y ni siquiera son objeto ya de evaluaciones internacionales por sus bajísimos niveles de conocimiento. Las becas que reciben los más de los jóvenes no las gastan en libros o útiles escolares, sino en caguamas ellos y en pizzas ellas. Eso si se piensa optimistamente. Por ello no es de extrañar que a la SEP no vaya un educador, sino un político. Ahí claudicó Claudia. Después de una serie de acertados nombramientos éste ha sido objeto de justificadas críticas. En fin, por regla general la educación pública es hoy por hoy la mejor promotora de las escuelas de educación privada. He aquí uno de los muchos costos que los mexicanos estamos pagando por la 4T. Y todavía falta el segundo piso... FIN.

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