Algunos apuntes históricos de la carretera México-Saltillo
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Uno de los momentos más memorables de un viaje rumbo a Janitzio, Michoacán, fue el mirar, a través de las ventanas del autobús, las estrellas que poblaban el cielo.
El recorrido fue largo, recorriendo la riqueza de mi norteño estado y llegar hasta el sur. Una posibilidad que ha hecho recorrer la carretera 57 a millones de paseantes, a millones de trabajadores a lo largo de casi setenta años, que transformaron a las ciudades. A algunas las dejaron apartadas y otras más fueron relanzadas.
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Hace unos días me topé con un interesantísimo artículo del historiador saltillense Vito Alessio Robles, que hablaba, a mediados del siglo pasado, de los prolegómenos y de los planes para la construcción de la carretera México-Piedras Negras.
Escribía don Vito que las carreteras y las vías férreas en ese momento habían seguido básicamente el trazo antiguo de los caminos hechos por los españoles. Las vías maestras al principio eran las que de la Ciudad de México conducían a Paso del Norte y San Juan Bautista de Río Grande para continuar a Texas. Esta última, en el siglo XIX se había bifurcado en Saltillo y terminaba en Laredo. “Las dos vías férreas más importantes del país, el Central y el Nacional, adoptaron esos mismos trazos, completados poco después por la construcción del Internacional Mexicano”, agrega don Vito.
Para ese entonces, faltaban dos carreteras importantes para nuestro país, una que uniera a la capital con Ciudad Juárez y otra que lo hiciera con Piedras Negras.
Ingeniero militar, Alessio Robles describe muy puntualmente en qué consistiría la carretera de México a Piedras Negras: “Esta tendría una longitud de mil 330 kilómetros. El desnivel entre sus puntos extremos sería de menos de 2 mil metros y casi toda ella pasaría por la mesa central, ligando los estados de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, San Luis Potosí, Guanajuato, Querétaro, México y el Distrito Federal. Esa línea se trazaría con un ligero descenso de 336 metros desde la Ciudad de México hasta el Puerto de Carneros, con la ventaja de que ya para la fecha están terminados 867 kilómetros, quedando por construir solamente 463”. Terminó siendo de mil 295 kilómetros, número muy cercano al que ofrecía don Vito.
En ese momento ya estaba terminada la carretera de México a Querétaro; aún por concluirse la de Saltillo a Piedras Negras; y hecho el trazo y abierta “la brecha de la porción más difícil, la que media entre Saltillo y el Puerto de Carneros”. Don Vito concluye diciendo que ese mismo camino llegaría, con conexión en Saltillo, a Monterrey y a Laredo.
Muy interesante es este otro dato con que nos ilustra el historiador: en la capital de Coahuila se había formado un “Comité Especial Pro-Carretera Piedras Negras, Saltillo, Matehuala, San Luis Potosí, San Luis de la Paz, Querétaro, México”, que con la colaboración de la Cámara Nacional de Comercio, del Club Rotario, del Club de Leones, del Casino, de la Unión de Comerciantes en Pequeño, de las sociedades “Manuel Acuña”, “Obreros del Progreso” y “Zarco de Artesanos” de la misma ciudad, coordinaban esfuerzos en su construcción, con las autoridades de Coahuila, los estados involucrados y la Federación.
Es en su artículo periodístico “Gajos de la historia”, donde el historiador ofrece tan interesante información. Los cambios habidos en esa carretera, inaugurada a finales del año 1958, han sido numerosos. La base fue esta, tan importante y beneficiosa, a gran escala, en un momento particular para el país, en que entraba a una modernidad distinta a la hasta entonces conocida.
Encuesta Vanguardia
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